Mostrando entradas con la etiqueta maleta. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta maleta. Mostrar todas las entradas

lunes, 8 de junio de 2015

EL CAMPO DE LA VIDA


Como todos los seguidores de este blog ya deben de saber:  terminaba mi estancia, en Torrevieja, y ya os escribo desde Donosti, a donde acabo de llegar.

Y llegar y tener el post del día ya perfilado, todo uno. Y es que muchas veces el destino, o mejor, los que te rodean, te lo dan hecho.

Este vecino del mundo es un manojo de nervios cada vez que tiene que realizar un viaje, sea del tipo que sea, y por eso precisamente, ayer optó por estar en la estación de autobuses lo más pronto posible, por lo que faltando cuarenta y cinco minutos para la salida, el menda, o lo que formalmente denominaríamos como el vecino del mundo, ya estaba allí. Y por supuesto, a la hora de poner las maletas en el maletero también fue el primero, no sea que dieran un premio y se lo hubiera perdido, con lo cual esta mañana, ya que las maletas se colocan en diferentes huecos del maletero, según la población a la que llegas, mi maleta estaba la última para ser sacada.

Este vecino como sabía que la cosa iba ir para rato, se ha alejado un poco del hueco en el que se encontraba el equipaje para que la gente, toda, fuera pasando y cogiendo el suyo. Por un momento, y viendo el percal, me he imaginado que estaba delante de un plato de angulas, y que la gente quería coger la que le correspondía, con lo caras que cuando hay, siguen estando, sin tocar las demás. Cada uno iba a lo suyo, pero ignorando lo de los demás. Viendo lo que veía, e intentando poner un poco de orden, y todavía desde unos metros de distancia, les he dicho que todas esas maletas iban para Donosti, con lo que se podían sacar todas a la vez, y una vez fuera, sería más fácil coger cada uno la suya.


Ha sido otro de esos días, en los que este vecino, duda muy seriamente de que exista. Nadie le ha hecho ni puñeterísimo caso. El único, que al cabo de un rato, cuando tras varios minutos se han ido todos, y gracias a Dios, quedaba mi maleta, con una sonrisa me ha dicho: -Siempre ocurre lo mismo, y nadie hace caso. Por cierto, es la primera vez que, alguien sabiendo que su maleta está la última, se aparta para que los demás cojan la suya.

Luego nos quejamos de que en la Final de la Copa del Rey, por ejemplo, la gente pitara al himno nacional, cuando cada uno, en realidad, va a  lo suyo, y lo demás, utilizando una expresión que ya se oye poco pero  que es muy expresiva, les importa un bledo.

Este sábado, por ejemplo, antes de la Final de la Champions, la Cadena Ser hizo una especie de encuesta entre sus oyentes sobre cuánta gente quería que ganara el Barça, y cuánta la Juventus. Pues la mayoría de la gente, abrumadoramente, durante mucho tiempo al menos, estaba a favor de la Juventus.

¿No es una contradicción que una semana antes, gente que mayoritariamente no era ni del Athletic ni del Barça, se rasgara las vestiduras por pitar al himno nacional, y ahora quieren que gane un equipo extranjero?

Esta mañana y delante de mi maleta, solitaria y triste, lo he comprendido todo.


A cada uno de nosotros solo le importa su maleta, su bagaje, y su partido, para aquel que salió en el campo de la vida,  y lo demás les importa, nos importa, un pito, ese mismo que algunas veces lanzamos delante de un himno.

Y eso es malo, muy malo, porque el que manda en este país, hoy el Señor Rajoy, y mañana el que sea, ya sabe que los españoles venimos divididos de serie, y mientras no nos pongamos de acuerdo, mover algo en este país, desde un Gobierno a una simple maleta, es un trabajo imposible.

*FOTO: DE LA RED

martes, 15 de abril de 2014

SEMANAS AL ESTILO INGLÉS

Una cosa es la teoría, y otra muy diferente, la práctica.
Siempre nos han enseñado que una semana son siete días, pero fíjate, por ejemplo, en las semanas del “Corte Inglés”, duran más. A lo mejor por eso son semanas fantásticas porque uno les pone la cantidad de días que le da la gana…
En teoría, también,  irse de vacaciones está bien, pero ya antes de salir de casa, topamos con el primer problema: hacer la maleta.
Siempre he admirado a esos que antes de hacer un viaje, grande o pequeño, dicen eso de: -Yo apenas llevo nada, porque lo que necesito me lo compro por el camino.- Aunque me imagino que siempre habrá que tener en cuenta la zona donde vas a pasar las vacaciones, porque comprarse algo en un desierto lo veo un poco complicado, porque entre otras acepciones, “un desierto”, lo es, porque no hay nada.
Y es que, llegadas estas fechas, a este vecino siempre le pasa lo mismo ante una maleta vacía, una especie de miedo escénico, y veo la maleta pequeña, pequeña, por muy grande que ésta en realidad sea, y los objetos que tengo que meter, muy grandes, sobre una cama inmensa. Tras incluir lo estrictamente necesario, siempre se me acercan fantasmas, multitud de ellos, pero siempre bajo la denominación de “porsiacaso”. Porque entre otras cosas, nunca sabes exactamente el tiempo que va a hacer: -Por si llueve, por si va a hacer mucho sol, por si se retrasa el medio de transporte, por si tengo frío, por si tengo calor, por si hay spá en el hotel,  aunque en realidad qué me importa a mí un spá, sino sé lo que es, aunque seguro que es muy caro
Lo dicho, un viaje se puede convertir en un verdadero “sinvivir”, y eso si las vacaciones son normalitas, porque si seguimos con el ejemplo de la semana del Corte Inglés, y añadimos el término “fantástico” a las vacaciones, podemos acabar,  hasta en la luna, o con la luna, que no es lo mismo. Y eso, que durante la Semana Santa siempre puedes incluir, en tu maleta, a modo de comodín del público, un simple traje de nazareno color violeta, y un cucurucho de cartón forrado de la misma tela, que al esconder tu rostro, te permita sentirte lejano de todo, y de todos, e incluso intentar escapar, por unas horas, de la “parienta” o del “pariente”, aunque nunca puede haber nada más inquietante, por la calle, que un "nazareno" sin procesión.
Quizás, y aquí el “vecino del mundo” se pone más que serio, puñetero, muy puñetero, y las verdaderas vacaciones serían escaparse de uno mismo, o dejar de ser, por unos días, ese que eres, y evitar ser vigilado por un cerebro al que no dominas del todo, y algunas veces tienes serias dudas de que no haya en realidad un “Gran Hermano” dentro de él, de tu cerebro, y que en el fondo no deja de vigilarte…

*FOTO: DE LA RED