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martes, 7 de abril de 2020

LA COMEDIA DE LA VIDA



Al final con tanto famoso viendo las orejas al lobo en forma de coronavirus, no vamos a ser nada si el dichoso bichito no nos ha dado a cada uno de nosotros unas cuantas cornadas en el mismo ojo hasta casi perderlo.

Lo de Boris Johnson en cambio es para hacérselo mirar, cuando se recupere, que ojalá sea pronto. Y es que además de ser chulo, más que un ocho, cuando te pones chulo es lo que te pasa. Viene el destino y te hace tomar dos tazas de tu propia medicina. Además, a los que les cae mal, que somos muchísimos, nos tenemos que callar porque en ese caso nos pueden tachar de abusones.

De todas maneras, esperemos que si al Señor Johnson por aquello de la fiebre, le provoca visiones, y ve un túnel con una luz brillante al fondo, no vea también a su imperio británico en el horizonte, porque se nos lanza como un escapista sin vuelta atrás.

No sé por qué me da que para cuando todo vuelva a la normalidad, si algún día eso ocurre, quizás lleguemos a la conclusión de que este año no teníamos que haber guardado el árbol de navidad ni ese espumillón que está dando vueltas por casa, pero en fechas siempre equivocadas.

Este año, si volvieran las burbujas de Freixenet no me extrañaría que bailaran al son del Resistiré y de un Dúo Dinámico 3.0 en honor de todos esos que son pacientes de riesgo, y es porque la vida les ha pasado por encima y alguna consecuencia tenía que tener.

Y ya para terminar, una pregunta inocente: ¿Alguien sabe algo de Trump? A lo mejor nos enteramos de que ya ha metido en la cárcel a “Coronavirus y a su banda” que además tenían una extraña conexión chino-latina, y les hace responsables de todos esos cadáveres que ya no caben en las diferentes morgues.

Si alguien creyó en algún momento que nombrar presidente a un individuo como Donald Trump era un buen comienzo para una serie en el canal de la vida misma,  que sepa que ya ha pasado de la comedia al esperpento y va directamente a la tragedia. ¿No va siendo hora de cambiar la programación?

*FOTO: DE LA RED

sábado, 13 de diciembre de 2014

SIRENAS DE PÁRAMO, O DÍAS DE BURBUJAS

Personalmente tras esa serie de molinillos con los brazos, echo en falta que salga una paloma, o como es debido, una botella de cava…
¡Perdón! He comenzado  por el final. Me refiero al anuncio navideño de Freixenet. En él, nuestra  María Valverde se marca, o mejor dicho el coreógrafo le ha marcado, unos pasos de baile  a ritmo desenfrenado, como si tuvieran más cosas que hacer que tiempo, y tras muchos gestos…queda en nada.
Quizás la vida es como el anuncio de Freixenet, mucho esfuerzo para llegar a la misma casilla de salida, mientras una voz, a modo de conciencia (en el anuncio un David Bisbal que se atreve con el inglés, aunque el idioma parece que quiera huir) te va diciendo cosas inteligibles o que no quieres entender. Días de burbujas, de lentejuelas, de oropel,  y días de bajón, cuando se apagan las luces, especialmente las de las ideas.
Nunca he puesto ninguna pega a ninguno de los anuncios de la bebida dorada, pero quizás este año ese ritmo desenfrenado tanto en el baile como en la melodía dan la impresión de intentar enmascarar una vida, la nuestra, que bien sea por los años, o por los sucesos sociales, parece que en realidad va a dar paso a otra cosa, a algo totalmente diferente, y se queda en la explosión, en las burbujas…Y no hay nada más. ¿Pura metáfora de la vida?
Investigando, porque no conocía la canción del citado anuncio, Closer tonight, he descubierto a su autor y cantante original, el cubano-neoyorquino Elsten Torres, y la puesta en escena de su vídeo, esa sirena de páramo, me seduce en su idea, y quizás me hace sentir que todos somos, en realidad eso, unas sirenas arrancadas de su lugar de origen, quizás de ese Edén al que pertenecemos e intentamos volver dando coletazos durante toda nuestra vida.
¿Qué imagen puede haber más triste que toda una sirena en una silla de ruedas? Quizás, precisamente, puede ser la cara B de las burbujas doradas, de ese submundo que se quiere ocultar.
Y la canción en sí, mucho más pausada, y sin duda melancólica, da qué pensar; quizás lo que se olvida tras una noche de alcohol y focos.
Esta vez al menos un anuncio me ha servido para algo más de que me entren ganas compulsivas de comprar algo, y es haber conocido a un cantante,  y a su canción, extrañamente ajena a esa superproducción de purpurina, luces y sonrisas.


*FOTO Y VIDEO: DE LA RED