Acabo de estar hablando con un conocido cocinero vasco, y me ha negado tajantemente de que la electricidad provenga de
las angulas, que aunque tienen un precio parecido es pura coincidencia. De
todas maneras, ya me ha dicho, que como el tema siga así, en días especiales,
como pueda ser la víspera o el día de San Sebastián, los restauradores están
pensando muy seriamente en decantarse por tener electricidad en su local o por
las angulas, pero las dos opciones a la vez, salvo para comidas de políticos,
va a ser francamente imposible, pues los precios se pondrían similares a los
presupuestos anuales de una autonomía, y no es plan.
Hoy la Comisión Nacional de los Mercados y la
Competencia (CNMC) ha decidido que "no procede validar" la subasta
eléctrica realizada ayer, debido a "la concurrencia de circunstancias atípicas y
en un contexto de precios elevados en el mercado diario durante las semanas
previas”. Que en realidad es lo mismo que no decir nada, pero alguien,
con muy buen criterio por cierto, ha estimado que esta vez se han pasado de
frenada, y se ha notado claramente.
Ayer, sin embargo, debimos de ser muchos los que
ante la negra expectativa, tan negra como quedarse sin luz, fuimos al chino de al lado de casa para
comprarnos esa especie de linterna, que mediante unas gomas se coloca en la
cabeza, como un Antonio Molina cualquiera que fuera a cantar “Soy minero”,
porque se terminaron las existencias. Y ahora es de esperar que su precio suba
mínimo un trescientos por cien. Para que luego se diga que Estados Unidos es la
tierra de las oportunidades…
Ante la desgracia, siempre hay alguien que gana.
Lo que ocurre es que tanto los sufrimientos como las ganancias ocurren en
bandos diferentes, no es aleatorio. Y ya estamos otra vez con las dos Españas, con
la diferencia de que ahora no se puede ver, por el mapa de Google, la parte de
España que sufre, porque ya no es un problema geográfico ni ideológico, sino de
carteras, quien la tenga llena, o quien la tenga más vacía que el alma de un
banquero.
*FOTO: DE LA RED
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