Es
verdaderamente triste que en el día después de la Gala de los Goya,
todos nos quedemos con la metedura de pata de la actriz Adriana
Ugarte al anunciar el ganador como mejor canción a la película “Los
niños salvajes” cuando en realidad era para “Blancanieves”. La
verdad es que todavía no han explicado cómo se puede leer un nombre
en un sobre, cuando en teoría no está.
Corre
la leyenda en Hollywood que en la entrega del Oscar a la mejor actriz
secundaria, en 1993, Jack Palance se confundió y se lo dio a Marisa
Tomei. Este rumor en realidad fue motivado porque en una terna en la
que estaban además Judy Davis, Joan Plowright, Vanessa Redgrave y
Miranda Richardson, todas actrices consolidadas, se colara de rondón,
y además ganara, una actriz que comenzaba, con una carrera más bien
insegura, y que después ha alimentado más esta leyenda, con papeles
mediocres en cintas de segunda fila.
Lo
ocurrido ayer habrá sido una especie de salvavidas para el ministro
Wert, evitando así ser cabecera en la mayoría de los medios, pero que aún así recibió por parte de la presentadora de la gala Eva Hache,
y que dicho sea de paso, estuvo inconmensurable, un severo
correctivo, para él y para todos sus compañeros de gabinete.
Este
vecino del mundo propone desde ya al Señor Wert como candidato al
mejor actor secundario para los premios del año que viene, por
intentar al menos mantener el tipo en una gala en la que no debería
de haber estado por coherencia personal, ya que si maltratas a un
colectivo, y luego apareces en la celebración de su mejor día,
puede parecer que tu presencia está motivada para comprobar sus
heridas, como cuando un asesino vuelve al lugar del crimen.
Y
si este vecino ha querido dar un tirón de orejas al ministro de
turno, también quiere hacerlo a todos aquellos espectadores que ayer
se colaron en zapatillas desde sus casas, en una ceremonia que no era
la suya, por el mero hecho de ver un espectáculo, y al día
siguiente poder despotricar sobre él y de los modelitos de las
señoras presentes, cuando el resto del año no acuden a las salas de
cine, y si lo hacen, procuran no ver una “españolada”.
Los
precios de las entradas de cine no ayudan mucho a ir, pero digamos
que hay espectáculos, como el fútbol, que todavía son más caros e
incómodos, porque en un cine nunca te vas a mojar o a helar, y en un
campo de fútbol es más que probable.
Por
eso para terminar, conviene pensar de que quizás el ministro Wert es
uno, pero actitudes wert muchas, y algunas las tenemos
más cerca de lo que nos imaginamos.
*FOTO: DE LA RED