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domingo, 16 de abril de 2017

CUESTIÓN DE PRIORIDADES, O PROTEGIENDO AL UNICORNIO

 

Estaba hablando con un amigo, prácticamente el único que me queda; no, no porque yo sea mala persona (eso, espero), sino que entre divorcios (se reparten los amigos, y ellas han decidido antes) y muerte por la edad (ya se sabe, y si no se va sabiendo, que pasar de los cincuenta a los sesenta, y no es un chiste, es mortal), pues eso, de la cuadrilla (esa cuadrilla vasca que ahora, cosas del cine y de la tele, parecía que se iba  a comer el mundo junto con la chuleta de todos los jueves y, sin embargo,  es el mundo el que se nos ha ido tragando) solo quedamos Koldo y este vecino del mundo. Y Koldo me decía ayer mismo, en un ademán que no lo haría mejor ningún profesional del teatro clásico, que no hay nada más inesperado que la muerte.

Al de Elgóibar, a mi amigo, cada vez que se le va un poquito la mano con el Rioja, se pone un punto metafísico-sentimental, y hay que reconducirle al mundo de los vivos, y nunca mejor dicho. Y por eso le quise traer al lado de los supervivientes mediante el humor como capote, y le dije eso de que inesperado es que casi con sesenta años, te salgan tus primeras almorranas, o siendo feo y sin dinero, una jovencita, o un jovencito,  que a ciertas edades uno ya no está como para poner peros, se enamoren perdidamente de ti.

Al final, o al principio, uno ya no sabe, quizás no dejamos de ser más que burros disfrazados por aquello del qué dirán, y necesitemos de zanahorias, muchas zanahorias, para seguir viviendo. Pero eso sí, teniendo un poco de juicio para no morir tampoco de un atracón de zanahorias. Ya que a lo mejor a las zanahorias, al menos de las que hablamos en este momento, les pasa como a las armas, que las carga el diablo.

A Koldo, y ya para terminar, le cuido más que si fuera un unicornio  azul, mi unicornio azul. Ya se sabe, cuestión de prioridades.

*FOTO: DE LA RED

*Dedicado con mucho cariño a Jose.

jueves, 22 de diciembre de 2016

NI LA SALUD SIQUIERA ...


No, no me ha tocado la lotería. Pero en mi caso no es decepción, sino aplicar la lógica: si no compras, o no te regala alguien conocido, un décimo, nunca te va a tocar. Y además, sólo se ha tratado de elegir prioridades, y siempre es mejor comer, que intentar darle un bocado a un sueño.


Lo que peor llevo, a nivel particular, es que en el día nacional de la salud (porque cuando compruebas que no te ha tocado la lotería, siempre se dice eso de que “lo importante es la salud”), para más inri estés secuestrado por un gripón al que solo le falta pedir rescate por tu vida.

 
La sensación de este día es la misma que cuando vas, en mi caso “iba”, a una discoteca, hace muchísimos años, y te aplicaban esa luz como un flash que te hacía ver los movimientos que te rodeaban  con intermitencia cegadora: ahora veo, ahora no. Solo que en mi caso: ahora me enteraba, ahora no. He pasado de noticias políticas que pintaban a un PSOE- PODEMOS tirándose de los pelos por un “he-sido-yo-quien-ha-organizado-esta-manifestación”, a niños agitando unas bolas repletas de ilusión; lo cual en momentos de dopaje para contrarrestar una guerra griposa, ha sido cuando menos un delirio hecho metáfora: los niños de la ilusión en la tierra de la izquierda dividida, y por lo tanto inoperante.

Y al final, ¿quién gana?... 

Por supuesto que los agraciados en un día como el de hoy: propietarias de administraciones peinadas de peluquería del día anterior, vecinos agitando una botella de champan con caras del tercer orgasmo, señora que dice que no le ha tocado pero que conoce a otra vecina que sí; pero, no lo olvidemos, siempre, siempre,  Cristóbal Montoro, sumo hacedor de nuestra Hacienda, y ese 20 por ciento que nos quita, que les quita, a los agraciados, y que se supone sólo ocurriría en aquellos momentos de penuria, que parece ser que ya pasaron, pero esa porción de tarta que se nos quitó, todavía sigue quitándose, y aplicándose esa expresión tan española, y tan verdad:... Y lo que te rondaré, morena. Pero lo que nunca se nos recuerda, es que el resto de los premios caídos a números sin vender, también, naturalmente se los queda, nuestro sumo hacedor de cabecera.

Un deseo: que en esa sensación de flash debido a la medicación, los momentos brillantes duren más que la oscuridad sospechosa. ¡Vamos,  como en la vida misma!

*FOTO: DE LA RED