jueves, 18 de noviembre de 2010

APLICARSE EL CUENTO

Hoy me he enterado que los tres equipos vascos que están en la ACB de baloncesto tienen problemas con sus respectivos equipos de cheerleaders o animadoras. En realidad no es con ellas sino a consecuencia de ellas quiero decir. Han sido demandados al instituto de la mujer por denigrarlas.
El Lagun Aro de Donosti, y el Bizkaia Bilbao Basket ya lo han solucionado añadiendo animadores al grupo de animadoras. El Caja Laboral de Vitoria está intentando arreglar el tema y mientras... no hay grupo de cheerleaders.
Desde el primer momento sé que voy a tener opiniones en contra pero creo que es hilar muy fino.
Soy de la opinión que muchas veces el pecado no está en lo que se ve, sino cómo se ve. Es decir, no en la imagen sino en el ojo, en la intención con que se ve.
Es frecuente en el mundo del arte rendirse ante la belleza de un desnudo femenino, bien por la luz, por los colores escogidos, por la técnica... Viéndolo con otros ojos podríamos ser un grupo de perturbados calentándonos a la vista de un cuadro.
Al bueno de Velazquez se le exigiría ahora añadir meninos en Las meninas, y a Goya se le preguntaría cuándo iba a pintar al Majo desnudo.
En “Las señoritas de Avignon” no habría ningún problema con el cuadro hasta que se le preguntara a Picasso a qué se dedicaban las citadas señoritas.
No creo que ver algo bello sea malo en sí mismo. Además las señoritas de los equipos suelen estar bien orgullosas de ser cheerleaders. Es todo un orgullo en Estados Unidos ser cheerleader de un equipo de baloncesto y el sueño de muchas niñas.
De todas las maneras cuando el sujeto paciente es un hombre no hay mayor problema, pero en el caso de las mujeres hay mucha gente dispuesta a pensar por ellas.
De acuerdo que en el caso de los malos tratos, una mujer que está siendo maltratada tarda mucho tiempo en asumir esos malos tratos y hay que intentar ayudarla, pero
en otro orden de cosas yo creo que la misma mujer puede elegir, y no como en el caso comentado que ya de primeras se les dificulta la elección, y se elige por ellas.
Yo me voy a poner manos a la obra, y voy a preparar varias demandas contra Disney, en primer lugar porque su compañía se saltó a la torera el cupo de igualdad entre hombres y mujeres, y puso nada menos que siete hombres en “Blancanieves y los
siete enanitos”, y por qué no hay una obra de dibujos animados que se titule “El sirenito”.
Y para otro día me dejo la figura del lobo en el cuento de caperucita y que creo que no deja al hombre en un muy buen lugar.

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