Entre las fechas que vivimos, y que en el País Vasco, por
ejemplo, hoy, con la celebración de Santo Tomás, ya hemos comenzado las
Navidades oficialmente, a este vecino del mundo se le había olvidado un pequeño
detalle: todavía estábamos en otoño. A estas horas, sin embargo, ya es
invierno, y se ha colado de rondón, como sin ser invitado, y aprovechando que
todos estábamos ocupados en otras cosas.
Pensándolo bien, y que ahora mucha gente está en contra
del mundo del toreo, más de uno, sin embargo, emplea la capa metafórica para
darnos a la mayoría, pases de pecho, y a llevarnos tanto al tendido de sol como
al de sombra continuamente, no para matarnos con el estoque, que también, al
menos con el de la indiferencia, sino para hacerlo cuando menos, de pulmonía,
con tanto cambio de temperatura.
Aquellos que son famosos, exprimen su nombre y su vida
rentandolos al máximo, tanto en exclusivas como, y en última modalidad hasta
ahora, con libros para incondicionales y masoquistas varios.
El gobierno, nos provoca con su toreo más que de salón,
de pelvis, porque es por donde nos pasan un día sí y el otro también,
amparándose en esa mayoría tan apabullante, en la que se aprueban leyes
prácticamente sin discutirse, y que tienes que ir al boletín oficial del estado
para enterarte de toda la crudeza de lo ya aprobado, como en el caso de la Ley
que regula el aborto, y que está más retocada que el difunto Michael
Jackson.
Y en el fondo somos nosotros mismos quienes entramos a
todo tipo de trapo, eso sí con mucha raza y trapío, aquel que da la cantidad de
años acostumbrados a seguir los dictados del “ser superior”, y en este caso
este vecino no se refiere a Dios, sino al líder de la manada, que nos hace comulgar,
en muchas ocasiones literalmente, con ruedas de molino.
Por ejemplo, hoy es Santo Tomás, y “la costumbre” nos
dice que hay que celebrarlo como si no hubiera un mañana, y quizás así sea para
más de uno, que por no tener no tiene ni arrestos para pedir limosna, por la
vergüenza que pasa, ya que en su futuro no entraba el encontrarse ahora sin un
euro para llenar el frigorífico que ya ni tiene, porque hace mucho tiempo que
se le estropeó. Eso sí, mientras tanto todos nosotros haciendo media hora de
cola para comprarnos un talo con txistorra quemada a precio de oro, y que en el
mejor de los casos no nos destrozará el estómago.
*FOTO: DE LA RED
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