La
ventana de este vecino del mundo no se suele caracterizar por hablar
del mundo deportivo, pero sí de los sentimientos, y hoy no puedo
dejar de referirme al equipo de mis entretelas, la Real Sociedad, y al comportamiento que está teniendo sobre los cantos de sirena que
el Real Madrid está lanzando sobre Asier Illarramendi.
Las
declaraciones de la directiva mostrando su posición sobre el futuro
de este jugador, me ha recordado y mucho, a esa jovencita, toda llena
de candidez que al ser preguntada durante una fiesta si quiere
bailar, y con ojos de corderito degollado, te contesta que su padre
no le deja, mientras rodea tu cuello con sus brazos, y planta su
incipiente airbag en tu esternón.
Un
presidente de todo un club de primera tiene que saber cuándo son
importantes las formas, y creerse él mismo lo que está diciendo, y
no, tras terminar de decir que Illarramendi, y ningún otro jugador
de la plantilla se vende, recordar que si alguien paga la clausula de
treinta millones, en el caso de este jugador, se lo podrá llevar,
porque eso es obvio, e incluso parece que lo está sugiriendo.
Tanto
el club como la prensa local están siendo muy sibilinos cuando
recuerdan todo el tiempo que al final lo más importante es la
opinión del jugador, si se quiere ir.
Seamos
serios. Un jugador que pasaría de ganar ochocientos mil euros
anuales en la Real Sociedad, a ganar tres millones de euros netos al
año, obviamente debería de irse a la capital del reino, porque
nadie le garantiza tampoco que quedándose aquí, no se cambie de
entrenador por ejemplo, con otra opinión, y el año que viene no le
pongan, incluso por una lesión, y baje su caché.
En
realidad, en un año hemos asistido a una de cal y una de arena en
cuanto a decisiones presidenciales. Ni el año pasado el presidente
del equipo vecino, el Athletic de Bilbao, estuvo afortunado al
cerrarse en banda a la venta de un jugador que en un año quedaba
libre, y ahora se ha ido sin que el equipo de los leones haya visto
un euro, y por ejemplo, crear un museo para guardar su arco, con el dinero conseguido, ni este año, el presidente txuri urdin, Jokin Aperribay, ha
dado la seriedad suficiente para que los demás presidentes no se
acerquen a tocar nuestros jugadores.Y
si ahora se va uno, ¿quién garantiza que no se vayan en poco tiempo
más jóvenes valores?
Quizás,
los dirigentes del equipo guipuzcoano no se han dado cuenta de que
su falta de autoridad puede convertir a la cantera txuri-urdin en
vivero de los equipos punteros, que además de esquilmarnos la
producción de jóvenes promesas, nos debilitarían el equipo de
primera y la fe de volver a ser el equipo que una vez fuimos. Además
de que no es justo buscar que el punto de mira de la ira de la
afición, sea el jugador, cuando él decide pero hasta cierto punto,
porque al final los contratos son para respetarse, pero el respeto en
sí hay que ganárselo cada día.*FOTO: DE LA RED
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