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martes, 24 de abril de 2018

EL DÍA EN EL QUE EL SEÑOR HERRERA, DON CARLOS, SE HIZO UN FROILÁN...




Los medios de comunicación han pasado varios días recordándonos de que por Sant Jordi se regala una rosa y un libro, y en esta España nuestra, en la que hay que andar con mil ojos, se les olvidó advertirnos de que ni la rosa podía ser amarilla, porque olería demasiado a independentismo catalán, ni el libro debía de ser de título indecoroso.

Quieras o no, especialmente si te haces famoso de nuevo cuño, en algún momento vas a pisar el callo del nivel de cuidar la moral de alguno que por sus años de trabajo ya se cree, o le han hecho creérselo, el rey del mambo. Y parece que Alfred, uno de nuestros nuevos famosísimos a raíz de Operación Triunfo 2017, cometió ayer el grave error, para alguno de nuestros intelectos, de regalar a Amaia, su pareja, otra famosa de nuevo cuño, incluso más famosa que él, un libro titulado “España de mierda”, 

Es una novela de Albert Plá, naturalmente de argumento inventado y no es novedad editorial, porque se lanzó en el 2015, pero eso ya da lo mismo, porque el título lo nubla todo.

Uno de los que se han sentido violados en el callo de su moral, parece ser, es Don Carlos Herrera que ha puesto su grito en el cielo, y claro, como el tal Alfred, que dicho sea de paso, no me importaría en absoluto que fuera mi hijo, si algo no tiene es pinta de macarra, y no se le puede tachar de tal, el ínclito periodista, le ha despachado con un “le falta un hervor”.

Hay palabras, Don Carlos, que se vuelven boomerang, y si no te apartas, al menor descuido, se pueden aparcar en la cara de quien previamente las había lanzado. 

El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Todos tenemos un pasado, incluso reciente, y un futuro, especialmente el de nuestros hijos, que siguen siendo nuestros hijos por mucho que hagan el paripé de que para triunfar se quiten el primer apellido paterno. Cuando hay compañeros de profesión, que ya se encargan ellos, un día sí y el otro también, de recordar que esa modelo es hija de tal y cual, por ejemplo en el programa “Corazón”, lo de cambiarse el apellido, convendrán conmigo que al final, no deja de ser un brindis al sol. O incluso acompañar al padre famoso durante su visita al programa de Bertín; en mi pueblo se decía “ir de cestita”, aunque ahora claramente es aprovechar el tirón del padre para labrarse un futuro. 

¡Ojo! Todo lo anterior a este vecino le parece incluso razonable, o al menos comprensible; pero si nos ponemos las gafas de sospechar, o de poner en solfa, lo hacemos con todo, y con todos.

Aún recuerdo esas mañanas de los “fósforos radiofónicos” cuando Don Carlos Herrera iba por su cuenta y riesgo. Ahora, ya desde hace mucho, parece ser, olé por él, tiene su cuenta saneada, y el riesgo, el mínimo, porque sabe a quién  apuntar, aunque esta vez, creo que ha hecho un Froilán, y durante un tiempo su credibilidad cojeará.

Todos hemos sido jóvenes, y la inocencia se nos debía presuponer. Quizás el problema viene de los ojos que observan en este caso a Alfred, Carlos, y que seguro que ya han visto de todo, y que han imaginado un comportamiento, sin conocer realmente, en este caso, ni a la persona ni al personaje.

*FOTO: DE LA RED


lunes, 18 de septiembre de 2017

¿DISFRAZANDO AL VICIO?


Muchas veces para ser “vidente” no hay que tener poderes extrasensoriales, o del tipo que sea, sino sólo fijarse en lo que nos rodea, en lo “evidente”. ¿De ahí el nombre?

Por ejemplo, y dentro de unos años, esperemos que no muchos, para que sean menos los afectados, tendremos problemas graves con los ludópatas, de esa vía, que hace algún tiempo, ya demasiado, el gobierno de turno aceptó al permitir las “casas de apuestas”.

Este problema se trató en este blog, ya va para dos años  (https://patxipe.blogspot.com.es/search/label/apostar), y ahora desgraciadamente el tiempo nos está dando la razón.

Estos días en los periódicos se empieza a entrever el problema empezando con el goteo de cifras.

Según datos de la Dirección General de Ordenación del Juego del Ministerio de Hacienda y Función Pública, al rededor de 670.000 españoles apuestan como mínimo una vez al año, cerca de un 30% de los que lo hacen, unos 217.000 ciudadanos, tienen entre 18 y 25 años. Este grupo de personas, échense a temblar, es sólo superado por el de 26 a 35 años.

De acuerdo con los datos del Ministerio de Hacienda, solo en el segundo trimestre de 2017 se movieron en apuestas más de 1.400 millones de euros en España. Con lo cual la respuesta al por qué en su momento se dejó campar a sus anchas a las “casas de apuestas” es obvio: negocio para círculos cercanos, se presupone, al poder, e incluso para el Ministerio de Hacienda, que siempre lo rebaña todo. Aunque seguro, porque todo es opinable, y más cuando se trata de dinero, los políticos y abogados de los interesados, tendrán mil excusas, e incluso muchas más, para certificar  que el permiso para las casas de apuestas se tenía que haber dado incluso antes.

Para generaciones que han nacido con un teclado o con un móvil en las manos, en lugar de con un sonajero, las apuestas por internet son otra especie de juego disfrazado de una app de moda que mezcla deporte, sucesión de datos que da vértigo, y … apuestas. Y el vicio está disfrazado, por mucho que se diga en cada anuncio con la boca pequeña "prohibido a menores de 18 años", de noticias deportivas.

Uno de los puntos que menos le gustan a este vecino del mundo es el empleo de las voces y figuras de estrellas de la comunicación, radiofónica y televisiva, que entre jugada y jugada, dicen una y otra vez, con una naturalidad pasmosa, que ellos ya están apostando e intentan primero abrirte los ojos, para después violarte los bolsillos mientras te encaman con una cálida sonrisa en el lecho de las apuestas.

Cuando comiencen las primeras demanadas de personas, y familias afectadas, como ocurrió en Estados Unidos con los afectados por el tabaco, sería lógico que se les involucrara también a esos que con sus “consejos” pagados, naturalmente, intentan lanzarte al catre de la ludopatía.


Como escuchante radiofónico de primera categoría, este vecino se siente así y a mucha honra, es indignante el comprobar, día sí y día también, cómo cada vez se disfrazan más los límites de la publicidad especialmente en el ámbito “deportivo”. 

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Hay que tener en cuenta, ya  para terminar,  que en cierta manera abrimos nuestras casas, mediante el oído, pero es literalmente así, a personas que creemos conocer, y que dicho con doble sentido, siempre hemos creído que estaban en nuestra misma onda, y  que con ellas, tanto nuestra cartera como nuestra salud, iban a estar a buen recaudo...
¿Mucho pensar?

FOTO: DE LA RED