A
medida de que uno va cumpliendo años, la lente por la que observa
este mundo se va ampliando también, haciendo que lo que ve case con
algo de lo visto anteriormente a lo largo de la vida, para conseguir
alguna pista de lo que está apunto de ocurrir, si es que va a
ocurrir a algo.
Es
curioso, pero los retazos de vida ya vivida, te pueden hacer más
tajante en tus opiniones y más relajado en cuanto a aceptar otras
opiniones sobre la vida, que en realidad nunca será la misma, porque hay tantos mundos como personas en él.
Hay
quien dice que la vida te va haciendo más sabio aunque también
hace que no pase un solo día sin que te hagas nuevas preguntas. Y
quizás esa puede ser parte de la sabiduría, la capacidad para
hacerte nuevas preguntas sobre temas ya conocidos.
Quizás
la vejez estribe en la relajación de auto-preguntarse. Y es que en
realidad cada uno de nosotros somos como una especie de jardineros,
expertos en crearse el mejor micro-clima en el cual nuestros frutos
puedan florecer o al menos sobrevivir, separando las flores de la
maleza.
Siempre
se ha dicho de mí, este vecino del mundo el primero de todos, que
soy de lo que se denomina vulgarmente como de culo
inquieto,
por eso es totalmente comprensible de que uno ya está más que harto
de ver
la vida desde el mismo punto de vista,
y en este caso la única manera de animarse es pensando eso de que
por
lo menos la estoy viendo, a
la vida me refiero, porque muchos se han quedado por el camino,
aunque al final es bien sabido de que todos nos quedaremos por ese
mismo camino, y solo viviremos en el recuerdo de aquellos que nos
quisieron.
Y en el fondo, subsiste el aroma a olvido,
eso
sí, nacido en nuestro jardín donde habremos diseñado la mejor
estrategia para que las flores de nuestra vida, resistan a todo tipo
de enfermedades, especialmente a aquellas relacionadas con los
sentimientos y el paso del tiempo.
*FOTO: DE LA RED
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