¡Es gracioso! En los años setenta el españolito curioso y picarón cruzaba la frontera, bien fuera por Irún a Hendaya, o por Cataluña a Perpiñan, para ponerse los ojos uno mirando a Cuenca y el otro a Salamanca con aquello de las películas pornos, o de las películas españolas con dobles versiones, que eran igual de malas que la versión vista aquí, pero con menos presupuesto de modista...
Ahora, con tanto recorte, nosotros ya estamos en pelota picada, y son los franceses los que vienen aquí, no para ver nuestros atributos sino para ahorrarse un poco haciendo compras.
Y, por lo que parece, cualquier día comienza un éxodo masivo de franchutes millonarios, ya que visto lo visto, el gobierno popular (por ser del PP quiero decir, porque ya está claro que popular, popular, no es) trata mejor a las altas esferas y al que tiene sangre azul, que al currito de buzo azul.
Sin embargo, el presidente francés, el Señor Hollande, se ha descolgado con medidas por un valor de 33.000 millones en recortes, revisa la previsión de crecimiento y confirma que impondrá la tasa del 75% a los más ricos .
De todas maneras, parece que los gerifaltes europeos están utilizando lanzallamas en forma de peticiones de recortes y más recortes para dejar estas tierras yermas durante muchísimo tiempo.
Nos hemos convertido en una especie de laboratorio económico donde se quiere probar todo tipo de medidas, y comprobar cuanto tiempo podemos resistir, porque en la mayoría de esos países teniendo un salario base mayor que el nuestro el IVA que tienen sin embargo es menor.
Cualquiera puede poner normas estrictas para los hijos del vecino, y sin embargo los propios hacen lo que les sale de ahí, ya me entendéis...
Lo otro, los detalles de cosas que se dicen como que los cargos públicos no deberían de cobrar, o cobrar de su trabajo particular, son brindis al sol, pues no hay que olvidar que la muleta se utiliza para tener al toro ocupado, y mientras ir colocando a la res en suerte.
De todas maneras, suerte tendríamos si la terna de toreros que nos ha tocado, tuvieran nociones de vergüenza torera, pero ni para eso...
Y está claro que en esta historia, el toro somos nosotros, las banderillas: el I.V.A. y los recortes, y la estocada final: menos jubilación, más trabas para cobrarla, y cuando estemos enfermos, hacinados en cualquier pasillo de hospital.
Y es que vivir, no vamos a vivir más, pero se nos va a hacer de largo...
*FOTO: DE LA RED