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jueves, 6 de junio de 2013

DONDE LOS CUENTOS NO SE ATREVEN

Desde pequeños nos contaron historias cada una más cruel que la anterior, en la que se relataban vidas de princesas envenenadas, hijas abandonadas por malas madrastras, paseos por el bosque de brujas hambrientas... que nos dejaban con la boca abierta y el corazón encogido.
Lo importante de esas historias, siempre venía al final, a modo de moraleja, en la que se premiaba o se denostaba el comportamiento del personaje en cuestión.
Desde hace mucho tiempo, este vecino del mundo pienso que los cuentos que conocemos, se hicieron pensando en los pobres, y en el fondo moral de todos ellos está el conformismo, que has nacido en el seno social que has nacido, y para transmutar de paisaje social tienes que andar besando a ranas como loco para encontrar un príncipe que te dé el pasaporte al éxito.
Como vecino del mundo no he encontrado ninguna princesa a la que le molestara un guisante debajo de diez colchones, entre otras cosas porque si fuera así, y ya solo con un colchón, se fastidia y aprende a dormir en otro lado de la cama, porque no está el tema para comprar más colchones para la “señorita” en cuestión.
Cada vez se utilizan menos los sastres, y encontrar además uno valiente, como se decía en el lenguaje de los cuentos, tenía que ser la
repanocha.
Muchos niños de ahora, lo más parecido a los cuentos que conocen son las historias de los video-juegos, y mientras antes buscabas a príncipes o princesas, ahora buscas como loco una vida para seguir sobreviviendo.
La diferencia entre el antes y el ahora, quizás estriba en que hace años te cultivaban la esperanza ante una vida que, como la de hoy, estaba llena de problemas pero te la pintaban de algo mágico para poder seguir viviendo y descubriendo en cada recoveco, que lo verdaderamente mágico es vivir y labrarte un futuro lo más cercano posible a aquello que habías soñado.
Ahora, los niños desde pequeños, saben que tienen un reloj, como el de los video-juegos, que nunca va para atrás, y tienen que ir cumpliendo etapas o aventuras, capturando presos, o matando sueños ajenos, para conseguir los propios.
Antes, lo único intocable era la moral, ahora, ni está ni es esperada.

Es curioso, pero quizás hemos conseguido que en un mundo sin cuentos, las historias que se pueden vislumbrar en un futuro son verdaderamente terroríficas.

*FOTO: DE LA RED