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jueves, 16 de enero de 2014

PONGA UN TAMBOR EN SU VIDA...

No hay un lugar en Donosti estos días, cercanos al día de San Sebastián, que a eso de las ocho de la noche puedas estar libre de sufrir una agresión acústica en forma de ensayo de tamborrada. Además no te puedes quejar, viéndoles a ellas y a ellos con tanta dedicación maltratando a un tambor. 
Se supone que no debe de haber por ningún lado, ninguna asociación salvadora de tambores y similares porque de lo contrario estas fechas serían propicias para que pusieran todo tipo de querellas.
Más de una vez este vecino del mundo ha llegado a la conclusión de que los donostiarras, tan tranquilos, quizás demasiado, y comedidos, sin duda que en exceso, durante todo el año, soportando todo tipo de decisiones, cuando menos discutibles, por parte de los políticos de turno, y de resultados tan dispares de sus equipos deportivos, son así porque durante veinticuatro horas seguidas al año, se ponen tibios pegando a un tambor.
A alguien le ha dado por pensar el por qué cualquier donostiarra ha podido resistir tanto tiempo, más de treinta años, con los dimes y diretes de una estación de autobuses tan cambiante en su ubicación y ejecución, sin tan siquiera parpadear…Está claro que porque el 20 de Enero de cada año le ha dado a rabiar a su tambor. No hay otra explicación.
Partiendo de esta idea, de la presencia de un tambor, se podría lograr un mundo mejor, regalando tambores, para su uso naturalmente, a todos aquellos que tengan que tomar decisiones cuando menos complicadas para el resto de los que le rodean.
Lo mismo que está institucionalizado el “Tambor de oro” para aquel o aquella que durante todo el año, digamos que promocione Donosti, o se le relacione indefectiblemente con esta ciudad, también se deberían de repartir unos cuantos tambores al año a gente que por algún tipo de decisión haya creado algún conflicto durante el año, bien en su ciudad, autonomía o país.
Este año por ejemplo un máximo candidato para que se le regalara un tambor, y bien grande, y que lo usara hasta romper, sería el alcalde de Burgos, y a los concejales de su partido, por poner en jaque a gran parte de sus ciudadanos con decisiones cuando menos cuestionables.
Lo mismo que es tan común en el donostiarra hablar de “el marco incomparable” deberíamos, a partir de ahora, promocionar la frase “Ponga un tambor en su vida, y la verá de otra manera”. Seguro que es un paso más para cambiar el mundo, y de hacerlo un poco más donostiarra.

*FOTO: DE LA RED