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viernes, 19 de mayo de 2017

LA MÚSICA COMO OBJETO CONTUNDENTE...




¿Qué necesidad de que me pongan el “txitxarrillo”, una especie de verbena que se celebra en los pueblos vizcaínos, a cinco metros de mi casa?

Fiestas en Ortuella, San Felix de Cantalicio, y este año han cambiado de ubicación este evento, y nos ha tocado la lotería de la vida.
                                         
Por aquello de que “piensa mal y acertarás”, estoy convencido de que el sitio en el que se celebraba anteriormente, Plaza Primero de Mayo, más conocido como Plaza del Ayuntamiento (y no quiero dar más pistas),  a alguien con presuntamente influencias, le ha debido de hartar, y estimar que si estamos en un sistema democrático, que ahora le toque a otro, y le comprendo, pero sin haber comprado boletos nos ha tocado la ruleta rusa, pero bien tocada.
  
Por de pronto, ya he escondido todo objeto punzante y que pueda ser lanzado por el balcón. Solo ha comenzado hace media hora (poco antes de las ocho de la tarde, y el otro día duró hasta la una, más o menos, de la madrugada), pero dentro de poco no voy a poder responder.

Que quede claro, no es una queja, es una petición de socorro, por si alguien luego se pregunta qué ha podido pasar.

Viendo un programa informativo, ahora mismo, tengo la sensación de que los presentadores fuerzan la voz, mientras disimuladamente miran hacia la izquierda, que es donde está el dichoso txitxarrillo.

Nunca hubiera creído lo peligroso que puede ser un pasodoble mal cantado, y los estragos que pueden hacer un teclado, una caja de ritmos, una guitarra, y alguien, una voz, que quiere agradar, pero que la naturaleza no le ha dotado de gusto. Luego hablaremos de los peligros de la guerra química...

Tengo una duda. La primera fila de gente está a no menos de dos metros del escenario (una especie de carpa de lona), y más cerca de los soportales que de los presuntos músicos. y no sé si es porque tienen miedo a mojarse, o simplemente tienen miedo.

Siendo egoístas, que lo somos, y mirando fríamente el panorama que se nos presenta a partir de esta verbena, y de la anterior, esta casa, desde hoy, vale mucho menos, por el peligro a todo tipo de espectáculos que se puedan montar. Nadie quiere vivir en un terreno minado...
               
¡Y podía ser peor! Especialmente si “ejecutan”, sin juicio previo, cualquiera de esas canciones que llevamos en la banda sonora de nuestra vida. Como se les ocurra tocar, y nunca mejor dicho, “My way” (“A mi manera”) tendré que plantearme lo de recuperar algún objeto punzante... Aunque no voy a hacer rehenes. 

El enemigo se acerca bailando la canción de Coyote DaxNo rompas más”. No sé si es una coreografía, o están marcando territorio…


Lo dicho al comienzo: ¿Qué necesidad, en este caso, de probar, que muy en contra de lo siempre creído, la música no amansa las fieras?


*FOTO: F.E. PÉREZ RUIZ-POVEDA