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sábado, 30 de diciembre de 2017

¿RUMBO A ALBORÁN?


Con ese olorcillo con el que ya creemos entrever el año nuevo, este vecino del mundo se ha levantado con ganas de tomar determinaciones que siempre aletarga de un año para otro.

Como está un poco harto de lo que gusta o no gusta oficialmente en una España políticamente correctísima hasta que el espejo del comportamiento oficial se resquebraja de parte a parte, este vecino ha tomado una importante decisión que puede que la granjee más de un enemigo: Ya no está dispuesto a callar, cada vez que salga de por medio, ese salvador de salvadores que es Pablo Alborán.

Respeto todo tipo de opiniones y de ofertas culturales pero estoy hartísimo de ese aro por el que parece que hay que pasar sí o sí sobre Don Pablo Alborán, para que respeten tus gustos musicales. Puedo oír sin ponerme nervioso una o dos canciones, pero no tengo porque callar mi verdad, sin que me miren raro: No me gusta Pablo Alborán, ni esos mundos almibarados o no que pinta con sus notas.

Ni critico, ni alabo gustos ajenos, pero si a mí no me gusta Don Pablo, la gente no se debe de agrupar mirándome como un grupo de chinos al lado del Acueducto de Segovia. Porque si antes gustaba, por ejemplo, Álex Ubago, y ahora muchos hacen chistes por el muermo aparente de sus canciones, tampoco contemplo a Pablo Alborán como el rey de las fiestas.

Me dirán, más de uno, que junto con una chica, luz tenue, y una copa de champán, música de Alborán sería el complemento perfecto para una velada inolvidable. Seamos serios, en momentos así, con tal de que no pongas “La Orquesta Mondragón”, o “La charanga del Tío Honorio” (los que tenían dieciocho  o diecinueve años en 1975 me comprenderán), triunfas seguro.

Por esa diferencia de sexos, aunque no sea políticamente correcto reconocerlo, pero que existe y existirá, las mujeres seguro que preferirán un yerno como Pablo Alborán, los hombres en cambio, lo vemos tan perfecto, que inevitablemente podemos sospechar que “eso” es solo fachada, y que al final… nuestra hija sufrirá con o por él.

Eso sí, si les preguntas a ellas, te dirán que siempre quieren a su lado a alguien que les haga reír, y tampoco le veo a Alborán, Don Pablo, como el rey de la comedia.

Cada uno debe tener el derecho, e incluso el deber, faltaría más, de que se le respete sus gustos, aunque no sean los que más se lleven en un momento dado. Cada uno debe de marcar el rumbo de su vida, y buscar en cada momento vientos favorables.

*FOTO: DE LA RED

lunes, 16 de enero de 2017

LOS GOBERNANTES DE MENTES


En el #diainternacionaldelacroqueta me da ganas de revindicar lo bueno que están las rabas, y si es en bocata, mejor, que mejor.

Lo anterior es un tweet que le ha salido del alma a este vecino del mundo, al enterarse de que era, es todavía, el "día internacional de la croqueta", momentos antes de que un algo interior, le motivara a escribir este post, y que quizás sea uno de los últimos vestigios, o  rasgos, que todavía lleva dentro de aquel joven protestón de los primeros años de la Democracia, en aquel famoso “contra Franco vivíamos mejor”.

Y es que cada uno puede ver la vida como quiera, pero algunas veces es muy evidente eso de que nos quieren gobernar, incluso en cualquiera de nuestros movimientos, con “mando a distancia”, y que nuestros pensamientos se muevan sólo por el terreno que los gobernantes de mentes quieran que nos movamos, una especie de alienación más o menos encubierta.  

Este vecino del mundo, si algo ha tenido claro siempre, es que la libertad se debe de practicar desde el pensamiento, y hacer lo que su “yo interior” verdaderamente le pide, porque ve, y quiere practicar su vida a su manera, siempre, claro está, y requisito indispensable, no altere la de los demás.

Nunca ha entendido este vecino, esas ganas de aparentar querer lo que se lleva “de moda” y no me refiero a artículos materiales, sino clichés de maneras de vivir. Y de que, por ejemplo, y soy consciente de que me puedo meter en un jardín, de que se defienda la vida de los animales, incluso por encima de la importancia de los seres humanos que te rodean. Como en el caso del niño taurino, que parece ser, para más de uno, su vida valía menos que la de los toros a los que defendía.

Si algo tiene de bueno, y nunca me arrepentiré, el llevar un blog, y ya van para más de seis años (http://patxipe.blogspot.com.es/2016/08/otra-tarta-mas-y-su-significado.html), es que uno tiene la punta de su curiosidad siempre afilada, a la búsqueda del “tema del día”, en cualquier curva de su actividad diaria. Y hoy, el detalle de la croqueta, le ha llegado al alma a este vecino. Porque, entre otras cosas, y que no me pregunten por qué, porque no lo sé, llevo varios días añorando aquellas sopas de ajo, que comía en mi juventud, como herencia, plato muy barato y rico, de los años de la postguerra que vivieron mis padres.

Y lo mismo que me ha salido el tweet revindicando los calamares, tranquilamente podía haber pergeñado otro, revindicando la añorada sopa de ajo, y que cualquier día me la volveré hacer. Es más, se la dedicaré a modo honoris causa, en la intimidad de mi hogar, a Victoria Beckham, por aquellas declaraciones, que luego negó haberlas hecho, en las que decía que “España huele a ajo”. ¿Y qué pasa, si hubiera sido verdad?


Ya para terminar, y recordando a la Señora Becham y a los que intentan dirigir nuestros gustos y disgustos, daremos la receta de la sopa de ajos: ¡Ajo y agua! (Y pan duro, naturalmente)…

*FOTO: DE LA RED

domingo, 6 de marzo de 2016

¿CUÁNDO SE ES COCHINAMENTE RICO?



Aunque quizás al contemplarte día tras día compartiendo el mismo espejo, haga que al paso de muchos años, en realidad sigas viéndote igual, sí puedes notar ese paso en el cambio de tus gustos y costumbres.


Por ejemplo, a este vecino del  mundo siempre le ha parecido algo sin sentido esa famosa y socorrida pregunta de qué tres cosas llevarías a una isla desierta, porque salvo si eres Tom Hanks en “Náufrago”, a ti no te va a ocurrir, y a él le pasaba y conseguía cosas, restos del naufragio, porque trabajaba en FedEx Express, y sabías que tarde o temprano aquello que había encontrado en algún momento le serviría, en una curiosa versión de “Arrieros somos y en el camino nos veremos”.


Este vecino del mundo nunca se ha considerado avaricioso, pero sí, visto lo visto, y las vueltas que le ha dado la vida con esta crisis que ha venido para quedarse como se queda un tatuaje en tu piel, incrustada, solo que sin poder decidir sobre ella, con los años se ha considerado un derrochador, ¡ojo!, y que es muy importante, sólo de lo que tenía.


Y ahora, que has llegado al momento en que verdaderamente te tienes que preguntar hasta tres veces, mínimo, si realmente te tienes que gastar un dinero en algo, y no gastarlo en otra cosa, o incluso en no gastarlo, te cuestionas asuntos, que no sabes si a otros les parecerán profundos, como que para ti qué es ser multimillonario. Pero como ya solo eres protagonista de tu vida, y bastante tienes con ello y alargarla lo máximo posible, verdaderamente te importa, y dicho en plan cursi, un comino lo que piensen los demás, porque hace mucho que has descubierto, que al final solo tienes que vivir contigo y con tu manera de pensar.


Y hace mucho que me contesté a esa pregunta, y además no la tuve que pensar sino que los recuerdos me trajeron una escena vista por televisión hace muchos años, y que aunque en su momento entró en mi tan fácilmente como un cuchillo en la mantequilla, ahora cada vez que la recuerdo me parece auténtica pornografía del dinero elevado, no sé si a la máxima potencia, pero sí al "hardcore".


La protagonista, Carmen Cervera, lejos de sus momentos Tita, y de lleno como Baronesa Thyssen, estaba en el salón de una de sus casas, creo recordar que estaba en España, y que pasaba las tardes tranquilamente en su salón. Era en realidad, eso daba a entender, y con los años cada vez estoy más seguro que no era una pose, de gustos sencillos, y le gustaba, según lo que decía entonces, dejarse llevar por sus pensamientos, pero eso sí guiados por alguno de sus cuadros, y el que tenía en ese momento en la pared de su salón era "La Concha, nocturno", de Darío de Regoyos, nada menos que datado en 1906.


Un verdadero entendido puede disertar durante horas de la importancia de dicho cuadro para la pintura española, y la pintura en general, por sus luces, por la presencia de unos árboles, que en realidad no se ven...


En aquel momento no me causó ningún tipo de sentimiento, ni a favor ni en contra, La Baronesa era así, y punto.  Ahora con los años, pienso, y en realidad solo es una humilde opinión, en lo egoísta que se puede ser, y sin darse cuenta, lo que es peor, privando a la humanidad el poder disfrutar de una obra como esa, mientras tú en el mejor de los casos, como propietari@ de la obra, dejas el tiempo pasar.



Y esas imágenes, repetidas en la retina de mis recuerdos una y otra vez, me han hecho comprender que uno es cochinamente rico, cuando cree que sabe apreciar lo que tiene, pero como posee tanto, su orden de prioridades está más perdido que Dinio en el Museo del Prado.


*CUADRO: "La Concha, nocturno", de Darío de Regoyos.