sábado, 30 de abril de 2011

APRENDIZ DE DIABLO


Uno va cumpliendo años. No es una queja, es la constatación de una realidad, y vaya por delante que hoy no celebro mi cumpleaños. Y, como siempre digo, lo importante es seguir cumpliendo, de lo contrario algo va mal, muy mal.
Te vas dando cuenta de que no eres especial, de que las cosas que te fijabas que hacían los demás, y que te habías jurado que  tu no harías nunca cuando fueras mayor, las haces también, hasta que, ante la evidencia, y sonrojo pertinente, procuras no hacerlas. Aunque en el fondo te da lo mismo, porque es una manera de comprobar que eres normal, que eres uno más, y eso tampoco es malo.
En realidad, uno no se hace mayor, le van haciendo, pues en una gran parte es obra de  la visión que van teniendo de ti los demás. Cuando eres jovencillo, entiendes la expresión “hacerse mayor” nítidamente, pero cuando vas cumpliendo primaveras, otra expresión aunque ésta bastante cursi, preguntas ¿hacerse mayor para qué o con respecto a qué?
Cuando hablas de alguien que conoces, te refieres a él diciendo: -Ese chaval era más malo que la quina- Lo cual ya denota los años que tienes, pues el chaval en cuestión ya tiene cincuenta años, y de la quina las generaciones de ahora no han oído hablar.
A nuestra generación, para darnos ganas de comer y a modo de vitaminas nos endosaban un vaso de quina, una especie de vino dulce, en un vaso de esos en que ahora se beben chupitos.  Para cuando terminabas de beber, pues había que hacerlo rápido para que permanecieran los supuestos valores vitamínicos y beneficiosos del mejunje en cuestión, te dabas cuenta de que tenías dos madres, o quienes fueran las que te hubieran dado el elixir en cuestión. A la consiguiente pregunta: -¿Qué tal estaba? – procurabas no responder para que no se notara que hubieras dado positivo en caso de haber control de alcoholemia para niños.
Uno va cumpliendo años, y  te lo recuerdan pequeños detalles, en especial el incremento de gente que no conoce sucesos que tú por tu edad los has vivido. Me gusta escuchar la radio, y muchas veces empiezan a explicar cosas que para mí no necesitan ninguna explicación por haberlas vivido, pero comprendo que la gente de ahora no las entienda. Canciones, películas, personajes de una época que para mí es cercana y para ellos una verdadera incógnita. 
Somos como libros que se van escribiendo cada día y lo importante es tener cuantos más capítulos, o incluso tomos, mejor. Unos serán graciosos, otros tristes, algunos importantes, otros intrascendentes, pero lo vital es que la acción continue.
Como se ha dicho siempre más sabe el diablo por viejo que por diablo. Y es que los refranes sí que son viejos, tanto como la humanidad.

*FOTO: DE LA RED

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