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jueves, 4 de junio de 2020

LOS MASTINES SON PARA EL VERANO...



No sé vosotros, pero a mi me entran ganas de que después de que termine esta desescalada, si lo hace, que ya hay días en que lo dudo, nos tomemos todos un cierto tiempo sabático
No, no me digáis eso de que con el confinamiento bastante tiempo sabático hemos tenido. Porque donde hay prohibiciones y restricciones, eso de hacer lo que me da la gana que debe estar implícito dentro del tiempo sabático no se cumple.

La verdad es que estos dos meses bien colmados, como dos tazas grandes llenas a rebosar, han sido, dentro de la presunta quietud de muros para adentro, bastante estresantes, porque cada dos por tres tenías que andar buscando en el BOE si ese día te tenías que peinar con raya a la izquierda o a la derecha, o sólo podías respirar en los segundos impares.

Por de pronto, si lo del viajar se normaliza, aunque dentro de lo normal ya tenga que ser que hagas todo el viaje, en autobús en el caso de este vecino, con una especie de bozal todo el rato en el morro, personalmente será difícil que me encuentren este año en la playa, al menos en horario, por decirlo de alguna manera, de oficina. Porque aquello se va a convertir en una especie de laberinto parcelario en el que no me extrañaría que más de uno se llevara su perro, preferiblemente mastín, para proteger lo que en esas horas es suyo.

Lo triste de todo esto es que añoremos un tiempo, no hace falta remontarse mucho, sino con tres meses atrás basta, en el que realmente no estábamos a gusto, pero que visto lo visto, la alternativa, esa nueva normalidad, hace plantearnos desde un punto de vista humorístico que no sabemos si vamos a vivir mucho, pero seguro que se nos va a hacer muy, muy largo.

*FOTO: DE LA RED

jueves, 14 de mayo de 2020

PRIMAVERA Y COACHING



No sé si tenéis la misma sensación que este vecino del mundo. Nos están sometiendo a, esa palabra que está tan de moda, tan anglosajona ella, un coaching, un aprendizaje, preparación, las veinticuatro horas del día. Cómo nos tenemos que comportar ahora, tanto en el confinamiento, como en la desescalada, y luego ya en esa nueva normalidad, que ya sabemos que si la describimos como “nueva”, nunca será la misma.

Es curioso, y bien pensado, está primavera está teniendo más coaching que polen.

Lo que ocurre es que llega un momento en el que se te calienta la oreja, porque hace unos minutos estaba escuchando la radio, a la una y media de la madrugada, Onda Cero. El coaching de ahora giraba en torno a que hay que consumir en las tiendas del barrio, cosa que como diría un castizo, me parece “fetén”, y que habrá que pasar las vacaciones en España, en nuestros hoteles, y en nuestros restaurantes. Que por cierto, ha dicho uno que acompañaba al presentador en ese momento, y que es propietario de un bar, que debemos de copiar también esa costumbre tan anglosajona de la propina, y nos portamos bien. Ahí es cuando se me ha irritado la oreja y la vena del cuello.

Haremos todo eso, cuando entre otras cosas, ganemos lo que ganan los ingleses, los alemanes, y los franceses. Y no me refiero a los extranjeros que trabajan en esos países, sino a los oriundos que tienen todos los derechos. Además, no se debería de pensar en las propinas a la hora de fijar una buena nómina para el currante. La propina si cae bien, pero no se debería de dejar al destino la nómina, por ejemplo, de un camarero. Pero de eso no se habla, porque entre otras cosas no debe de convenir, por de pronto, a la parte contratante.

Además, considero que la propina es, entre otras cosas, muy española. Lo que ocurre es que ya nos están preparando para suplir este año a los turistas extranjeros que al parecer no van a poder, en el caso de que hubieran querido, venir. Y el panorama que tenemos en España es bastante…desolador. Porque el común de los españoles no es el que se lleva el dinero a Suiza, que ese a lo mejor tiene mimbres hasta para organizarse unas vacaciones en Mónaco, sino a quien está en su casita, y muy probablemente en el paro.

Personalmente, este vecino pasa todos los veranos a orillas del Mediterráneo, y este año, si puede, lo hará otra vez. Lo cual no quiere decir que ni me calle ni olvide las diferencias de trato que siempre ha habido con respecto al extranjero, especialmente suecos, alemanes y noruegos. Las cosas son como son.

Después de haber estado más de media hora haciendo cola para cenar en un restaurante, a ellos no les ofrecen una mesa al lado del W.C. o debajo mismo del aire acondicionado, y al menda sí, mientras detrás entraban, casualmente, extranjeros en el mismo momento, y les ofrecían mejores lugares. No busco venganza, pero tampoco olvido, ni que me cuenten milongas. Porque no hay carnet de impresentable, ni patria de salva-economías, y puede venir desde cualquier frontera.

Aviso, personalmente ya está este vecino del mundo empachado de tanto coaching, porque al final seré yo quien decida qué hago, y lo que hago.

Muy poca gente se da cuenta que el comprar algo en una tienda, o irse a cenar a un restaurante, siempre es una ceremonia tan íntima como decidir acostarse con alguien. Pensároslo. No vayamos a confundir a estas alturas de la película, intimar con intimidar.

*FOTO: DE LA RED



miércoles, 6 de mayo de 2020

CARONTE EN LA ORILLA DEL LABERINTO...



Estoy totalmente preocupado. Debe de ser la primavera, pero a nuestros líderes políticos, es un decir, les ha dado por mostrar ante sus seguidores la cornamenta para ver quién la tiene más grande. Que si en MI AUTONOMÍA MANDO YO, Y SE MUERE, en el peor de los casos, COMO YO DIGO. Y “la berrea” de este año va a ser, y nunca mejor dicho, sonadísima.

Lo del coronavirus es una cosa muy seria, porque por lo demás sería para reírse hasta descoyuntarse la quijada.

Los partidos políticos españoles llevaban más de un mes bastante recogiditos, pero, ha sido mencionar la desescalada, y para ellos, esos mismos partidos, ha sido “desescalada” igual a “casi estamos bien” y han empezado sus caceroladas particulares sin balcón, y sin vergüenza.

Los indepes se han vuelto a poner la ropa, y maneras, de indepes, y han comenzado como los de derechas-casi centro-casi-me-caigo-por-la-derecha-más-extrema, y los de izquierdas sin tocar bola de poder, junto con todos los demás, están reivindicando que el balcón, y el pedazo de fachada correspondiente es suyo, y de nadie más. Y se cortan el pelo, el de todas partes, cuando les sale de ahí.

Al final, en el confinamiento nos está salvando que cada uno puede programar su ocio televisivo prácticamente según sus apetencias. Y este vecino se acaba de trajinar, incluso sexualmente, una serie española que lleva poco tiempo puesta en la plataforma de Amazón Prime,y que nadie la ha podido ver todavía en ningún canal televisivo.

Me refiero a Caronte, una gran serie, thriller, de trece capítulos, y desde ya os puedo decir que, sin destripar nada, es una serie que no te deja a medias, esperando para concluir la próxima temporada. Y eso que a falta de tan sólo cinco minutos se te antojaba que te ibas a quedar con una triste sensación de gatillazo. Y no es así.

Un reparto muy bien equilibrado con un extraordinario Roberto Álamo, en la piel de un abogado, novato pese a los años que tiene, porque antes fue poli y de los conflictivos además, al que lo único que nunca le podré perdonar es ese anuncio de apuestas deportivas.  Carlos Hipólito en el papel del super-malo de turno, está también como para darle un premio a nivel internacional. Eso que a este vecino del mundo no es de los actores que más le gusten, y no me meto con su calidad actoral, que es muy bueno siempre. Pero por razones de química, hay con quienes tienes más afinidad, y éste no es el caso.

De lo mejor de la serie el uso mismo que se hace de la palabra Caronte y su significado mitológico. No os la perdáis.

Por lo demás, seguimos en estado de alarma, y con esa sensación de estar dentro de un laberinto, en el que en cualquier momento nos puede fallar la orientación y las buenas decisiones.

*FOTO: DE LA RED

miércoles, 8 de abril de 2020

UNA CALLE SIN GENTE...



¡Siempre igual! Nos hemos pasado días y días hablando del famoso "pico", ese que será una especie de atalaya en el que observaremos tras él cómo “todo” irá bajando. Y cuando todavía no hemos llegado, ya estamos hablando, totalmente preocupados además, de cómo se va a hacer la desescalada del confinamiento. Algo así como estar preocupado de cómo vas a bajar el Everest cuando en plena ascensión todavía no divisas la cumbre.

Por cierto, las ya mencionadas: desescalada y confinamiento.  Dos de las palabras más importantes que el coronavirus nos ha traído,  y que a últimos de Diciembre estarán muy cerca del pódium de la palabra del año.

Y es que lo nuestro, además, es reír por no llorar; pero de la peor manera, reírnos de nosotros mismos, porque en realidad solo nos preocupa la foto del momento. El cómo llegar a la desescalada da lo mismo. En una especie de remedo de aquel burro que tocó la flauta por casualidad. Pero la tocó, leches.

Este virus no solamente está dejando muertos, muchos más de los que todavía se reconocen; también está dejando, como no podía ser de otra manera tratándose de España, imágenes lamentables de unos líderes políticos, todavía los de siempre, desgraciadamente, que constantemente utilizan todo, “todo”, para recordarnos que su ideología es la única que limpia más blanco.

Hay algunos, ya lo han demostrado otra vez, que lo único que les estorba es la realidad. Y por eso no dudan en trucar fotos para crear finales apocalípticos, en una Gran Vía madrileña repleta de banderas españolas, eso sí, que cubren miles de ataúdes. Cuando quizás, uno de los finales más tristes que se puedan encontrar es el de cualquier calle de las nuestras vacía o vaciada, lo dejo al libre albedrío, pero a la postre sin nadie. Y ya se sabe que una calle sin gente es como un político sin corazón: da miedo.

*FOTO: DE LA RED