Lo entiendo. Lo que tenemos por delante, y hablo muy en
serio, es una especie de hibernación de todos y cada uno de nosotros, por unas dos
semanas, una especie de auto-test, como un ordenador cualquiera, en el que
todos nos pusiéramos de acuerdo a la vez, para que el bichito, ese COVID-19 de marras, se pasee por nuestra
zona de confort, no vea nada, se aburra, y a otro tema.
Lo que ocurre es que muchos no han entendido el mensaje, y
han confundido una suspensión del cole por dos semanas con los niños dando la tabarra, con unas vacaciones improvisadas,
y han cogido, muchos de ellos, las llaves del piso de Gandía y … para allá que nos vamos.
¡No es broma! Se dice que en Gandía tienen un mosqueo muy
importante, porque lo único que han hecho esos inconscientes es aumentar las
probabilidades de que Gandía ahora esté con más fuerza como objetivo del enemigo a
batir.
Me imagino a Don Pepe Isbert como alcalde del pueblo de
Gandía diciéndoles a los gandienses: “Como alcalde vuestro que soy os debo una explicación…”
Y es que en todo lo que ocurre en España, siempre hay un punto donde la realidad
se mezcla con la ficción, y hagamos lo que hagamos siempre estamos a un paso de la gloria, o de que suene la cadena de nuestro váter particular, y nos recordemos como ídolos
de barro con tendencia a caer hacia adelante, en lugar de dar un paso y
convertirnos en héroes.
Y como hubiera dicho mi madre y sus verdades rotundas: Somos como somos, y no hay tu tía...
*FOTO: DE LA RED
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