lunes, 22 de noviembre de 2010

DE CHUCHOS Y ARRECHUCHOS

Acabo de llegar de comprar el pan. En principio tarea fácil de realizar, pero... amigo, siempre puede haber una pregunta inesperada.
De todas maneras vamos a comenzar el relato en plan película, con un flashback, en castellano de Cervantes sería con una escena retrospectiva.
Eran las once y media de la mañana. Llovía, y yo sin paraguas quería no mojarme. Entro en la panadería y una jovencita con acento extranjero, lo cual ya viene siendo habitual en nuestros días, me pregunta qué tipo de pan quiero.
Como ya me lo veo venir, en plan niño apunto a una barra y con cara de ser el
más listo de la clase asevero: esa barra es de leña, ¿verdad?. Y ahora viene
la madre del cordero, ella me responde con cara de que sabe que me va a pillar
en un renuncio y me dice con una voz angelical: sí, pero light, ¿quiere la
barra light?
Como en un guión de cine, digamos que ya estamos en el momento actual y la pregunta de la joven dependienta aún resuena en mi mente.
Hace unos años cuando ibas a comprar el pan, al menos en mi pueblo, pues sí lo confieso, yo soy de pueblo y a mucha honra, había la barra normal, la misma barra pero sin sal, la barra que se denominaba de pan español, otra denominada pistola, que era muy fina y muy tostada, ideal para hacer sopas de ajo, y luego, el bollo normal y un bollo denominado bollo de leche. A esto había que añadir el pan de hogaza, y simplemente con esos tipos de pan eramos felices.
Ahora necesitas ir bien asesorado, y siempre cerciorarte de que lo que te pega al ojo es lo que realmente querías.
Y a esta variedad tienes que añadir que, claro, en casa cada uno ya quiere un tipo de pan, ya es como la tele, cada uno quiere su canal y en ello le va la vida y no se conforma con lo que quiere el de al lado. Con lo cual tienes que llevar más de una barra aunque cada barra no se termine, y además como cada tipo de pan es algo especial, diferente a la barra normal, ¡la barra normal qué vulgaridad!, ahora hay que comprar algo extravagante para que el de al lado te admire, y todo eso repercute en el montante de la compra.
Pero qué bien te quedas pidiendo por ejemplo, una barra de pan integral de siete cereales, ni de seis, ni de ocho, de siete cereales, y que dicho sea de paso...existe, es real. Tomas la barra, y mientras te admiran los de al lado, al tiempo que vas a salir dices: En realidad no es para mí, es para mi perro, mi bichón frisé, es que últimamente está muy delicado. Eso ya es como estar en el Olimpo, sientes hasta los flashes en la cara de las cotillas del vecindario, y te vas abandonando el escenario donde una vez más has triunfado.
Ahora ya todo es más complicado, ya no tienes un perro, tienes que decir el tipo de perro y su pedigrí. Ya no haces gimnasia, haces un tipo de gimnasia: pilates, de mantenimiento, tai-chi....
Antes, te daba un arrechucho, al menos en mi pueblo, ahora como mínimo tiene que ser una lipotimia. Pero la pregunta es:¿Somos más felices ahora, o también hay diferentes tipos de felicidad?

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