No sé a vosotros pero
a este vecino del mundo, cuando el calendario dicta que ya estamos en Octubre, el ambiente le recuerda a navidades.
Este año tengo la sensación de que estoy en el trópico,
no por el calor, sino por la cantidad de luz. Y…, es que no es de extrañar.
Todo el mundo hablando de tarjetas estos días, así de primeras, he pensado que
no soy el único que tiene la sensación de que Santa Claus, Papa Noel, Reyes
Magos, Olentzero, están tras los cortinones (porque de lo contrario no caben
todos juntos) de la sala de estar. Pero, más tarde, el vecino del quinto, Don Esteban, antiguo
notario venido a menos, me imagino que de los pocos en su situación, me ha
aclarado que las tarjetas de las que todo el mundo habla no son las tarjetas
navideñas, ya me parecía un poco pronto para ello, sino tarjetas de crédito, que las denominan “B”.
De los 86 consejeros que debía de tener Caja Madrid, solo
tres no usaron las citadas tarjetas. Entre los restantes presuntamente se
gastaron 15,2 millones de euros.
El problema de esta sinvergonzonería es que también
alcanza a los partidos políticos, otra vez, y sindicatos, una vez más, porque parte de los citados consejeros fueron
designados por ellos. De la lista tampoco se escapan dos exministros: el popular
(por ser de Partido Popular, no porque la gente le considere de los suyos)
Rodrigo Rato, y el socialista Virgilio Zapatero.
Lo de Blesa merece, por desgracia, mención especial, ya que en su último mes, y sabiendo que lo era, al frente de Caja Madrid se "fumó" 19.000 euros. Cada uno, en sus obras se retrata de la catadura moral que tiene, o no tiene.
Lo de Blesa merece, por desgracia, mención especial, ya que en su último mes, y sabiendo que lo era, al frente de Caja Madrid se "fumó" 19.000 euros. Cada uno, en sus obras se retrata de la catadura moral que tiene, o no tiene.
Como diría el vulgo, estas tarjetas eran de extranjis, y
consecuentemente no se declaraban a Hacienda. Una especie de regalo del "amigo invisible" pero que, como siempre, al final pagamos todos, y disfrutan unos pocos.
El escandalazo ya se ha cobrado un par de cabezas
políticas: Pablo Abejas, el director
general de Economía de la Comunidad de Madrid, que ha sido cesado, y no es de
extrañar, y Carmen
Cafranga, la presidenta de la Fundación Caja Madrid, que se ha visto “obligada”
a dimitir, más sinvergonzonería.
El guapo e inarrugable de Pedro Sánchez, secretario general
del PSOE, ha asegurado además, que expulsará del partido a aquellos consejeros
que se demuestre que han hecho un "uso irregular" de las tarjetas de
crédito de la Caja, aunque vaya usted a saber lo que es eso,
porque como ya se han dado muchos casos, a lo mejor pronto nos enteramos que,
en determinados ámbitos del poder, “eso” ya es normal.
¡Es curioso! Con todo lo que se ha robado,
presuntamente y sin presuntamente, y todavía queda algo de dinero en las
instituciones españoles.
-Lo que no queda, y está claro, es vergüenza.
–me lo decía Don Esteban, embutido en su traje beige viejo, mientras
movía sus brazos como aspas de molino, para terminar de recordarme, no a un
antiguo notario, sino a un quijote más de esta España, en la que todavía
confiábamos, pero que ella misma se empeña en demostrar que no es buena.
Y antes de irse escaleras arriba, ya que no le gustan los
ascensores me dijo: -Tanto robar, pensando en paraísos ocultos,
para acabar entre cuatro paredes de cemento y hierro.
-Sí, pero con eso de las nuevas tecnologías,
- le contesté yo, con ganas de chincharle un poco más, mientras se perdía
detrás de las escaleras que le iban a llevar hasta a su casa- sus
familiares seguro que conectan con ellos mediante Skype, por aquello de ahorrar
y que les dure un poco más lo robado. desde los lugares más remotos y bellos
del mundo.
Las últimas palabras de Don Esteban ya sonaron con un
cierto eco ininteligible: -También es verdad…-No oí el resto, pero seguro que era un
juramento, o dos.
*FOTO: DE LA RED
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