Hay textos que no dicen, no
definen, sugieren; ojos que no miran, solo
molestan; días que deslumbran y momentos para hacerse el ciego.
Días en los que el deseo
monta en bicicleta, y es mejor perderlo que echarse a perder. Existen
situaciones incontroladas para personas controlables, niños prodigio de padres
confundidos; espejos vacíos en habitaciones llenas de soledad.
Las calles son laberintos de
vidas desconocidas, casualidades vestidas con ropa nueva y zapatos de oferta; lugares
públicos llenos de pensamientos privados.
Necesidad de sentirse libre
para no confundirse en momentos de confusión.
La vida no trata de lógica, sino de
ganas; para seguir por nuevos laberintos de los que ignoras todo. Nuevas
aventuras en forma de nuevas vidas, que abres para oler su perfume. Perfume con
sabores afrutados que pueden recordar antiguos pasajes, ilusiones con arrugas.
La vida es un cuadro
abstracto al que quieres tratar como una fotografía. Y la vida no tiene lógica,
porque no es para verla, sino para sentirla. Como se ve un cuadro, con los ojos
del alma, y desde lejos, para contemplarlo en su totalidad. La vida es una
exposición temporal ante un público cambiante. Algunos desearán comprarte para explicarte
a su manera. Otros querrán ignorarte aunque les gustes, porque saben que no
puedes ser para ellos. Porque nunca se es para nadie, se es, y puede, que con
alguien.
Hay textos que no son para
leer, sino para oler con el sentimiento. Y dejarse llevar por sus aromas, en un viaje de ida, nunca de
vuelta. Porque en todo viaje si tienes presente la vuelta, no disfrutarás. Un
viaje, como la vida, no tiene que tener “peros” que te anclen, sino ansias por
descubrir, por avanzar.
Hay textos que no son
cerrados, sino que los abres para que te lleven a sitios insospechados, y que siempre
al final estarán en algún lugar de tu corazón.
*CUADRO: "AINARA Y COMPAÑÍA"
AUTOR: PATXIPE