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martes, 17 de marzo de 2020

QUE ME LO VEO VENIR...



Que me lo veo venir. Si los plazos se habían acortado, y ahora una cosa que se repite en dos años, es decir, en dos veces, ya es tradición, lo de aplaudir en los balcones por la noche puede acabar como el rosario de la famosa Aurora.

El ritual del balconing del coronavirus se va a convertir en lo que en los años sesenta y setenta en la radio se conocía como “discos dedicados” y ya se han comenzado a oír canciones como “Resistiré”, “Color esperanza", y en lugares cercanos, donostiarras, “Txoria txori”, y la tamborrada. Al margen de que ya han surgido hasta disc-jockeys de balcón e incluso deportistas jugando al ping-pong de ventana a ventana.



Que me lo veo venir. Que nuestro momento de gloria va ser también nuestro cadalso, y antes moriremos de una pulmonía doble, como las que se cogían antes (porque aquello sí que eran pulmonías, oiga) ganada en nuestro balcón a fuerza de aplausos y de exaltación espiritual por todo lo que se menee.

Y en el fondo, todo ésto no deja de ser “ver los toros desde la barrera”, o pan y circo.

En lo que nos dejan de dirigir unos, nos dirigimos nosotros mismos, pero siempre en unión. Porque si algún día, Dios no lo quiera, nos damos cuenta de que somos tontos, lo seremos pero todos, para que nadie hable.

Pero que conste que lo de los festejos en los balcones no deja de ser otra forma de la verbena pura y dura. Y es que cada uno hace lo que sabe. 

En cualquier momento, y eso que ahora están fuera de juego, se nos unen los de la pérfida Albión, en su versión de Magaluf, y como su primer ministro, Boris Johnson, ya cuenta de antemano con que va a haber muchísimas bajas, su último show antes de lanzarse a los bordes de cualquier piscina, puede ser una especie de actuación samurai pasados por cerveza en cantidades ingentes.

Esto del coronavirus todavía nos va a traer grandes sorpresas, que sean buenas ya es otra cosa…

*FOTO: DE LA RED

sábado, 4 de agosto de 2018

ESPAÑA, COMO PARQUE TEMÁTICO



Llámenme raro, pero todos los años, siempre en verano, tengo la sensación de que España, especialmente sus costas, se ha convertido en una especie de gran parque temático, en la que los turistas, con los británicos a la cabeza, vienen a explorar nuevos límites y a hacer lo que no hacen en su isla, o siendo incluso malos, a hacer lo que les sale del Brexit.

Si ya fue vergonzoso hace unas semanas la manera que tenían de celebrar los partidos de la selección inglesa durante el mundial de fútbol, los británicos en Benidorm, ahora, entre lo sabido del caso del indigente polaco que por cien euros se tatuó el nombre y la dirección de un novio británico que estaba celebrando con sus colegas la despedida de soltero, y ese joven británico de 25 años que intentando hacer sus necesidades desde la ventana de su hotel, en Magaluf, ha caído al vacío, ya deberíamos de tener el cupo del hartazgo cubierto.

Los que siguen a este vecino del mundo saben que más de una vez se ha hecho eco de este tema (http://patxipe.blogspot.com/2014/08/magaluf-la-sodoma-moderna.html), y de detalles tan variopintos como entrar en locales de nuestras costas, donde te invade la sensación de que sin darte cuenta te has salido de tu país, ya que no hay nadie que te atienda en tu idioma, y los que están te miran como que el extranjero eres tú.

Llevamos muchos días, especialmente por los usos políticos, fijándonos en que la gran invasión viene por las costas africanas con gente que intentando salvar su vida, bien salta las vallas de la frontera desde Marruecos, o llegan a nuestras costas en un goteo de migrantes a la deriva.

Sin embargo, hace mucho tiempo que estamos siendo invadidos, y si no, solo haría falta fijarse, por ejemplo, en Mallorca y, digamos, su colonia alemana.  Lo que ocurre es que no le llamamos invasión porque se supone que vienen con dinero. Y siempre se ha dicho que el dinero mueve montañas, e incluso este vecino diría que fronteras.

Por lo dicho, no se debe de entender que este vecino del mundo es anti-nada. Pero las cosas como son: Hay una fina línea que separa el terreno de vacaciones y el terreno conquistado. Y se pongan como se pongan muchos, hace mucho tiempo que España es terreno conquistado por los deseos del turista extranjero. 

¿A quién no le ha pasado nunca ir a algún sitio estando ejerciendo como turista en nuestro propio país, y tener la sensación de que somos platos de segunda? 

Pues eso. Cervantes, hace muchos años, nos describió como quijotes y... ahí seguimos, fieles a nuestra tradición.

*FOTO: DE LA RED

sábado, 20 de febrero de 2016

LAS CINCUENTA SOMBRAS DE CAMERON



Como era más que cantado, incluso más que el Festival de Eurovisión, los líderes de los 28 estados que componen la Unión Europea, han llegado al acuerdo de que el Reino Unido pueda utilizar una especie de freno de emergencia, o de segunda velocidad, en el caso de que ciudadanos comunitarios trabajando en el Reino Unido signifiquen, por decirlo de alguna manera, una carga excesiva para sus finanzas.


Según el acuerdo alcanzado hoy, se permitirá que los europeos que lleguen al Reino Unido a partir del momento en que se ponga en marcha el mecanismo - previsiblemente por Enero del 2017, según el mismísimo Señor Cameron - no puedan acogerse a beneficios sociales en los siguientes siete años a los que, en cambio, sí tendrán derecho los trabajadores británicos. Por lo que ante un mismo puesto de trabajo, los ciudadanos europeos, o del resto de Europa, o del continente, recibirán más o menos en función de su pasaporte. No solo eso, sino que el mecanismo afectaría también de manera retroactiva a quienes ya disfruten de esos beneficios a partir del 2020.


Vaya por delante, que por motivos personales quiero mucho a los británicos, especialmente a los ingleses, porque pasé tres años de mi vida en Londres, y eso no se puede, ni se quiere, olvidar. Pero también me da más visión para poder criticarlos.  


Y hoy, este vecino del mundo se siente cabreado, muy cabreado, porque al final los ingleses han conseguido lo que querían, como siempre. Aunque, en realidad, este final estaba más que cantado, porque el resto de los países ya iban a la reunión a calzón quitado, y si hacía falta se practicaban las cincuenta, e incluso las sesenta y nueve, sombras de Cameron.


Si pensamos en la famosa frase “a donde fueres haz lo que vieres”, un británico viene por ejemplo a España, y en realidad lo que hace es convertir la pequeña parte de España en la que está, en su país.
Lectores, por ejemplo, de la zona Sur y Este de España, en la que hay muchos núcleos de británicos viviendo, podrán corroborar que lo que han hecho es crear pequeñas comunidades británicas con sus pubs,  y viven a su manera, incluso con camareros que no tienen repajolera idea de español, y en lugares en los que claramente te hacen sentir que el “guiri” eres tú. Si los españoles de a pie vamos por allí tendremos la sensación de que nos hemos perdido algo, y sin comerlo ni beberlo nos hemos confundido de país, y ya no estamos en España. Todo ello, dicho sea de paso, con la consiguiente reacción del gobierno español de "no sabe, no contesta".


¿Cómo se sentirán los griegos, por ejemplo, teniendo en cuenta como, hace menos de un año, se les trató a ellos?


En tiempos de nuestros abuelos se decía aquello de que "el que tiene padrino se bautiza y el que no …”. Y recuerdo también, que nunca terminaban el dicho, sino que medio daban a entender mediante gestos, todos ellos negativos, a los que este vecino del mundo los “traducía” como “…y el que no, se jode”. Sin embargo, hoy precisamente, preparando este texto, me he enterado del final verdadero del dicho, que siendo más políticamente correcto, incluso es, al entender de este vecino, más tajante. Y dice: “El que tiene padrino se bautiza y el que no, se queda hereje”.


Desde que me he enterado de ese final, sigo dando vueltas a la idea de si los herejes ahora son los británicos, o el resto de Europa. Lo que sí sé, es que sea lo que sea, ellos se han quedado la mejor parte. Porque, precisamente, ya lo dice otro dicho: ”El que parte y reparte, se lleva la mejor parte”, y las fotos de esas sesiones maratonianas, ya lo dicen: Los españoles solo nos hemos llevado unas cuantas pizzas, que las han comido, con nocturnidad y alevosía, para más inri, los que posiblemente “ya” no estarán en el gobierno dentro de cinco minutos.



Los británicos, y olé para ellos, siguen con su Imperio, aunque de vez en cuando (una vez al año), sus vástagos se desmadren en Magaluf y similares, porque precisamente, y lo han demostrado hoy una vez más, quieren y pueden. Los demás, nos comemos el resto de la pizza, mientras sentimos unas profundas y desgarradoras agujetas, no por practicar, sino porque nos practiquen, las cincuenta, o más, sombras de Mr. Cameron.



*FOTOS: DE LA RED

miércoles, 6 de agosto de 2014

MAGALUF, ¿LA SODOMA MODERNA?


Esta mañana al repasar los diarios digitales, este vecino del mundo ha comprobado tristemente que el amanecer se ha cobrado otra víctima en Magaluf. En este caso un joven francés "que se ha caído" de un sexto piso. Magaluf es una localidad turística española situada en el término municipal de Calviá, en la isla de Mallorca. En realidad viene a ser un complejo turístico alrededor de una playa de unos 1.600 metros de largo por unos 60 de ancho.


Desde hace unos años esta localidad mallorquina está tristemente “especializada” en turismo joven británico que debido al tipo de publicidad que recibe en origen,  viene a una especie de Sodoma de trago barato, música desenfrenada y huida de todo tipo de modales.
Las imágenes que este vecino pudo ver ayer en el informativo televisivo de las tres de la tarde, y teniendo en cuenta de que estaba obviamente “aligerado” porque lo pueden ver niños, fueron más que elocuentes. Una especie de película mezcla del más vicioso Visconti y el más descarnado Kubrick. Un joven totalmente noqueado por el alcohol, caído más que tumbado en un banco de la calle, mientras sus amigos le hacían mofa moviendo su mano a modo de saludo para la televisión que le estaba grabando. Otro joven paseando sus vergüenzas, y al final las de todos, por una calle que comenzaba a ser transitada, y la parte de atrás de una joven con los mini-shorts metidos entre las nalgas,y que aunque llevaba los zapatos en la mano, mostraba, incluso vista desde atrás, evidentes problemas para andar.


Se nos aportaba, además, el dato de que  ese turismo produce más de doce toneladas de basura diarias, y la porquería se queda tan incrustada en el asfalto que tiene que ser regada con agua a presión a más de cien grados de temperatura. Y no nos olvidemos que mientras las ganancias van para unos pocos, estos gastos salen de las arcas de todos.


No nos engañemos, ésto no es turismo, es una especie de visita a terreno conquistado en el que no ha hecho falta usar la espada, como nuevos conquistadores, sino simplemente el poder del dinero.
Para los británicos cuando van a cualquiera de los “magaluf” que existen en las zonas costeras del mediterráneo español, en realidad van al equivalente de lo que eran sus colonias a finales del siglo XIX.
Muchas veces nuestro subconsciente juega con nosotros, por eso este vecino al ver las imágenes del informativo se acordó de la película de 1979 “Amanecer zulú”, que especialmente narra la derrota británica en la Batalla de Isandhlwana en 1879 en Sudáfrica.


Cuando al todavía gobierno en el poder se le llena la boca de la “MARCA ESPAÑA”, no nos engañemos, habría que recordarle que eso también lo es. Y lo mismo que hablamos del poder británico en nuestras costas, no debemos de olvidarnos también de que la mayor parte de Mallorca, y Canarias, es terreno conquistado por los alemanes.


España ha vuelto a resurgir en lo que al turismo se refiere, no por nuestras instalaciones, que también, por nuestra simpatía y hospitalidad (especialmente el servilismo), que también, sino porque ciertos países al Norte de África no se pueden visitar tranquilamente ahora.


Las muertes de jóvenes turistas británicos que caen un día sí y el otro también, y dicho con todos los respetos, no se debe considerar como un sirimiri de daños colaterales, sino como una lluvia tóxica que cae sobre el logotipo de la “MARCA ESPAÑA”, y sobre todas nuestras conciencias, y especialmente por esos que en muchos despachos y detrás de barras de más de un negocio, hacen la vista gorda, muy gorda. Ganan uno pocos para perder todos.


*FOTO: DE LA RED