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miércoles, 8 de abril de 2020

UNA CALLE SIN GENTE...



¡Siempre igual! Nos hemos pasado días y días hablando del famoso "pico", ese que será una especie de atalaya en el que observaremos tras él cómo “todo” irá bajando. Y cuando todavía no hemos llegado, ya estamos hablando, totalmente preocupados además, de cómo se va a hacer la desescalada del confinamiento. Algo así como estar preocupado de cómo vas a bajar el Everest cuando en plena ascensión todavía no divisas la cumbre.

Por cierto, las ya mencionadas: desescalada y confinamiento.  Dos de las palabras más importantes que el coronavirus nos ha traído,  y que a últimos de Diciembre estarán muy cerca del pódium de la palabra del año.

Y es que lo nuestro, además, es reír por no llorar; pero de la peor manera, reírnos de nosotros mismos, porque en realidad solo nos preocupa la foto del momento. El cómo llegar a la desescalada da lo mismo. En una especie de remedo de aquel burro que tocó la flauta por casualidad. Pero la tocó, leches.

Este virus no solamente está dejando muertos, muchos más de los que todavía se reconocen; también está dejando, como no podía ser de otra manera tratándose de España, imágenes lamentables de unos líderes políticos, todavía los de siempre, desgraciadamente, que constantemente utilizan todo, “todo”, para recordarnos que su ideología es la única que limpia más blanco.

Hay algunos, ya lo han demostrado otra vez, que lo único que les estorba es la realidad. Y por eso no dudan en trucar fotos para crear finales apocalípticos, en una Gran Vía madrileña repleta de banderas españolas, eso sí, que cubren miles de ataúdes. Cuando quizás, uno de los finales más tristes que se puedan encontrar es el de cualquier calle de las nuestras vacía o vaciada, lo dejo al libre albedrío, pero a la postre sin nadie. Y ya se sabe que una calle sin gente es como un político sin corazón: da miedo.

*FOTO: DE LA RED

jueves, 26 de enero de 2017

EL BLOG DEL ACANTILADO


El post de hoy va dedicado especialmente a todos aquellos que me siguen habitualmente, y que están preocupados porque llevo varios días sin escribir algo nuevo.

¡Tranquilidad! Todo va bien, o mal (según se mire). Físicamente no me ocurre nada, porque con los años, cada vez más, uno ya se ha acostumbrado a contemplarse como “arte alternativo”, en lugar de aquel “feo” con el que normalmente me catalogaban en la juventud. Ya se sabe, todo es cuestión de saber promocionarse, y no "venderse", porque, eso, ni metafóricamente...

El problema de no escribir ningún post estos días, es que uno se conoce, y tampoco es cuestión de escribir pesimismo sobre pesimismo, o negro sobre negro, porque inmediatamente sería candidato a una camisa de fuerza y el tirar las llaves, como en la canción infantil, “en el fondo del mar, matarile, rile, rile”, para que nadie me pueda rescatar.

Y es que el entorno, teniendo en cuenta al mundo como aldea global, tampoco es como para tirar cohetes, aunque teniendo en cuenta al nuevo presi de los americanos, los cohetes de los pueblos se podrían convertir en misiles, ya se sabe, los americanos y sus superproducciones: todo a lo grande…

Con el panorama actual, a uno le salen mil y un chistes, pero todos con carga explosiva dentro, y nunca mejor dicho.

Mujeres adineradas que confían fielmente en sus maridos, y que incluso acompañándolos regularmente a Suiza, ni por un momento se plantean lo que sus maridos puedan estar haciendo.  Y es  que aunque les acompañaban a cualquier sitio, no sabían que aquellos edificios eran bancos, porque no son “como los de aquí”.

¡Qué suerte tienen algunos! Porque La Nuri, mi sufrida, aunque no es celosa, sabe que si huelo a tabaco, como sabe que no fumo, deduce que en el peor de los casos, alguna pelandusca ha podido estar cerca... Y no hablemos de dinero..., porque solo con mirarme, puede decir, euro arriba, o abajo, lo que me he gastado o ahorrado en las últimas veinticuatro horas. Y estoy seguro de que la mayoría de mis lectores, en este caso masculinos, opinarán lo mismo. Porque para cuando nosotros, vamos, ellas ya han estado allí. Y eso no es ni machismo, ni feminismo, sino realidad de la buena.

Miles de mujeres luchando día a día por la igualdad de géneros, y “algunas”, lo echan a perder  en una hora, o lo que viene siendo el declarar ante el juez, presuntamente, por poder seguir disfrutando su nivel de vida fuera de la cárcel…

Con respecto a las denominadas “redes sociales”, tweets llenos de odio dirigidos a la memoria de una fallecida famosa, y que compruebas que por venir presuntamente de derechas esos mensajes, se tarda mucho más, parece ser, en tomar cartas en el asunto por parte de la fiscalía.

El odio no debería de tener diferencias por origen o destino, porque el odio no se debe disfrazar de niveles de baja o alta intensidad. Lo que es terrible y horrible en sí mismo no se debe de medir, sino directamente aislarlo. Y aquí no se debe de mencionar el fantasma de la “censura”, porque el humor negro es otra cosa.

Ya se puede percibir, por todo lo anterior, que ni las musas se quieren acercar a este vecino del mundo, Y eso, sin hablar todavía del “amigo americano”, desde hace poco con la cara, o cruz, de Mr. Trump. Analizándolo, a él, a sus pensamientos, y a sus confesadas aspiraciones, viene a ser como un “túnel del tiempo” pero con el que solo puedes ir marcha atrás, y retrotraerse a épocas de “caza de brujas”. Y a uno le da mucho, mucho miedo…

Y como siempre ha considerado, este vecino del mundo, a “este blog como una atalaya desde donde se ve, y se es visto”, estos últimos días se ha obsesionado con que su blog es una casa de cristal, por aquello de ver y ser visto, pero que está colgando de un acantilado. Con el agravante, además, de que este vecino del mundo tiene miedo a las alturas y, lo que es peor, al hombre en sí mismo, y a que el constructor del susodicho “nido de cristal”, aunque sólo sea mental, haya podido “distraer” unos cuantos “dineros” de la construcción, ya que visto lo visto, en este país parece ser lo habitual.


Lo dicho, miedo, mucho miedo, en un mundo de lobos…, de dos patas, que son los peores.

*FOTO: DE LA RED


viernes, 11 de abril de 2014

DE LIMPIEZA EN MI ATALAYA

Haciendo limpieza en mi atalaya desde la que observo la vida pasar, me he encontrado con multitud de recuerdos abandonados sin ningún orden ni concierto, dejados según terminados de vivir, como caían en el baúl del desdén.
Hay un ligero olor a ayer que lo inunda todo. He abierto las ventanas de par en par para que escaparan los sonidos que a modo de bandas sonoras se pegaban a las paredes negándose a abandonar el lugar que les ha querido durante tanto tiempo.
Hay un ligero olor a felicidad, en pequeñas dosis, difícil de encontrar, y tan difícil de olvidar. Un olor que nunca empalaga, con cierto recuerdo a salitre, a moreno de piel y eco de gaviotas. Por cierto, qué triste es esa imagen de nuestros días en que puedes encontrar a las mismísimas gaviotas perdidas en la mitad de una gran ciudad, algo tan extraño como buscar la virginidad en una recóndita casa de lenocinio.
Me ha parecido encontrar una sombra de juventud, pero solo era un desconchado de pintura, como los años que visten nuestra piel. Mientras algunas personas intentan disimular el tiempo con chapa y pintura de muy diversa índole, otros nos tomamos el paso del tiempo, y las primeras y segundas arrugas, como medallas que el tiempo nos pone. Y es que lo importante es resistir al mando del barco, de tu cuerpo, sin temor a todo tipo de tormentas, o incluso a mares en calma chicha con sabores de indiferencia y olvido.
Haciendo limpieza en mi atalaya encuentro recuerdos no recordados, escenas jamás escenificadas, porque fueron tan solo bosquejadas en un cuaderno de deseos incumplidos, y tan olvidados como aquella vez en que descubrimos que el amor es un tipo de flor que con el tiempo se marchita, y que solo se puede regar con la ilusión del día a día. 

*FOTO: DE LA RED