Hace dos días en esta ventana, el vecino del mundo hacía un comentario sobre lo ocurrido con el Sr. Jaime de Marichalar en su superación de la Familia Real, y la coincidencia con la degradación simultánea en el Museo de cera madrileño, y con lo que presuntamente podría pasar con la figura del Sr. Iñaki Urdangarin. Este vecino daba la idea de que basándose en el proceder del citado museo era predecible que como mínimo le pudieran pasar a la sala de los deportes.
Este artículo, por cierto, se ha convertido en el más leído de la semana, hasta ahora al menos, y estaba escrito de una manera desenfadada y sin ánimo de predecir el futuro.
Según leído en la prensa digital, hoy mismo se reúnen en el citado museo para dar luz verde a la decisión ya tomada. Las fuentes han explicado que la decisión se ha adoptado después de que la Casa del Rey anunciara el lunes pasado, que Urdangarin dejará de participar en actividades oficiales de la Familia Real y de considerar que su comportamiento no parece ejemplar tras las informaciones aparecidas sobre la implicación del Instituto Nóos, que él presidía, en el caso Palma Arena.
Si hace dos días predecía con un punto de ironía y humor el posible futuro del Sr. Urdangarin en el museo, este vecino ahora quiere decir que le parece precipitada esta decisión, ya que no considera que es una situación similar a la ocurrida con el Sr. Marichalar.
No es lo mismo, al menos desde esta ventana, las cuestiones del corazón que las, digamos, cuestiones sociales. Que se sepa hasta el momento, aunque deje de participar en actividades de la Familia Real, él sigue perteneciendo a la misma, desde el momento en que sigue siendo el esposo de la infanta Cristina, y eso es algo inamovible por el momento.
El citado museo en cierta manera le está castigando por algo que todavía no ha sido probado, y este vecino considera que no es competencia del Museo de Cera repartir justicia, sino en cierta manera reflejar la realidad en cera.
Lo que no puede hacer un museo es expresar los estados de ánimo de la sociedad en un momento dado, porque en ese caso lo que debería de hacer es castigar su figura contra la pared, quizás con un libro en cada mano, pero un castigo, digamos, temporal. Cambiarle de sala, y se mire como se mire, es un paso sin marcha atrás, y atenta contra su honor en cierta manera. Él todavía no está imputado, e incluso si así sucediera, existe la posibilidad de que ganara el juicio, ¿qué pasaría entonces con su figura en cera?, ¿la volverían a colocar en el Salón de Reyes del Museo de Cera de Madrid? Eso en cierta manera resarciría su honor, pero para qué meterse en camisas de once varas, si lo inteligente en este caso es no hacer nada.
En un país acostumbrado a que se hagan las cosas tarde y mal, parece chocante que un museo se tome tanta prisa en algo que a la postre solo es un gesto, e incluso con esta decisión te invitan a pensar que quizás haya alguien interesado en que el citado gesto ocurra.
*FOTO: DE LA RED
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