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jueves, 1 de abril de 2021

HARTOS DE ESTAR HARTOS

 

Para todos aquellos que se tomaron el final de mi post de ayer (“De patadas y vacunas…”) como un “continuará”, he de decirles que ya me han vacunado, primera dosis, con AstraZeneca, y la segunda me la ponen a finales de Junio.

De la organización, en la plaza de toros donostiarra de Illumbe, solo se puede hablar bien. Prácticamente sin colas, y si ibas a tu hora no tenías casi ni que esperar.

Ahora, después de la imagen que se ha creado en torno a esta vacuna, tengo la sensación de que si este vecino del mundo fuera un personaje de la recordada por muchos, revista de historietas TBO (este vecino se niega a catalogarla como “comic”, porque entonces ignorábamos ese término) se me dibujaría ahora mismo como lleno de signos de exclamación.

Y es que tengo la sensación de que muy posiblemente me he tragado una bomba, y me paso las horas intentando descubrir en mi interior cualquier TIC-TOC delator… Estoy más escamado que un pez en pleno ataque de nervios.

Por lo demás, intentando huir de cualquier noticia que huela a Coronavirus o a gabachos tirándose por los suelos madrileños porque no les dejan entrar en cualquiera de los museos. Lo cual se traduce en que huyo de cualquier informativo tanto radiado como televisado.

Ya he preparado la televisión para grabar mañana “Ben-Hur”, y “Espartaco”. No hay nada como tirar de los clásicos para recordar que la vida es un poco más bella de lo que creemos recordar cuando estamos hartos de estar hartos. O lo que viene siendo cualquier día y hora de la nueva normalidad. 

Y que ningún niñato o niñata le venga diciendo a este vecino que no podemos ver ahora “Lo que el viento se llevó”, porque se hace apología del racismo.

En la vida nos encontramos con apologías de todo tipo, y somos nosotros quienes tenemos que luchar contra ellas y no prohibir su visionado, porque seguirán existiendo.

*FOTO: DE LA RED

sábado, 31 de octubre de 2020

DÍAS DE PISCOLABIS Y BATAMANTA

 

Por todos lados, por todos los gobiernos autonómicos, e incluso, central nos están llamando a quedarnos en casa este fin de semana, para protegernos de esa segunda ola de Coronavirus que amenaza con llevarnos a todos, y que hace ya mucho tiempo mojó hasta dejarla irreconocible, a nuestra anterior realidad. Serán días inequívocos de piscolabis y batamanta.

Es triste, pero ahora ves programas grabados con anterioridad a la pandemia, y en los que en algunos momentos, como “La voz” ayer noche, se ve el plató repleto de público, y ya tienes la sensación, como mínimo, de que se están cometiendo actos impuros: Desnudos, porque nadie lleva mascarilla. Ahora todos somos unos pecadores. Y ver una reunión de Trump y sus seguidores, días antes del Martes definitivo con muchas gorras rojas, pero muy pocas mascarillas, es la versión más porno de una orgía.

Lo comentado en el párrafo anterior no es una crítica a favor del negacionismo, imposible, porque este vecino del mundo no es de esos, sino el remarcar que nosotros, los de siempre, ya nunca seremos, aunque aparezcan mil vacunas, los mismos.

Nadie es el mismo después de una tragedia, y lo peor de todo es que en ésta la gente no se pone de acuerdo, y todo es opinable. Y mientras lo sea, parece que no puede haber sentencia verificando de que nuestra tragedia, la de todos, lo es.  Y seguirá habiendo jóvenes, y no tanto, que se manifiesten, como vacas sin cencerro, pidiendo su libertad a poder salir cuándo y cómo quieran, con o sin “tapabocas”.

Personalmente, este vecino del mundo les garantizaría su derecho a hacerlo previo firma de un contrato en el que renunciaran a todo tipo de cuidados médicos y plaza hospitalaria en caso de ser galardonados con un bonito coronavirus. Y además, en caso de que algún familiar suyo también caiga bajo las garras del Covid-19, vayan donde ellos, y les digan cara a cara de que es muy probable que ellos sean los responsables de esa enfermedad que ellos decían que no existía.

Este vecino del mundo siempre ha creído en el dicho “en el pecado lleva la penitencia”, y en ese otro aún más inapelable que “quien a hierro mata a hierro muere”. Los hechos no hacen más que repetirse y los irresponsables no quieren verlos.

Ya el peligro no está dentro de la televisión, en una película. Realmente podemos decir eso que se decía en "Poltergeist": ¡Ya están aquí! Y lo verdaderamente terrible es que son de nuestro mundo, o de lo que queda de él...

*FOTOGRAMA DE "POLTERGEIST"

 

lunes, 6 de julio de 2020

TIEMPOS DE HOUDINI



Este año me da la intuición, por no decir el pálpito, que suena pelín trasnochado y cursi (además que ya los que antes éramos clase media y que ahora no tenemos ni clase ni nada, ya nacemos sin ello), que lo de ir de vacaciones de verano va a ser como el desenlace de una película de Hitchcock, que hasta el último segundo no se sabrá si vamos o no.

Y es que tal como está el patio  de brotes del coronavirus, subiendo más que un termómetro en un baño turco, no puedes saber, con varias semanas de antelación, si sólo tienes que llevar ropa de verano, o de invierno también, por aquello de que te puedan forzar a estar confinado  y ver a la Pedroche comiendo las uvas  en la Puerta del Sol, y tu con cara de sueco, o haciéndote el mismo, con pantalones cortos y chancletas, mientras desde el cielo caen todo tipo de plagas.

Por cierto, hoy es la víspera de San Fermín, pero en esta nueva realidad, al que se arremoline en la Plaza del Ayuntamiento en Pamplona, en las horas previas al chupinazo, habiendo tenido que pasar todo tipo de control policial, no se sabe si le van a llamar despistado, irresponsable que sería lo propio, o Houdini por ser el rey del escapismo.

Lo mismo que antes del coronavirus, y visto con los ojos del ahora, se puede decir que éramos felices aunque fuera de marca blanca, y no lo sabíamos, ahora estamos viviendo una especie de apocalipsis pero sin efectos especiales, en lo que lo  primero que ha sufrido ha sido precisamente nuestros afectos especiales. Los más allegados han sido separados a golpe de alarma, y nos hemos ido anestesiando con internet y plataformas televisivas.

Sin embargo, sales a la calle a darte un paseo, que es de lo poco que todavía es gratis, y además no viene envasado en plástico, por lo que es totalmente ecológico, y no notas a la gente en las terrazas repletas, o haciendo un chiste, de “b(r)ote en b(r)ote”,  ni crispada, ni mucho menos con la mascarilla puesta.

Si fuéramos el mar, estaríamos en calma chicha total, momentos antes de la tormenta perfecta...

*FOTO: DE LA RED

lunes, 18 de mayo de 2020

NOS DARÁN LAS UVAS...



Cada vez que nos toca cambiar de fase en el mundo "coronavirus", y hoy toca, al menos en Euskadi, parece un día de campo y tengo la mesa llena de sugerencias y contraindicaciones. Pasamos del “no poder hacer”, al “hacer aunque no te apetezca porque ahora toca”.

Al final, por aquello de la seguridad, creo que será mejor que en lugar de salir yo a pasear, o a lo que toque en ese momento que se supone tengo que hacer, quizás será mejor mandar al abogado de la familia, si tenemos abogado, o familia, o lo que quede de ella.

Entre estado de alarma y estado de alarma, nos van a dar las uvas otra vez, y nunca mejor dicho, con el agravante de que para mantener la distancia social o lo que sea que se llame entonces, uno de los dos presentadores de la Nochevieja del año que apenas se usó, prefiero pensar que ella, estará en la Puerta del Sol, y él con su capa, capando lo que se tercie, o se tenga, y nunca mejor dicho, a mano en algún recondito lugar de nuestra España vaciada.

Quizás, y a modo de resumen como se hace a final de cada año, y nosotros, recordad, ya estamos en nuestra nueva, como la normalidad, Puerta del Sol, este año la mayoría nos hemos sentido como Calimero, pequeños, húmedos e incomprendidos, y especialmente negros de tanto quejarnos y de no ver de dónde nos viene la película, o lo que sea que en ese momento nos están proyectando. 

Porque no sé vosotros, pero este vecino del mundo tiene la sensación de que no está viviendo la vida, sino que se la están contando, y como diría Rosalía: -malamente.

*FOTO: DE LA RED.




sábado, 16 de mayo de 2020

...Y PARECE QUE FUE AYER



Leo en algún medio digital que se cumple hoy precisamente, un cuarto de siglo de la desaparición de La Faraona, o traducido para los que tienen menos edad, Lola Flores. Y no se me ocurre nada más original que decir que ese insustituible “… y parece que fue ayer”.

A eso hay que añadir, que en pocos días también, se cumplirán otros veinticinco años de la muerte de su hijo, Antonio, concretamente el 30 de mayo. Y es que hay vidas que irremediablemente van unidas…

De todas maneras, el de Lola Flores es el ejemplo típico de "arte", de ser artista. Ni era la mejor cantando, ni bailando, y tampoco le hizo ascos a la interpretación, pero tenía un algo que en el flamenco especialmente se denomina “duende”, y que en el teatro se conoce como saber pasar la batería, y que no deja indiferente a nadie.

Ya de todos es conocido, amén de clarificador, lo que dijo de ella The New York Times,  cuando en el año 1979 se adelantaba a la actuación que Doña Lola realizaría en el prestigioso Madison Square Garden, con una frase de esas que quedan tanto para la historia como para la histeria: «No canta ni baila, pero no se la pierdan».

Es triste, pero el coronavirus, y el mundo de su entorno nos ha marcado tanto ya, que mientras escribía estas últimas palabras “no canta ni baila…” desgraciadamente me estaba acordando paralelamente a nuestros políticos, que ni mandan ni dan ideas para colaborar en cierta manera luchando, al menos, contra la pandemia. Pero se aferran a sus cargos como si no hubiera un mañana, y quizás ésto sea lo acertado. No se quieren alejar de su cargo, porque sin él, es más que probable que al menos su mañana sea de inferior calidad, porque no les iba a hacer caso, ni el famoso Tato, que ese también está más cerca de Doña Lola, que de esos que la mayoría de las veces confunden el poder de ayudar con el poder de trincar.

*FOTO: DE LA RED

martes, 28 de abril de 2020

CONFINADOS A SU PRESENTE



Seguro que, como en todo, al final habrá confinados de primera y de segunda. Ya se está viendo, confinados que trabajan en la tele y que, en teoría, vuelven a casa, a la suya, pero va cambiando la amante del momento. Como para mear y no echar ni gota. 

Bastantes problemas se pueden tener con una relación oficial como para que en tiempos de coronavirus nos la juguemos, además en varios sentidos, en vertical y en horizontal.
Que por cierto, visto lo visto este fin de semana en el Canal Alegre, del Deluxe, ahora parece que si quieres encontrar trabajo, y tienes un novio con posibles, influencias, de derechas de toda la vida, te vas a tener que poner mirando a Murcia, que puede ser como el nuevo El Dorado, o “El timo de la estampita 3.0.” vaya usted a saber.

He de confesar, que este fin de semana opté por no llorar por cifras oficiales que te matan el alma, y me recluí en un mundo guionizado, como el mundo real, que se estaba escribiendo en cada momento, pero bajo la etiqueta “Sálvame Deluxe”. Y me reí como lo que debo de ser, un loco. Por "figuras" que se creen listos y que tienen la salvación ganada porque allí, en el más allá, ya creen conocer a alguien, que como siempre, intentara hacerles un apaño.

Partiendo de la premisa de que el que esté libre de pecado que tire la primera piedra, qué bien te lo puedes pasar. Y además, ya concienciado, no pasas ni vergüenza ajena, porque sabes que los sujetos activos en unos momentos, y pasivos en otros, tampoco conocen la vergüenza, ni quieren saber de ella.

De todas maneras, en una sociedad que se supone que ha cambiado tanto, y ya se habla más en femenino que en masculino, al final, en cuestión de cuernos, se sigue el manual. Las mujeres se despellejan entre ellas,  aunque empiecen su discurso con “es la última vez que hablo del tema, y además no tengo nada en contra de ella”, y el presunto macho, ni está ni se le espera.

*FOTO: DE LA RED


lunes, 27 de abril de 2020

EL FIN ÚLTIMO DE LAS COSAS...



No sé vosotros, pero yo tengo la sensación de que con este coronavirus nos hayamos enterado del fin último de las cosas; algo así como la caída de Pablo de su caballo; de la muerte del protagonista antes de comenzar su historia; de quiénes son los Reyes Magos, y el ratoncito Pérez. Y que los valores, las creencias, da lo mismo colocarlas hoy, o mañana en el calendario, pero siempre que se coloquen, para luego pasar por caja y que te apliquen el correspondiente IVA.

También ha servido, por si teníamos dudas, para comprobar que tenemos un gobierno cobarde, porque todos somos unos cobardes, y nos seduce más criticar a tiro fijo que tomar la iniciativa y jugártela tú.

Los políticos que nos mandan, cada vez que tienen que tomar una decisión, les tiemblan hasta las canillas, y a nosotros nos sobra caradura. Y sino, sirva para comprobarlo, nuestro comportamiento de ayer, al salir con nuestros niños a dar un paseo. Porque los únicos que dicen la verdad son nuestros hijos con su comportamiento, porque aprenden lo que ven y escuchan en casa.

Nosotros, los adultos, nos cansamos de decir que nos encantan los documentales de la segunda cadena, y es muy probable que si les preguntaran a nuestros hijos, respondan preguntando qué es eso. Porque en su casa, en la nuestra, nunca han oído ni visto un mísero documental, ni tan siquiera, su concepto…

Tan solo tengo la esperanza de que el próximo marzo no nos vuelva a pasar lo mismo, otra pandemia. Más que nada, porque estoy convencido de que no habremos aprendido, y que para nosotros, desde hace tiempo ya, dos veces seguidas es una tradición.

Mientas terminaba este post me ha sonado el móvil (es verdad, y no un recurso) y durante unos diez segundos no me contestaba nadie. Creo que se me ha parado el corazón dos veces, y al final ... era Vodafone. Lo dicho, al final siempre hay que pasar por caja, y en este caso no me refiero a la de pino, que también.

*FOTO: DE LA RED

domingo, 19 de abril de 2020

UN PALO CONFINADO...



Llevo varios días en los que no me asomo a esta ventana, más que nada, para no mostrar las miserias de este vecino del mundo, que pese a que se ha disminuido grandemente su dosis de noticias diarias y hace tiempo que quitó de su vista todo objeto cortante, mejor que no le contéis un chiste porque seguro que se echa a llorar.

Ya solo me queda de reducto de felicidad la hora que veo de lunes a viernes “Amar es para siempre”, en Antena 3, y ahora cada vez que veo un capítulo nuevo, debo de tener la misma sensación que un desactivador de explosivos, temiendo, siempre temiendo, que pueda ser el último. Porque aunque suelen grabarlo con bastante antelación está claro que todavía no habrán terminado la grabación de esta temporada, y en cualquier momento vamos a dejar a los personajes de la Plaza de los frutoscerrados hasta nueva orden”.

Más de una vez en esta confinación a este vecino le viene a la mente el anuncio del palo, y del niño dando voces de admiración al descubrirlo.

Como ahora no hay futbol y no podemos dar rienda suelta al entrenador que todos llevamos dentro, ahora nos hemos convertido en técnicos de coronavirus y sabemos la receta para que todo vuelva a la normalidad, y además, ¡qué casualidad!, nuestra familia primero.

Todo esto de la pandemia nos ha venido bien, y que se me entienda, por favor, para gritar al unísono: ¡Virgencita, que me quede como estoy! 

Porque esta vida, bueno, la anterior, hasta primeros de marzo, era una caca, pero era nuestra caca, porque podíamos hasta besarnos, abrazarnos. La mayoría de las veces no lo hacíamos, pero podíamos. Intentábamos que fueran otros los que sacaran a nuestros hijos, a ser posible los abuelos, porque así todo quedaba en casa, especialmente nuestro dinero.

Lo dicho, quizás hoy tampoco debería de haber abierto esta ventana, pero ya está hecho. Por cierto, si hay alguno de esos policías de balcón, que están tan de moda ahora, y que vigilan la moral de la tropa, pero siempre a su manera, ya sabe dónde estoy, y especialmente a qué dedico el tiempo libre…, bueno, libre no sino confinado.

*FOTO: DE LA RED


lunes, 13 de abril de 2020

UN GIRO DE GUION...


No sé vosotros, pero personalmente hay momentos en los que tengo sensación de estar agachado en una trinchera, y que si me levanto más de lo necesario, me puede alcanzar un virus lanzado por un tirador de élite.

Y no nos engañemos, ésto va para largo. A lo mejor, o para ser precisos, a lo peor, acabamos todos tan zumbados como  el célebre personaje, Rambo, de Vietnam, con la sensación de haber sufrido lesiones de una guerra, que verla al menos por ahora, no la ha visto nadie.

Por eso, ayer, al llamarme un amigo con mucha urgencia, ya habían pasado las nueve de la noche y decirme que pusiera en ese mismo momento “La Cuatro”, agradecí ese giro de guion.

El programa era “First dates” y en ese mismo momento estaba en pantalla una señora de rojo, de Vitoria concretamente, que se supone estaba esperando a conocer a la persona que le iba a presentar el  programa, por si podían hacer buenas migas… Mi amigo por el teléfono me dice, espera a ver quién es él, por si te suena... A los diez segundos aparece él. Tuve esa inequívoca sensación de estar en un tiovivo y que todo gira a tu alrededor.

Quien estaba en pantalla era, Janfri, el portero de mi casa. Tiene sesenta años, divorciado, y no llevará más de tres años en ese trabajo. Por lo que está demostrando que si algo es, a estas edades, es un superviviente. Además, es ese tipo de personas que lleva escrito en su cara el“buena gente”.

Ahora, con lo del coronavirus, y por una serie de razones, no me ha pillado ahí, pero cuando vuelva iré como un colegial a pedirle un autógrafo, y a vacilarle un poco, aunque al final me vacilará él a mí, seguro además.

Está demostrando tener una buena mano izquierda en su trabajo, porque hay mas de cien viviendas que dependen de su gestión, y a poco que nos pongamos todos, pero no a la vez, espero, un poco picajosos, hay que darnos de comer aparte.

Nunca hubiera considerado un programa como “First dates” algo parecido a una ONG, pero en estos días de retiro más bien forzado, cualquier cosa que te saque de lo habitual y prácticamente único, es de agradecer. Y ayer, verle a Janfri convertido por unos instantes en candidato al amor me sirvió para escaparme del confinamiento, como en su tiempo lo hizo el célebre Henri Charrière, “Papillon”, con las autoridades francesas.

Por cierto,  y ya para terminar, la cita a Janfri le salió bien, y habrá una próxima. Sigue saliendo el sol más allá del confinamiento.

*FOTO: DE LA RED

miércoles, 8 de abril de 2020

UNA CALLE SIN GENTE...



¡Siempre igual! Nos hemos pasado días y días hablando del famoso "pico", ese que será una especie de atalaya en el que observaremos tras él cómo “todo” irá bajando. Y cuando todavía no hemos llegado, ya estamos hablando, totalmente preocupados además, de cómo se va a hacer la desescalada del confinamiento. Algo así como estar preocupado de cómo vas a bajar el Everest cuando en plena ascensión todavía no divisas la cumbre.

Por cierto, las ya mencionadas: desescalada y confinamiento.  Dos de las palabras más importantes que el coronavirus nos ha traído,  y que a últimos de Diciembre estarán muy cerca del pódium de la palabra del año.

Y es que lo nuestro, además, es reír por no llorar; pero de la peor manera, reírnos de nosotros mismos, porque en realidad solo nos preocupa la foto del momento. El cómo llegar a la desescalada da lo mismo. En una especie de remedo de aquel burro que tocó la flauta por casualidad. Pero la tocó, leches.

Este virus no solamente está dejando muertos, muchos más de los que todavía se reconocen; también está dejando, como no podía ser de otra manera tratándose de España, imágenes lamentables de unos líderes políticos, todavía los de siempre, desgraciadamente, que constantemente utilizan todo, “todo”, para recordarnos que su ideología es la única que limpia más blanco.

Hay algunos, ya lo han demostrado otra vez, que lo único que les estorba es la realidad. Y por eso no dudan en trucar fotos para crear finales apocalípticos, en una Gran Vía madrileña repleta de banderas españolas, eso sí, que cubren miles de ataúdes. Cuando quizás, uno de los finales más tristes que se puedan encontrar es el de cualquier calle de las nuestras vacía o vaciada, lo dejo al libre albedrío, pero a la postre sin nadie. Y ya se sabe que una calle sin gente es como un político sin corazón: da miedo.

*FOTO: DE LA RED

martes, 7 de abril de 2020

LA COMEDIA DE LA VIDA



Al final con tanto famoso viendo las orejas al lobo en forma de coronavirus, no vamos a ser nada si el dichoso bichito no nos ha dado a cada uno de nosotros unas cuantas cornadas en el mismo ojo hasta casi perderlo.

Lo de Boris Johnson en cambio es para hacérselo mirar, cuando se recupere, que ojalá sea pronto. Y es que además de ser chulo, más que un ocho, cuando te pones chulo es lo que te pasa. Viene el destino y te hace tomar dos tazas de tu propia medicina. Además, a los que les cae mal, que somos muchísimos, nos tenemos que callar porque en ese caso nos pueden tachar de abusones.

De todas maneras, esperemos que si al Señor Johnson por aquello de la fiebre, le provoca visiones, y ve un túnel con una luz brillante al fondo, no vea también a su imperio británico en el horizonte, porque se nos lanza como un escapista sin vuelta atrás.

No sé por qué me da que para cuando todo vuelva a la normalidad, si algún día eso ocurre, quizás lleguemos a la conclusión de que este año no teníamos que haber guardado el árbol de navidad ni ese espumillón que está dando vueltas por casa, pero en fechas siempre equivocadas.

Este año, si volvieran las burbujas de Freixenet no me extrañaría que bailaran al son del Resistiré y de un Dúo Dinámico 3.0 en honor de todos esos que son pacientes de riesgo, y es porque la vida les ha pasado por encima y alguna consecuencia tenía que tener.

Y ya para terminar, una pregunta inocente: ¿Alguien sabe algo de Trump? A lo mejor nos enteramos de que ya ha metido en la cárcel a “Coronavirus y a su banda” que además tenían una extraña conexión chino-latina, y les hace responsables de todos esos cadáveres que ya no caben en las diferentes morgues.

Si alguien creyó en algún momento que nombrar presidente a un individuo como Donald Trump era un buen comienzo para una serie en el canal de la vida misma,  que sepa que ya ha pasado de la comedia al esperpento y va directamente a la tragedia. ¿No va siendo hora de cambiar la programación?

*FOTO: DE LA RED

domingo, 29 de marzo de 2020

OTRA VUELTA DE TUERCA



Es curioso. Siempre que hay un cambio horario, como el acaecido esta mismo noche, hacemos, o fingimos una especie de algarabía sobre el particular. Hoy, en cambio, con todo lo que tenemos montado desde hace un mes largo, y tenemos la casa propia, y la metafórica, como tenemos, lo de menos va a ser hacia dónde apuntan las puñeteras manecillas del reloj, que en la mayoría de los casos ya cambian automáticamente.

Si algo tenemos en estos tiempos del coronavirus es horas de darle al magín. Y hoy estaba pensando que si por un momento el coronavirus fuera consciente de la que ha montado, no me cabe la menor duda de que, como mínimo, nos pediría perdón.

Y es que así, a lo tonto, como se diría en mi pueblo, ya se ha acaparado el bicho de todo un año. Y para las mismas tiendas, esas que lo mismo están en Manhattan que en Motrico, famosas a nivel mundial, cómo superan al coronavirus. 

¿Quién anuncia este año un Black Friday sino hay campaña más grande e incluso más black que la del corona y la madre y el padre que lo parieron? Además de qué te va a servir una televisión nueva, por ejemplo, con más pulgadas que la mayor existente en tu barrio, si ya te has visto todas las series del mundo mundial y tus ojos tienen forma de pantalla plana.

Hoy, como domingo que es, echaré de menos un vermut bien cargadito con mis amigos, que por cierto cada vez quedamos menos, y a este ritmo de bajas, el que diga que cambiemos de bar, y el que cierre la puerta tras irnos, va a ser el mismo. Y así no se puede.

A partir de mañana, otra vuelta de tuerca y ya se quedan en casa los que no tengan un trabajo que no sea de los imprescindibles. Y acordándome de las primeras imágenes sobre la influencia del coronavirus en el comportamiento de la peña, peñita, peña, más papel higiénico necesitado en las casas. Será por aquello de que la familia que defeca unida, permanece unida.

*FOTO: DE LA RED

jueves, 26 de marzo de 2020

UNA MERA CUESTIÓN DE ATREZO



Son las ocho de la noche, e iba a comenzar mi post de hoy. Tenía todo preparado, y aunque con eso de todos en casa, y solamente casa, no es habitual este horario para comenzar mi post. De todas maneras, y por una serie de casualidades, todo se ha ido al garete, o al menos el rumbo de lo pensado ha cambiado.

En la sala, la habitación adjunta, parte de la familia estaba viendo la Cadena Alegre, cuando me he dado cuenta de que estaban retransmitiendo, como se suele decir, en pleno directo, los aplausos que la gente está dando y se está dando, creo que a la entrada de un hospital. Pero llamadme raro, antiguo, o todo junto, no me ha gustado nada esa especie de uso y abuso de las buenas intenciones de muchos.

De hecho, solo han pasado diez minutos y los mismos que se hacían eco de la noticia, ahora, como jueves que es, ya están anticipando asuntos que se van a tratar hoy en el programa de Supervivientes.

No nos vamos a rajar las vestiduras a estas alturas de la película, pero  si esa cadena de televisión, y otras, no se dedicaran a vender noticias, habrían puesto una cadena de carnicerías y todo su esfuerzo desembocaría  en muy alargadas ristras de chorizos y salchichas. Quizás, por aquello de que lo que no mata engorda, especialmente al propietario del invento, o más bien del chiringuito.

Convertir todo un tributo a los buenos sentimientos en mero espectáculo tiene mucho de corazón congelado y de no ver más allá de lo que cobras a fin de mes.

Por lo demás, cuando todo eso del coronavirus termine, sacaremos muchas conclusiones. Y personalmente ya puedo ir adelantando una.
Conviene, los que ya hace tiempo que comenzamos a caminar por la senda de los sesenta, que cuidemos nuestra forma física, porque ya ha quedado nítido que a partir de los setenta ya te consideran  “prescindible”, y te conviertes en carne de cañón. En caso de duda, o de amontonamiento de enfermos en centros hospitalarios tendrás la sensación de que los buitres cada vez sobrevuelan más cerca de tu cabeza.

Te pasas estudiando hasta pasados los veinticinco años, con cincuenta y cuatro gentilmente tu empresa te manda con un ERE a la calle. Y ahora, viene el famoso coronavirus, y las mentes pensantes disponen que a partir de los setenta puedes ser prescindible, pero seguro, seguro, que no tienen nada contra ti.

Hace ya mucho tiempo, cuando nació mi hija, y al ir a cumplimentar sus papeles en el juzgado, me descubrí esperando delante de tres puertas con sendos letreros en ellas: NACIMIENTOS, BODAS, DEFUNCIONES. Y en realidad eso puede ser la fría autopsia, como todas lo son, de lo que es la vida. Lo demás, una mera cuestión de atrezo.

*FOTO: DE LA RED


martes, 24 de marzo de 2020

LOAS A LAS COSAS PEQUEÑAS


Otros veinte años así, que veinte años no es nada, y ya tenemos otro tango, el tango-virus.

Personalmente este vecino del mundo lleva unos años de “bichitos” que debería hacérmelo mirar, porque en agosto del 18, del 2018, me entró una ameba, una Acanthamoeba en el ojo, y tras un año de dimes y diretes con el bicho, la cosa acabó en septiembre del 19, 2019, en separación dura y rotunda, es decir, con un ojo de pega en una cajita muy molona.

Lo importante, aunque no lo parezca, es el humor, nunca se sabe si el tuyo o el mío, si del que mira o del que lo sufre, pero siempre el humor.

Ayer oyendo la radio, debí de coger, como dirían en Sudamérica, mala onda, porque todo lo que oí era como para alejarte de todo objeto cortante, porque ya se respira ambiente de que no va a ser suficiente con pagar los pedidos de todo lo necesario para atender y curar el coronavirus. Sino que se respiraba en los comentarios ambiente de trapicheo. Que si mi país tiene más dinero que el tuyo, y yo te voy a hacer más pedidos, y por tanto mi dinero es mejor.

Ya me perdonaréis por la comparación, pero con la única intención de dejar nítida mi posición, cuando se empieza a hablar del tamaño del miembro, el amor desaparece y lo mismo debe de pasar al hablar de salvar al paciente, o cómo te pago lo que te pido.

Siempre se ha dicho que muchas veces antes de encontrar algo podrido el mismo hedor te va guiando, y quizás en el caso del coronavirus el paso del tiempo va dejando a la vista corrupciones que han ido deteriorando poco a poco nuestro sistema de salud que se supone que siempre ha sido uno de los mejores del mundo. A lo mejor más de uno, o una, a un paso  de ser ingresado, se cuestiona lo que en un momento dado pudo hacer en su paso por la política, y no hizo, o incluso, para más inri, ayudó a degradar en lugar de estarse quieto.


Quizás para lo que nos puede servir esta reclusión forzosa es para hacer loas a las cosas pequeñas, a detalles: sacar el perro a pasear, ir a hacer las compras del día… Además con la sensación de que tienes/debes disfrutarlas como ese único chute que vas a tener ese día, y cuya sensación tiene que durarte hasta la siguiente, que a ciencia cierta no sabes cuándo será.

Ya lo ha escrto más de uno estos días, “éramos tan felices, y no lo sabíamos”. Porque siempre nos enseñan en los diferentes medios de comunicación, posibles deseos a la carta, y a ser posible, por aquello del precio, “etiqueta negra”.

De todas maneras, el bichito, al menos por ahora, tampoco ha conseguido igualarnos, asunto que más de uno está empeñado en demostrar, porque hay quien se divierte por Instagram dando pequeños conciertos, e incluso divagando sobre el coronavirus mientras posa en su bañera con pétalos sobre la espuma, y otros que intentan ayudar a su vecina de toda la vida, que ya va por los noventa, y con la familia lejos de ella.

Hay historias que ya nacen con banda sonora, y otras que solo serán registradas en la memoria de quienes las forjaron… y que durarán como todas las historias, mientras vivan los que las crearon, e incluso los que las compartieron y simpatizaron con ellas.

*FOTO: DE LA RED

viernes, 20 de marzo de 2020

LA SECUELA DE LA SECUELA



Estoy convencido, y lo he comentado hoy en casa, que no nos vamos a ir de rositas de ésto, y que va a haber un antes y un después. Y es que no se puede poner nuestras vidas patas arriba y que quede todo en un “pues ya no me acuerdo”.

Quizás nos habíamos convertido todos en bastante egoístas.  Todavía ayer, día del padre, han sido muchas las familias, en Bilbao, por citar un ejemplo, que han intentado poner rumbo a su segunda residencia, pasando de todo lo que se ha dicho (más que recomendaciones), para no poner en juego nuestras vidas, propias y ajenas.

Este vecino del mundo está convencido que tendremos para unos cuarenta días de reclusión, y en claro homenaje a Sabina, y sus 500 noches. Y es que la soledad, y más por la noche, cunde mucho.  

Psicológicamente no nos va a reconocer ni el padre que nos proyectó, la madre siempre es otro tema.

Los mismos políticos ya no saben ni qué senda seguir, porque en los manuales de sus partidos, si buscas “coronavirus” no aparece nada.
Los separatistas catalanes que siempre juegan a tener todas las respuestas precocinadas, tampoco saben qué hacer, salvo protestar por todo, aunque eso signifique decir lo contrario de hace cinco minutos.
Y es que nos habíamos instalado en la secuela de la secuela, y como diría un gracioso, ahora no cuela.

Con el agravante de que,  tal como estamos, no te puedes escudar en la soledad de tu casa. Porque, aunque seas un mindundi anónimo, te piden que des tu opinión para una emisora cualquiera en directo y por Skype. Y como no tienes claro qué decir sobre la soledad de tu aburrimiento, solo estas preocupado por qué lugar de la casa enseñar. Los cuarenta metros de tu hogar, bien colocados, pueden dar para mucho, al menos desde el punto de vista de tus conocidos, para ponerte a parir.

Cada día tengo más claro, que si hay un después del coronavirus, a muy pocos les puede importar.

*FOTO: DE LA RED

jueves, 19 de marzo de 2020

EN TIEMPOS DE CORONAVIRUS...



Hoy por aquello de darme ánimos ya he cantado, me he cantado, tres veces el “Resistiré”, y ya no tengo tan claro si resistiré una cuarta. Y es que como ya estamos cansados de oír en los comunicados del gobierno, "la cosa es impredecible, y cambia de un día para otro".

Ya me veo que mañana me despierto con un bombo de seis meses, y mi pareja me dice que le acaban de despedir. La cosa no es que pinte mal, sino que va mal.

Ayer nuestros vecinos nos sorprendieron con una insistente y afinadísima cacerolada en el mismo momento en que Felipe VI hablaba por la televisión. Estuve a punto de pedirles por favor que se manifestaran un poco más bajo que no le podía oir, y que, cosas de los actos reflejos, en cualquier momento tendríamos noticias de la Pedroche, su vestido, y su marido.

Hace días comprobé que en tiempos de coronavirus cualquier cosa es posible, como en una especie de nuevo “amanece que no es poco”: primeros carteles de cualquier espectáculo, ahora en el paro y sin cobrar haciendo audiciones desde su balcón, incluso con música en directo. Como es el caso de Ruth Lorenzo que se arrancó desde su balcón con varios temas. En estos casos, además, normalmente cantas lo que te pide el corazón, no las ventas de tu disco en promoción, que curiosamente siempre se dice que es el mejor de toda tu carrera...

Sinceramente, con respecto al discurso del rey, me defraudó que no hablará sobre su coronavirus particular, su padre y esos millones de apariencia saudí. Dicen que no tiene nada que ver con los otros asuntos, y que sería mezclar churras con merinas. Pero ocurre que fue él mismo quien lo desveló  hace pocos días, en esta misma vorágine.

Lo más triste,  y que me ha dado mucho qué pensar, es que al terminar el discurso, y de manera natural, sin ironía ninguna, lo juro, me imaginé, arrastrado por los sentimientos y lo que veía, el siguiente movimiento de nuestro rey, al oír el “corten” de su discurso: 
-Leti, prepara la mesa, que estas cosas me dan mucha hambre.

Demasiado campechano para no alimentar más recuerdos...

*FOTO: DE LA RED.



martes, 17 de marzo de 2020

QUE ME LO VEO VENIR...



Que me lo veo venir. Si los plazos se habían acortado, y ahora una cosa que se repite en dos años, es decir, en dos veces, ya es tradición, lo de aplaudir en los balcones por la noche puede acabar como el rosario de la famosa Aurora.

El ritual del balconing del coronavirus se va a convertir en lo que en los años sesenta y setenta en la radio se conocía como “discos dedicados” y ya se han comenzado a oír canciones como “Resistiré”, “Color esperanza", y en lugares cercanos, donostiarras, “Txoria txori”, y la tamborrada. Al margen de que ya han surgido hasta disc-jockeys de balcón e incluso deportistas jugando al ping-pong de ventana a ventana.



Que me lo veo venir. Que nuestro momento de gloria va ser también nuestro cadalso, y antes moriremos de una pulmonía doble, como las que se cogían antes (porque aquello sí que eran pulmonías, oiga) ganada en nuestro balcón a fuerza de aplausos y de exaltación espiritual por todo lo que se menee.

Y en el fondo, todo ésto no deja de ser “ver los toros desde la barrera”, o pan y circo.

En lo que nos dejan de dirigir unos, nos dirigimos nosotros mismos, pero siempre en unión. Porque si algún día, Dios no lo quiera, nos damos cuenta de que somos tontos, lo seremos pero todos, para que nadie hable.

Pero que conste que lo de los festejos en los balcones no deja de ser otra forma de la verbena pura y dura. Y es que cada uno hace lo que sabe. 

En cualquier momento, y eso que ahora están fuera de juego, se nos unen los de la pérfida Albión, en su versión de Magaluf, y como su primer ministro, Boris Johnson, ya cuenta de antemano con que va a haber muchísimas bajas, su último show antes de lanzarse a los bordes de cualquier piscina, puede ser una especie de actuación samurai pasados por cerveza en cantidades ingentes.

Esto del coronavirus todavía nos va a traer grandes sorpresas, que sean buenas ya es otra cosa…

*FOTO: DE LA RED

lunes, 16 de marzo de 2020

CONFINADOS PERO FELICES



Estoy convencido que el sistema de internet, o como quiera que se diga en pretencioso, peta en cualquier momento.

No puede ser que todo el que no tenga que ir a trabajar, e incluso trabajando, esté conectado a la red de redes, y ésta no sufra sobrecarga, por lo menos de chorradas, porque no nos va a dar a todos, de un momento a otro, para elucubrar como si fuéramos un personaje de Shakespeare en busca de honra, o de país, o de ambas cosas.

Por de pronto yo ya he comprado por la red, para entrar en situación de la época que estamos atravesando, un disfraz de preso, de esos de los de toda la vida, con rayas blancas y negras. No he pedido la bola, no, aunque me la podían mandar también, con cadenas y grilletes, todo incluido, porque, la verdad, la veía muy pequeña para todo un coronavirus.

Siempre lo he dicho, se puede creer en cualquier cosa, por ejemplo en Star Wars, o para los de mi "degeneración", en “La guerra de las galaxias”, siempre que se cuiden los detalles, y a mi la bolita de preso no me parecía nada seria. Incluso, bien pensado, ya de preso me puedo unir a un pedazo de papel, a una factura, o a una hipoteca, que eso sí que une de por vida, a la tuya y a la de tus hijos.

Se nos ha dicho que tenemos que estar así, confinados en nuestras casas, un mínimo de dos semanas, pero este vecino del mundo está convencido que en dos semanas no se le da la vuelta a esto. Comenzamos por las noches aplaudiendo al sistema de salud, pero no se sabe cómo acabaremos, incluso intentando prender fuego a nuestra sombra...

Nos va a venir la primavera y con ella los deseos de todo, encerrados y más secos que la mojama. Pero eso sí, ya puestos, confinados pero felices. Mojama de atún con almendras, que alguna almendrita ya he visto yo por aquí. 

Como ya he dicho antes, cuidando siempre los detalles…

*FOTO: DE LA RED

sábado, 14 de marzo de 2020

MAQUILLANDO VERGÜENZAS



Creo que ya lo he comentado aquí alguna vez. Soy un gran seguidor de Boris Izaguirre y su columna semanal, los sábados, en El País, por aquello de que siempre está en un lugar diferente, y que como el panorama que le rodea, hoy habla de una cosa y mañana de otra, pero siempre con un toque de clase y de cierto aroma a jet lag.

Hoy haciendo guardia en casa, y tras leerle, me estaba preguntando, si en los ambientes que frecuenta Don Boris, también caerán rendidos al coronavirus. Por lógica sí, pero me imagino que en su versión más “posh” (elegante). Nada vinculado con China, sino algo proveniente por ejemplo de Mónaco. Ya se sabe que la corona en Mónaco siempre ha estado más que cuestionada.

Nosotros, nuestra España en cambio, en momentos donde queda al descubierto nuestras prioridades, demostramos que lo que más nos preocupa es la retaguardia. Única manera de explicar esa gran preocupación por el papel higiénico y de terminar con sus existencias.

La experiencia demuestra que siempre hay alguna Universidad rara, de esas perdidas en algún lugar desconocido hasta entonces, que siempre se descuelga, especialmente en verano, con algún estudio de esos muy raros que te hace cuestionar cómo puede haber alguien que se pueda hacer esa pregunta.

¿Para cuándo un estudio de la preocupación que tenemos los españoles con el papel higiénico en momentos en que pudiéramos correr riesgo de desaparecer?

Si ayer me hacía eco de esos madrileños que han tomado al asalto las tierras valencianas, y lo enfocaba en Gandía, horas después nos enterábamos de que el Señor Aznar y su esposa, o la Señora Botella y su esposo, también emprendían su éxodo particular, estos a Guadalmina, en Marbella. Que todavía hay clases, y más si fueran verdad lo que las malas lenguas contaron en su momento sobre pisos municipales  que fueron vendidos en Madrid a fondos buitres

Pero ya se sabe que la gente siempre es muy mal hablada y pensada, especialmente si les quitan la vivienda y no les queda… ni para limpiarse el trasero. 

Por eso sigo sin comprender esa obsesión por algo tan superfluo como un papel que solo maquilla vergüenzas pero nunca otorga patente de corso para cualquier tropelía, y sino que se lo pregunten a los Aznar Botella.

*FOTO: DE LA RED