martes, 12 de abril de 2011

LA VIANDA TENIA UN PRECIO


Esta tarde, ha sido muy curioso, estaba en el gimnasio, mi piel rezumando sudor por todos los poros, y mi mente lejos, muy lejos. El mecanismo de nuestro cuerpo es muy inteligente. Cuando empiezas a pasarlas moradas, con un “click” de la mente, desconectas y puedes aparecer en paraísos de todo tipo, éste era gastronómico. A decir verdad no era uno determinado sino la mezcla de varios, todos ellos con más estrellas que Hollywood.
No debemos olvidar, cosa que parece que muchos quieren que lo hagamos, que el fin último de todo negocio es ganar lo máximo posible. Digo esto porque hay alguno que por sus declaraciones parece que con sus recetas está haciendo un bien a la humanidad y además desinteresadamente, cuando de lo que se trata es de un mercado en el que él vende algo y yo, si me interesa, lo compro, sin más. Eso sí, la jerga te va preparando para que seas consciente de que no vas a ir a un sitio cualquiera. Se les denomina templos gastronómicos, y como en todo templo se pasa el cepillo. Aquí te cepillan el bolsillo, pero al final.
Junto con la cartera conviene muchas veces ir acompañado de un diccionario para varios idiomas, incluido el castellano, aunque se siguen utilizando mucho los galicismos como: soufflé, bouquet, mousse, pero siempre te puedes encontrar con palabras como “emplatar”, “salpimentar”...que aunque es el idioma de Cervantes, es probable que el día que se explicó el significado de esa palabra tú no estabas en clase.
En estos templos lo importante muchas veces no es lo que comes sino como se describe,
ejemplo, no es lo mismo pedir en la fonda de la tía Paca merluza con patatas, que pedir en el templo una merluza a la sidra sobre lecho de patata, o pedirle a Paca un poco de cordero, que en el templo solomillo de cordero al aroma de miel y tomillo con bouquet de verduritas en juliana hervidas al dente.
Hoy ya no ocurre tanto, pero antes en muchos sitios la descripción del plato era más grande que lo que te sacaban en él. A veces tenías duda de si lo que tenías en el plato era una mancha o era ya directamente tu ración.
Como se decía hace años en la televisión las imprudencias se pagan, y está claro que ese día que te ha dado por visitar uno de los templos sagrados, tienes que salir de casa como un Clint Eastwood cualquiera en cualquier spaguetti western, dispuesto a desenfundar la cartera con rapidez y a hablar lo menos posible, como nuestro amigo Clint. Nunca hemos sabido si tenía mucha memoria para los textos o no, pues lo máximo que suele decir es: -Alegrame el día-, eso sí, no hay nadie mejor que él diciendolo, aunque en España lo haga por boca de Constantino Romero.
Personalmente no me gusta eso de que el cocinero de turno te salude al final y te pregunte con la mejor de sus sonrisas - ¿Qué le ha parecido el menú? Nunca he entendido esa pregunta, después de tantos años entre perolos faltaría más que el menú estaría mal diseñado.
Con respecto a los sabores, como normalmente son degustaciones a las que no estas acostumbrado en tu vida diaria, no has probado nada parecido normalmente, todo te sabe bastante extraño. Por ejemplo yo, y mucha gente, ha comido bacalao, pero en uno de estos templos probé bacalao crudo acompañado de alguna otra cosa, eso sí. Entonces, cuando al final te aparece el artista de la cocina, el catedrático de los fogones, y te pregunta, tú le tienes que contestar: -Excelente-, pero siempre te puedes ir con una gran pregunta; ¿Y si el artista me ha pegado una vacilada tremenda, y cuando me he ido se ha tumbado en el suelo muerto de la risa? …
Por eso muchas veces cuando me preguntan mi opinión culinaria, pongo cara pensativa
e intento que mi rostro no deje traslucir ninguna emoción...por si acaso, y sólo contesto: -Lo hemos pasado muy bien, muy amable -. Lo cual puede querer decir cualquier cosa que es lo que pretendía.
Normalmente como vas una vez en la vida, si es que vives mucho, la factura normalmente la enmarcas para que el mundo venidero sepa que tú una vez fuiste un valiente y un desprendido.
En uno de los templos que visité, la gente se llevaba la carta, que era bastante grande. La primera imagen que vino a mi mente fue a Charlton Heston con las tablas de la ley. Reparad en que no he dicho Moisés, sino Charlton Heston, y es que este actor trascendía a sus personajes, no era ni Moisés, ni Ben-Hur, sino Charlton Heston haciendo de...., pero quizás era eso, su personalidad la que hizo grandes sus películas.
Por cierto.... ahora recuerdo que yo estaba en el gimnasio. Empapado y cansado me voy a la ducha. Esto de visitar templos da un hambre...

* DIBUJO: INMAGINE

No hay comentarios:

Publicar un comentario