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domingo, 13 de mayo de 2018

SOBREVIVIENDO A UN FESTIVAL



He tardado en escribir este post por tener que volver de donde me ha enviado el shock sufrido tras la gala del Festival de Eurovisión.
Lo tenía que haber previsto pero, al parecer, a pesar de las muestras de todo que tenemos un día sí  y el otro también, este vecino del mundo no escarmienta.

Así de primeras, y mientras me limpio las últimas heridas con agua oxigenada, he de confesar que sigo creyendo en los Reyes Magos, por aquel punto de inocencia que siempre es bueno mantener, pero ya no creo nunca más en el Festival de Eurovisión.

Con muestras en todas partes de que nuestro mundo está corrupto, incluso en el mundillo de los Premios Nobel, me piden que me crea, después del thriller-pa-ná montado para recibir las votaciones del jurado de cada delegación que participa en el festival, que ese montón de votos que se añade a muchos de los países, y que tenemos que creer, con buena disposición por nuestra parte, que está legalmente contrastado que son de su padre y de su madre.

Desde que se quitó, hace ya muchos años, la orquesta en directo, el Festival ya tiene mucho de prefabricado, y está a dos décimas de ser un festival de videoclips. 

Viendo ya la puesta en escena del primero de los países en tomar parte, Ucraniacon el cantante-vampiro siendo sacado de una especie de ataúd y con unos escalones que se prenden fuego, no tuve más remedio de acordarme del recientemente fallecido Reyes Abades, al venirme la idea de que iba a presenciar un concurso de efectos especiales.

La cosa, el festival, tuvo sus cosas de hacérselo mirar:
Reino Unido sigue integrado en el Festival de Eurovisión, mientras quiere abandonar la Unión Europea.
Israel, que además, va y gana, cantando un himno contra el “Bulling” (maltrato) mientras tiene más más que sus menos con los palestinos.
La mayoría de los países, eso ya viene de siempre, se vota en vecindad, mientras que a España se le trata siempre como a un mal vecino, y no le dan ni un poco de perejil los que le rodean geográficamente.

Mi sufrida, La Nuri, se preguntaba, y tiene más razón que una santa, al ver el reparto de votaciones, dónde se encuentran todos esos españoles por el mundo que no nos votan. Y este vecino ya previendo lo que se venía encima con la voz más seria posible le contestaba: -Cari, si están desperdigados por ahí, no pueden tener un buen recuerdo de esta España que les obligó a irse.

Este vecino, mucho tienen que cambiar las cosas, para que vuelva a ver otro Festival de Eurovisión donde ya no es que se nos maltrata, sino que siendo uno de los países que más paga por un festival de televisiones, algún comentarista extranjero todavía se permite la boutade de poner en duda el amor de nuestra pareja cantora, y dice que si tenían un calentón, en lugar de subirse al escenario, lo suyo hubiera sido buscar la habitación de un motel y encerrarse en él. Como defensa propia he de confesar que lo primero que pensé  era que en España se deberían de separar más los hoteles de sus piscinas en la zona de Magaluf… Por aquello de “ojo por ojo”.

Y si todo esto fuera poco, aquí también hemos tenido que soportar “el fuego amigo” con periódicos digitales que describen lo de ayer como “Unos cantantes de mierda: Amaia y Alfred quedan los 23º en Eurovisión”. Y eso que Eduardo Inda, el director de ese diario, nacido en Pamplona, como Amaia, algo de simpatía por ella pudiera sentir...

Por cierto, y ya para terminar por hoy, he tomado la determinación que antes de meterme nuevamente en Twitter y leer diarios digitales por internet, me voy a poner un casco blindado y chaleco antibalas. Hay que informarse, pero seguro, más que nada para luego poder contarlo.

*FOTO: DE LA RED

viernes, 21 de julio de 2017

LOS MALOS TAMBIÉN PUEDEN TENER GLAMUR


Siempre se ha dicho, que la muerte iguala a todos, pero claro está, y el fallecimiento del Señor Blesa es un claro ejemplo de ello, de que una cosa es el dicho popular, y otra, la verdad verdadera.

El día del, legalmente se supone que demostrado vía autopsia, “suicidio” de Don Miguel Blesa, como pilló por sorpresa a todos, es lo que tiene el suicidio,  se oyeron todo tipo de comentarios, más en contra de él que a favor, ocurre con los polvos y los lodos. 

Sin embargo, lo del día después ha sido copar una gran parte de medios informativos por los adláteres del poder y similares, para recordarnos lo malos que han sido esos jubilados airados que le esperaban un día y otro en la calle para recordar al Señor Blesa lo malo que era. Y que actitudes como esa son las que han llevado, al que un día fue hombre importante en la economía española, al suicidio. Por cierto, y más de uno llamará a este vecino del mundo, como mínimo, malpensado: ¿Nadie se ha parado a pensar que quizás no se debería haber incinerado el cuerpo todavía?

España, por mucho que se empeñen los anti-taurinos, que al final ganarán la batalla, siempre será el país que inventó la plaza de toros. Y ese concepto, el de la arena de la batalla y los burladeros, donde ponerse a salvo, ha servido también para la vida diaria.

Uno, en su trabajo, hace lo que cree que tiene que hacer, y si tiene poder, muchas veces pega mil capotazos al personal antes de sacarlo del ruedo del trabajo-vida, patas arriba, y, mientras, mira a la puerta de toriles, esperando a otro para seguir toreando. ¿Si las cosas se ponen feas? Siempre tenemos el burladero para ponerse a resguardo. 

Y burladeros hay unos cuantos: las leyes (que siempre protegen al empresario); la política, o, el poder de hacer creer que todos son iguales hasta que te sacan el voto; la muerte, que da una especie de visado para ya no poder hablar mal del difunto; y la religión, o ese poder sanador que tiene, por el cual tú, te puedes ir a la tumba tranquilo, porque sabes que Dios saldará tus cuentas pendientes en el más allá, y no sabes que si Dios existiera sería una multinacional que guarda sus intereses, seguro que también, en un paraíso fiscal del más allá.

A todos estos burladeros también hay que añadir uno especialmente pensado últimamente, para los partidos políticos: la dimisión, de cualquier integrante, especialmente en problemas con la ley, hace que ya el partido se crea con derecho a desvincularse de todo acto realizado por él o ella, cuando todavía pertenecía a sus filas.

Por cierto, y  recordando todavía el burladero de la religión,  seguro que ni Dios perdonaría lo del Señor Eduardo Inda ayer, poniendo en la diana de la culpa , a todos esos perjudicados por las decisiones profesionales del Señor Blesa. 

Parece que en España el derecho al pataleo, o practicar “la venganza del chinito”, que meaba en la sopa del que previamente le había puteado, mientras le hacía una reverencia servicial, se debe de prohibir por ley. Cuando el Señor Inda, si por algo se caracteriza precisamente, es por lanzar los primeros trapos sucios, que él cree tener, al que le molesta por ir en contra de sus intereses morales o profesionales, que de todo debe haber.

Y ya para terminar, el Señor Blesa siempre me ha recordado mucho físicamente, y no lo he oído por ningún lado, a aquel gran actor, en todos los sentidos, que fue Robert Ryan, en la foto al comienzo del artículo, y que demostró mil veces en pantalla que los malos también pueden tener glamour, del bueno, del que no se compra con dinero. Aunque siempre ha habido una gran diferencia entre los dos: Mr. Ryan fingía en sus trabajos, era actor, que era malo.

*FOTO: DE LA RED


sábado, 18 de julio de 2015

MARHUENDA, INDA, Y LOS GREMLINS




Lo que son las cosas, toda la vida teniendo por seguro mi heterosexualidad, y media hora viendo “La sexta noche” ha sido suficiente para cuestionármela. Y es que cada vez que veo tanto a Francisco Marhuenda como a Eduardo Inda, me entran unas tremendas ganas de besarles la boca, con muerdo incluido, más que nada para que se callen; el primero con esa tristeza y quejido perpetuo, y el segundo con esos aires mezcla de autosuficiencia y un continuo perdonar la vida de los que no han tenido la suerte de estar en su piel.

Siempre me he preguntado si estas personas, tan en contra de todo y de todos, tienen vida privada, pero hoy he llegado a la conclusión de que tanto el Señor Marhuenda como el Señor Inda deben de vivir en la misma tienda china de donde provenían los Gremlins. Estoy convencido de que las diversas productoras que les contratan van a esa tienda y les llevan directamente a los diversos coloquios.

De todas maneras, y con toda la mejor intención, sería aconsejable que antes de presentarlos en los programas, deberían de leer sus respectivos modos de uso, porque al igual que los Gremlins, este vecino está convencido que tanto Don Franciso Marhuenda como Don Eduardo Inda deben de tener algún modo de uso, que quiero creer por desconocimiento de los diversos productores, no se les trata como sería preferible, bien sea por darles de comer a horas no recomendadas, o incluso por no darles de comer. Y lo mismo debe de ocurrir con el agua, por darles de beber a partir de ciertas horas no aconsejables, el caso es que ya vienen cabreados de antemano.

Además, tienen ciertas fobias más que patentes. Y es que decir: “Podemos”, y especialmente el Señor Inda “pierde el norte”, lo que es más que curioso, teniendo en cuenta que él nació en Pamplona y debería de tener su norte bien definido. Por cierto, y siguiendo con la comparación de los Gremlins, “Podemos” les causa el mismo efecto que el agua a esos personajes peludos y orejones, parecen que les subdividen en diversos personajes con la característica en común de que todos ellos odian a la izquierda.

Quizás, y bien pensado, el posible miedo tanto de Marhuenda como de Inda a la gente de Podemos puede ser, a que sepan de que provienen de una cajita, como los Gremlins, y tienen temor a que un día se cierre su caja y nunca más se abra, por eso ellos intentan enterarse antes de dónde está, si existe, la caja de Podemos, para cerrarla para siempre. Y, en definitiva, ese puede ser el oscuro deseo  cada vez  que hablan del grupo del “coletas”.

Ya para terminar, sería aconsejable que tanto el Señor Marhuenda como Don Eduardo Inda, ocuparan programas en la misma franja horaria que esos de sexo explícito. 

Personalmente, alguna que otra vez que tenga la lívido extraviada, seguro que recurro a ellos. Lo de esta noche ha sido como rejuvenecer a mis dieciocho años, dicho sea de paso, a cuando Franco todavía vivía y era más fácil encontrar personas y personajes como los hoy comentados, y no, no me refiero a los Gremlins.


*FOTO: DE LA RED


martes, 27 de enero de 2015

LA SOMBRA DE DON PANTUFLO


Quizás el enfrentamiento en el circo mediático de estos días entre  Pablo Iglesias, y el periodista Eduardo Inda, y la consiguiente definición como Don Pantuflo por parte del primero hacia el segundo, nos ha devuelto una versión más de carne y hueso, del personaje que se ha convertido en una especie de mando a distancia por parte del sufrido españolito de a pie de nuestros días, al que deseamos que haga lo que nosotros quisiéramos hacer. Quizás, con ese comportamiento tan políticamente incorrecto del líder de Podemos, tengamos la primera mancha en un personaje tan medido hasta el momento.
Hay que recordar que si alguien no ha sido dudoso en cuanto a su opinión de un líder, que es tan nuevo que todavía se podría encontrar la marca de su precio si fuera un simple objeto decorativo, es este vecino del mundo.  Y es de comprender esas ganas, por parte del respetable, de dar su merecido a unos políticos de los dos grandes partidos, que con su alternancia en el poder, se han convertido más en una versión de poli bueno y poli malo, que unos competidores legítimos en el mundo de la política.
Una mancha puede fastidiar una buena foto, y la salida de pata de banco por parte de Pablo Iglesias insultando tan banalmente a un periodista que le llevaba buscando las cosquillas durante mucho tiempo, quizás haga recordar a muchos, que en el fondo todos somos iguales, y que no hay nada nuevo bajo el sol. Y que de una verdadera posibilidad de ser un nuevo Moisés en el intento de encontrar el camino a una nueva tierra prometida, hemos podido pasar a un simple showman del prime time.  ¡Una verdadera pena!
Ese insulto, por otra parte más que trasnochado para las nuevas generaciones, que más parece la rebeldía de un niño en los primeros años de su vida, quizás nos tenga que recordar que no hay nada nuevo bajo el sol, y que ese Don Pantuflo es más un guiño al espectáculo por el espectáculo que un paso por construir un futuro nuevo o un escape a este tiempo de crisis.
Quizás este Don Pantuflo sea un equivalente a esa vida en España de una Ava Gardner de la que estos días recordamos que hace veinticinco años nos dejó. La Señorita Gardner, porque ella siempre fue muy suya, fue durante muchos años la representación de la belleza en la mujer, calificada por sus estudios cinematográficos como «el animal más bello del mundo», quizás ese animal escénico que traspasaba la pantalla, y que con el tiempo nos enteramos de todos los devenires y “películas” que se montó en nuestra España en blanco y negro.
Esa Ava Gardner, no de muchas juergas nocturnas, sino de una sola pero continuada a lo largo del tiempo, y que dio como resultado que su personaje en “55 días en Pekín” tuviera que morir en pantalla por los retrasos que causaba en el rodaje de la superproducción del Señor Bronston.
A las figuras mediáticas siempre se les intenta apagar los focos y hay cientos de enterradores dispuestos a cavar su tumba, por eso no conviene dar facilidades. Una cosa son las presuntas irregularidades  de las que un día sí y el otro también se les va a intentar “colgar” al Señor Iglesias y a los suyos, y otra, y quizás tristemente menos perdonable, en esta España acostumbrada a la corrupción, que se pierda las formas en un cuerpo a cuerpo. Porque hay que recordar que tanto en el cine como en la vida, los malos siempre son sujetos mal encarados, y “el bueno” siempre tiene que ir muy bien peinado aunque acabe de salir del fango. Y esta vez Pablo Iglesias,  aunque lleve coleta, se nos ha despeinado, y eso siempre puede ser el principio del fin.

*FOTO: DE LA RED


viernes, 11 de julio de 2014

DOÑA ESPE Y NACHO VIDAL, ALGO EN COMÚN.

Todos hemos visto esas encuestas televisivas en el que el tribulete de turno, dotado de un micrófono y una cámara hace preguntas en la calle, y como, al momento, se arremolina la gente, y empiezan a hacer mil gestos para atraer la atención del televidente.
Lo que le ocurre a Doña Esperanza Aguirre es lo mismo que lo anteriormente narrado. Si Nacho Vidal cada vez que ve una videocámara se empieza a despelotar, lo de Doña Espe es de juzgado de guardia, comienza a despotricar contra todo lo que se mueve, y ahora lo que se mueve, o le mueven sus votantes, es “Podemos”.
Doña Espe, da el perfil de la tía que muchos han tenido, de posibles, que ya tiene su vida resuelta, y que "piensa" que está de vuelta de todo, y que cree que tiene razón porque tiene dinero. Y que junto con sus varios pisos, como patrimonio terrenal, también tiene un apartamento celestial con las mejores vistas al más allá, apalabrado con el Cardenal de Nosequé como intercambio de prebendas.
Si Doña Espe se comportó como lo hizo delante de los policías municipales madrileños, qué no hará delante de un melenudo, que por el mero hecho de "llevar esas fachas" tiene que estar confundido, ya desde su bautizo, si lo fue, con nombre de sociata y rojo.
Ahora Doña Espe se auto-erige en la Santa Inquisición y reta a Pablo Iglesias a donar, a las víctimas de ETA, lo sobrante de los trece mil euros conseguidos en pocas horas de petición como ayuda de la demanda que tiene previsto interponer contra ella y contra el periodista de El Mundo Eduardo Inda, diseñadores de pro de todo tipo de jardines hispanos.
Lo que es evidente detrás de todo esa cohetería de artificio, el miedo que tienen los políticos, tanto de derechas como de izquierdas, ante las alternativas que se están creando en el movimiento social actual, y que hacen que "el pastel" a repartir del político de turno, sea, cuando menos, en más porciones.
Detrás de esa seguridad aparente, de Doña Espe, se encuentra el síndrome de la princesa destronada, aquella Princesa Pachuchita, que los niños guipuzcoanos veíamos en el guiñol de “Colorín”, que se colaba en todas las fiestas patronales desde los cincuenta hasta los ochenta.
Lo que ocurre es que los retos de Doña Espe, son retos con ventaja, porque  sabe que con su edad, está a cinco minutos de todo, y de nada,  y que una persona joven no se debe de inmiscuir en “las cosas de una persona de cierta edad”, porque sería feo por aquello de la buena educación, que sin duda la hay aunque se sea de izquierdas o de derechas.
Sin duda, la situación de Doña Espe, es la de cualquiera de los personajes de la Bette Davis, de la última época, en el que cualquier tiempo pasado fue mejor.

*FOTO: DE LA RED