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sábado, 13 de abril de 2019

LA SEMANA DEL AGUJERO GALÁCTICO



Quizás una de las noticias de la semana sea ese “selfie” de un agujero negro, el primero que se deja fotografiar antes de una noche que seguro que acabará en “after galáctico”.

Uno, este vecino del mundo, que ya tiene más años que algunas de las criaturas de Jurassic Park, al ver la foto que se adjunta, no ha podido por menos que recordar cuaquier poster del musical “Cats”, y lo mismo que Shakira, y después Carlos Vives, ha tenido que desfilar recientemente por algún juzgado para que se estudiara el parecido de su canción “La bicicleta” con otra melodía, ésta cubana, y anterior en el tiempo naturalmente, alguien debería de desfilar ante los Dioses para dilucidar si antes fue el huevo del agujero negro o la gallina de “Cats”

Lo del agujero negro, siempre me ha traído a la mente, un libro del rápidamente olvidado Álvaro de Laiglesia, “Los que se fueron a La Porra”, en el que creo recordar que “La Porra” se encontraba en el extrarradio de Madrid,  y allí eran mandados lo peor de cada casa intelectual, o los incomprendidos del arte.

Pero esta imagen de un agujero negro tiene cierta belleza y mucha sugerencia, quizás no para servir de casa a estrellas rutilantes, pero sí a todos esos, especialmente vía realities o braguetazo sonado han surcado en algún momento el neón de nuestro papel cuché. Quizás si buscáramos “Cantora” en Google Maps, descubriríamos que el epicentro está en esa niña del ojo que se adivina en la fotografía. Y que el cirujano que toca y retoca  a nuestros eternos famosos, acabará muy pronto en alguna parcela cercana a ese agujero negro, donde anidarán también, sin duda, todos esos sueños gloriosos que no pasaron de dos o tres noches de tertulianos de ombligos con pelusas de abolengo caducado.

Una semana que ha unido en el tiempo agujeros negros, contrato millonario para una estrella que fue (y que si no puede seguir brillando en los escenarios, lo intentará debajo de cualquier palmera tropical), con final de realities, y La Voz. Todos tienen en común, el visto y no visto, el perderse rápidamente en la galaxia de nuestra memoria, y el tirar de la cadena sideral, aunque ya sepamos que en el espacio no se reproduce el sonido, y consecuentemente los detritus aparecen sin avisar…

*FOTO E ILUSTRACIÓN: DE LA RED



sábado, 13 de mayo de 2017

Los que nos fuimos a La Porra


Teniendo en cuenta lo que dijo Aquel, de que un vivo es un muerto de vacaciones, quizás convendría rebajar un mucho la importancia de todo.

Si tenemos un gobierno en el poder con más vías de agua, presuntamente, que un submarino hundido,  y no sólo se le sigue votando, sino en los últimos estudios, siguen siendo los máximos candidatos para un próximo gobierno, el punto de mira de todos nosotros debe de estar más cerca del modo “feria” que de "la verdad absoluta".

Quizás, por eso, este vecino del mundo que aprecia mucho, aunque no le conoce en persona, a Dani Rovira, al que siguen cazando, un día sí y el otro también, en Twitter, esta vez por haber dicho “Atención, hombres de España, no miréis las marquesinas en estos días. No vaya a ser que unas fotos de "Intimissimi" os tachen de machistas “, le recomendaría que al menos durante un tiempo se dedicara a practicar las artes del mimo. Más que nada, para que fuera más difícil el criticarle en 140 caracteres…

Cada vez estoy más convencido de que ese filósofo del pueblo que fue Don Miguel Gila, si hubieran existido las Redes Sociales, más de una vez se le hubiera puesto ese cartel de las películas de vaqueros, “SE BUSCA”.

Chistes como el de “Mi tía, la soltera, iba a todas las bodas, y cuando decían quiere usted por marido a…, ella contestaba: Y sino, pa mí”, ahora no serán políticamente correctos, pero sinceramente, nos lo deberíamos hacer mirar.

En estos días, el mismísimo Gila debería de variar uno de sus monólogos “…Si no aguanta una broma, que se marche del pueblo.

Y deberemos irnos los que practicamos ese humor. Y, quizás, la solución la tuviera otro humorista, éste para variar, donostiarra, y de derechas, Álvaro de Laiglesia, cuando creó en su relato “Los que se fueron a la porra”, un pueblo cercano a Madrid, La Porra, en donde vivían la mayoría de artistas incomprendidos…


Ahora, y ya para terminar, todos esos que practican lo políticamente correcto, si se quedan solos, la vida no se les va a hacer, ni más larga, ni mejor, pero se van a aburrir, “una jartá”. Porque la culpa, siempre la tienen los demás, y ahora, entonces, ya no estarán.

*FOTO: DE LA RED