lunes, 27 de junio de 2011

DE ESCULTURAS A VIDAS SIN ALMA

Si tuviera la gracia y el saber del gran Quevedo comenzaría este artículo como: Erase una mujer a una silla pegada...
De bajo de casa hay un bar con varias  mesas y sillas que conforman una pequeña terraza. Formando parte de ella, hay varias mujeres que están casi todo el dia, y concretamente una de ellas me tiene fascinado por su constancia, se podría decir que ya forma parte del inmovilizado del local.
Acordándome de la estatua de Woody Allen del escultor Santarúa que comparte el espacio vital de los transeúntes en Oviedo, y de los escultores hiper-realistas, como Alberto Saavedra, donostiarra, cuyas figuras se hicieron famosas en Crónicas marcianas, me acerqué para cerciorarme de que no era ni de poliéster ni de fibra de vidrio. Y vamos…era tan humana como cualquier persona, al margen de la mayoría de los políticos y los friquis televisivos cuyo origen, a la hora de escribir estas líneas todavía desconozco.
Vaya por delante que mi crítica no es por machismo, porque una cosa es alternar, y otra que a esa persona no le sepas ubicar en ninguna familia, y sólo en ese bar.
Me acuerdo que hace ya muchos años un amigo me contó que cada vez que iba a comer a su casa, siempre tenían que esperar a que su madre terminase de hacer la comida, pues según ella había tenido una mañana movidita, y no le había dado tiempo. Pero por cosas del destino, a mi amigo le cambiaron el horario, volvía a casa una hora más tarde…, y el problema era el mismo.
En casa de la señora de la terraza ya no habrá ningún problema, pues hace tiempo que habrán optado por buscarse la vida, desde el punto de vista culinario, y me imagino que del de los sentimientos también, pues o le cuentas tus problemas en horario de cafetería, o estás solo dentro y fuera de casa.
Cada vez se ven más niños en las plazas, parques…. y en centros comerciales a horas intempestivas, que hacen lo que realmente les da la gana, sólo intervienen sus padres cuando son sus hijos los molestados. Una cosa es enseñar a ser libre, y otra que desde pequeños tus allegados se vayan buscando la vida porque nosotros no les hemos prestado la debida atención. A eso se le llama desidia. Y la desidia no es cuestión de sexo, sino de corazón.
                                                                                          Con mucho cariño a L.F.A.
*FOTO: "MUJER SENTADA", escultura de Ron Mueck.

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