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domingo, 17 de marzo de 2019

TRUMP, ¿CLONANDO ESPOSAS?


Tal como está el panorama actual, uno ya ni se escandaliza ni extraña por nada. Por eso al leer que últimamente está corriendo el rumor de que el Señor Trump en sus viajes y apariciones está utilizando dobles, o triples (vaya usted a saber) de su señora, Doña Melania, este vecino del mundo ya se imagina a Donald Trump disfrazado de domador, y más valiente que nunca, por aquello del presunto mal café que ya gasta de por sí la primera dama.

Dice la prensa estadounidense que durante una reciente visita a Alabama, la persona que le acompañaba, en calidad de esposa, naturalmente, es una doble. Insisten en que el pelo es peluca y que la bajada por la escalerilla del famoso Air Force One no responde a su habitual lenguaje corporal. Esa misma teoría asegura que hay cuatro o cinco Melanias, incluyendo la real. 

Lo más normal, y seamos sinceros, hubiera sido, “clonar”, por llamarlo de alguna manera, al Señor Trump, porque entre su melena y su piel anaranjada, pareciera de primeras más propenso a ser cambiado. Aunque de todas maneras, si ya bastantes problemas está causando el movido de Trump, otros tres o cuatro en la misma foto, sería un auténtico sin vivir.

A medida que estaba escribiendo todo lo anterior, he recordado que se acaban de cumplir cien años del nacimiento de Gila. Me ha venido a la mente el genial humorista al pensar en el cambio o no cambio de la primera dama. Ya que Don Miguel Gila solía decir, era el humor de la época, que todas las noches cuando el marido, así en general, estaba esperando a que su esposa acabara de desmaquillarse y de quitarse y ponerse cosas, siempre acababa asustado mientras se oía una voz conocida que decía: Paco, que soy yo…

Al final, a Trump en lugar de liarla parda por parte de los demócratas, y si cambias “Paco” por “Donald”, los sustos no controlados le vienen siempre del lado marital-y-cual…

*FOTO: DE LA RED

domingo, 19 de agosto de 2018

DEL HOYO AL BOLLO, UNA VEZ MÁS



Hoy me han llamado “raro”, y eso que a lo largo de mi vida me han podido decir de todo, pero “raro” nunca. Y lo más triste es que siendo de la familia, es posible que esa persona tenga razón. “Raro”, como venido de otra galaxia. “Raro”, como que mi raciocinio se basa en otros valores que si no queremos decir que no son “los normales”, al menos no son los usuales.

Todo ha venido porque La Nuri, mi sufrida, me iba a dar dos noticias de ámbito familiar, utilizando el manido “tengo una noticia buena, y otra mala”. Y tras elegir primero la mala, me he enterado, de acuerdo a lo que me ha dicho ella, que al parecer la mayoría de las veces el comportamiento suele ser el contrario.

Siempre se ha dicho, y con los años este vecino lo practica con más frecuencia, eso de que más sabe el diablo por viejo que por diablo. Y uno va aprendiendo a encajar las cosas. Por eso  ante la perspectiva de recibir dos noticias, este vecino lo tiene más que nítido, que primero prefiere la noticia mala, que sería como un túnel negrísimo, y luego recibir la buena, a modo de vislumbrar luz al fondo del caos.

Y es que si algo nos está enseñando, y de antemano perdón por la expresión, que en este caso está muy alejada del tufillo racista, esta merienda de negros en que se ha convertido la vida diaria es que hay que fijarse en los pequeños detalles.

En una semana en la que hemos descubierto que en Benidorm hay demasiados españoles, según una jubilada británica, y que las cosas no cambian en aquello relacionado con el viejo dicho de “el muerto al hoyo y el vivo al bollo”. Con una tremenda crudeza y torpeza se ha practicado esto último, sin anestesia, en los actos que iban a ser una especie de homenaje a los caídos en los actos terroristas de hace ahora un año, y se han convertido, además, en la merienda mencionada anteriormente.  

Quizás lo único que se puede salvar, lo bueno de lo malo, le duela a quien le duela, por supuesto que aparte del comportamiento de las víctimas y de los representantes de los fallecidos que estuvieron en su justo sitio sacando los colores a todos, no es el comportamiento de la monarquía, así en general, sino de Felipe VI y su esposa, Doña Letizia, que han demostrado que son ante todo y sobre todo personas.

En momentos en que uno se sabe estar, como se dice ahora, en el centro mediático, tiende a sobreactuar y de persona transmuta tristemente a personaje.  Y  llámenme “raro” que ya saben que no serán los primeros, pero en los actos conmemorativos de lo ocurrido en Barcelona y Cambrils hubo más personajes que los que se pueden encontrar en un belén navideño.

Durante las retransmisiones televisivas, al verse a los políticos de cualquier pelaje, solo faltó la voz en off de Groucho Marx diciendo: Estos son mis principios pero si no les gustan tengo otros.

Por eso cuando La Nuri me habló de una noticia buena y otra mala, no lo dudé: La esperanza siempre hay que dejarla para el final.

*FOTO: DE LA RED