Hace unos días se ha estrenado la última película de Javier Bardem: Ofensa a una dama. Esta vez no sólo está interpretada, sino que como Juan Palomo, él también firma el guión y la dirección. La película rodada enteramente en Nueva York, es en realidad una especie de docu-drama. El argumento trata de un actor español que es muy famoso en todo el mundo y al que le entrega un premio la reina de su país mientras él en su discurso final declara, en caso de que no nos hubiéramos dado cuenta: “Agradezco a la reina de España este reconocimiento más allá de mi conocida opinión sobre la monarquía”. Se había dicho que la Reina Sofía hacía un cameo especial, pero en realidad es la coprotagonista de la historia, y toda la trama se sustenta en su gran personalidad.
Digamos que para un Bardem sobreactuado, mal vestido, mal peinado y a falta de un buen rasurado para la ocasjón, no es uno de sus mejores papeles. Da que pensar que al estar rodando el papel de malo de la última película, hasta ahora, de James Bond, ha solapado, por decirlo de alguna manera, ambas interpretaciones.
Este vecino del mundo no es que crea, sino que está convencido de que el Señor Bardem es uno de los mejores actores españoles de la actualidad, y que esta película que se ha montado es en realidad con vistas al mercado internacional más que para el nuestro.
De todas las maneras todo el guión es un despropósito, no se sustenta ni en el caso de que la interpretación hubiera sido buena.
No se trata de ser o no monárquico, sino de practicar la buena educación. Si no quieres un premio del instituto que lleva el nombre de la Reina Sofía, pues declinas el ofrecimiento, y si vas, acatas entre otras cosas las normas de conducta de dicha gala que en este caso eran de llevar smoking, y apareces bien vestido, peinado y rasurado, a no ser que el guión de la película de Bond exija esa barba de varios días, que también es casualidad. Porque montar una película a estas alturas con claro guiño a la izquierda no es de recibo cuando especialmente la coprotagonista está en terreno ajeno. Esa película, si la ruedas, lo haces en los escenarios naturales de la Zarzuela, y si te quieren ver los americanos, que lo vean pero demostrando tu verdadero valor, no jugando en tu casa de ahora.
Por cierto, y ya para terminar, digamos que el póster de la película es muy explícito, y se puede ver al protagonista en otro rasgo que define a su personaje: las manos en los bolsillos. Lo dicho, una sobreactuación en todos los sentidos para una dama que no se lo merece.
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