Estoy en una auténtica encrucijada. No sé si encerrarme
en mi casa un tiempo razonable, dos o tres meses, hasta que ésto del ébola se
resuelva, esperemos que bien, o, por otro lado, salir a la calle hecho un Rambo
Vecino, y repartir un poco de justicia entre todos que como no saben resolver
el entuerto que nos ha hecho aparecer en los informativos de todo el mundo, responsabilizan ahora a los más débiles.
En estas últimas horas ha habido unas cuantas
manifestaciones que debieran enrojecer a todo aquel que tiene dos dedos de frente, y todas ellas apuntando como principal “culpable”
de lo ocurrido a Teresa Romero, la auxiliar de clínica afectada de ébola.
Está claro que ha tenido que haber un error grave, y se
supone que al desprenderse del traje de defensa tras estar atendiendo al
segundo misionero, pero este vecino del mundo tiene una duda: Por todos los relatos oídos da la impresión de
que Teresa al quitarse el traje estaba sola, y sin embargo, en los protocolos,
al menos en Estados Unidos, se dice que las personas deben de ir de dos en dos,
porque aparte de observar el proceder del compañero, en determinados momentos
se deben de ayudar. Y es más, debería de haber una (tercera) persona supervisándolo todo.
Por todas las declaraciones oídas, los “jefazos” al menos
delante de las “alcachofas” de los periodistas dan por sentado que se han
cumplido todos los protocolos. Eso es lo más fácil de decir, cuando entre los
técnicos, sanitarios y doctores, ayer mismo, se estaba diciendo que había
bastante confusión porque no sabían ni a qué atenerse, y que además necesitaban
gente que les adiestrara, todavía, en el uso de los trajes, porque eso requiere
un cierto entrenamiento por parte de personas que estén acostumbradas a ello, y
no por gente que ha oído/le han dicho cómo se coloca un traje, y ellos hacen el
“paripé”, y otros se juegan la vida.
Como este vecino conoce el percal patrio, desde el minuto
uno en que se pensó en repatriar al primer misionero en peligro inminente de
muerte por el ébola, le parecía demasiado arriesgar, porque se palpaba en el
ambiente que en realidad lo que importaba a las autoridades políticas era el
reafirmarse ante el mundo que “España está aquí, y es importante, porque
forma parte puntera de la modernidad”.
Y aquí estamos ahora, matando al
mensajero, en este caso a Teresa Romero, a su perro “Excalibur”, ya lo hemos
hecho, y tardaron en cogerlo, porque tampoco se habían dado cuenta de que los encargados en esa tarea, no tenían trajes especiales para ello. Huele a continua improvisación y más improvisación.
Lo de Teresa Romero, la auxiliar contaminada, les pone, al Gobierno y a las autoridades involucradas, en una situación incómoda, ya que mediante el
teléfono, y aunque está aislada, se comunica con la prensa. Y ayer nos
enteremos de que nadie le dijo que tenía ébola. Se tuvo que enterar leyendo las
noticias de “El País” por su móvil.
Todos deberíamos de saber que una persona aislada y muy
débil, por la enfermedad, puede declarar ahora que “descubrió América” y por
eso no le debemos de creer. Lo mismo que ella está en cuarentena, sus palabras
hay que ponerlas también, porque además está estresada y recibiendo presiones
hasta de su ángel de la guarda, que espero también se haya puesto su
correspondiente traje sin ningún fallo de protocolo.
Lo último ha sido las declaraciones de Javier Rodríguez, consejero
de Sanidad de la Comunidad de Madrid, que lleva desde ayer desviando la atención hacia Teresa
Romero de su contagio, y este jueves continúa aferrado a esta causa, mientras
niega cualquier fallo derivado de la gestiones y de las decisiones políticas. El miércoles la
llamó poco menos que mentirosa y hoy ha dudado de su capacidad para poder aprender, al cometer un error al quitarse el traje de protección.
Señores, se ha dicho por activa y por pasiva, que lo poco
o mucho que la gente aprendió para su manera de proceder, lo hizo en una
reunión de menos de cuarenta y cinco minutos. En ese tiempo no se puede
entrenar mucho, que digamos, de uno en uno.
Además en las declaraciones de esta mañana a la Cadena
Ser el citado Javier Rodriguez destaca que él llegó a la política desde la
Sanidad y que es médico, y por lo tanto, tiene la vida resuelta y que si se
tiene que ir se va. Solo le ha faltado decir eso de “aquí paz y después gloria”. El tono era que lo hacía por amor al arte,
pero eso no lo puede decir porque cobra, y se supone que muy bien por cierto.
Tengo una duda, por esas casualidades de la vida conozco
a varias personas que son médicos también, y su vida es de todo menos segura y
afianzada, y tras muchísimos años de estudios es más lo que han dado que lo que
han recibido a cambio. ¿Deberían de meterse en política para que irónicamente sus
cuentas se “sanearan” también?
Todos estos sucesos de estos días están produciendo más
indignados que los que en su momento acamparon aquel recordado 15 de Mayo en la
Puerta del Sol.
Ya para terminar, solo una pregunta que lanzo al aire. ¿A
vosotros no os ocurre como a mí que cada vez que veis a Ana Mato leéis un
cartelito en su cara que pone “no estoy”?
Quizás sería un buen comienzo para que todo fuera mejor,
el cambiar esa cara, y cuerpo también, claro, por otro, y a poder ser que dé
más sensación de que sabe de qué está hablando, si es posible. Y eso ya sería
labor del Señor Rajoy, que ni está ni se le espera, como siempre.
*FOTO: DE LA RED
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