sábado, 19 de julio de 2014

REPARTIENDO A DIESTRO Y SINIESTRO

El verano suele ser una época de intentar cumplir deseos generados en el resto del año. Sin embargo, cada vez que intentas ir a cualquier lugar, por raro que sea o alejado que esté, siempre hay alguien que ya está allí, y como dándose cuenta de tu decepción te mira con cara de “otra vez será” y una insinuación de sonrisa en el rostro.
De hecho, más de una vez este vecino del mundo ha tenido serias sospechas de que el hogar del jubilado de la zona a visitar, iba repartiendo a cada uno de sus socios, con el fin de mantenerlos ocupados y otorgarles un objetivo definido cada día. Sin embargo, esta supuesta labor de la tercera edad, se ha ido claramente al traste con la cada vez más definida misión, para los abuelos y abuelas, de cuidar a sus nietos, porque los padres, y las madres, siempre están ocupados bien porque están trabajando o buscando trabajo, y el fin de semana, en versión de los mismos “abuelos”: "los pobrecitos" tienen que descansar porque están muy cansados. Este vecino ha llegado a la conclusión de que las semanas son de ocho días, y en el octavo es cuando los abuelos descansan.
De todas maneras, la labor atribuida a los ancianos, con respecto a ocupar lugares turísticos de todo tipo, ha sido sustituida, supuestamente, por turistas orientales. No importa  a dónde vayas, a la hora que vayas, siempre hay instalada una cámara, y si te fijas bien (más que nada porque son más bien pequeños) siempre hay detrás un visitante oriental con una sonrisa puesta. No importa si vas al monte o a cualquier paseo marítimo, van siempre bien vestidos, y la mayoría de las veces, tanto ellos como ellas, con chaqueta o cuando menos cazadora,  nunca en camisa, y eso sí, otra vez la sonrisa puesta, que parece parte de su vestuario.
Sin embargo, si en algún momento tienes ganas de sentirte invisible, lo tienes fácil, te acercas a turistas alemanes, que es muy frecuente encontrarlos, y además en grupo, verás que en ningún momento te ven, incluso puedes hacer el experimento de intentar mirarlos a los ojos, tras subirte a algún escalón por aquello de la diferencia de altura, y no te ven, a no ser que seas camarero, en cuyo caso se les cambiará la cara, afable entre ellos, y se transforman en un alter ego de Angela Merkel dándote órdenes de todo tipo.  Te lo debes de tomar con tranquilidad, o más bien con cachaza, porque es eso lo que esperan de nosotros, y nunca, nunca, hablan nuestra lengua. De hecho, más de una vez este vecino del mundo ha sospechado, que están convencidos que nosotros no hablamos, y solo sacamos ruidos ininteligibles.
Otra cosa son los turistas ingleses, normalmente cuando llegues a cualquier sitio, ellos todavía no habrán llegado, porque tienen sus horarios, y nunca antes de las cinco de la tarde, porque entre dormir de día e ir un poco a la playa (aunque les cunda y obtengan fácilmente "un moreno cangrejo") cuando los demás se van ya a comer, hasta la hora indicada estarán siempre ocupados. Ellos, y no hablo de ellas, siempre te ven, aunque eso sí, la mayoría de las veces doble.
De todas las maneras, y ya para terminar por hoy, si nuestro deseo acumulado en el resto del año, era descansar al lado de la piscina en un hotel en Cataluña o Mallorca,  y lo cumplimos,  ten mucho cuidado, porque por esas zonas pueden “llover” turistas británicos que acortan desde su balcón el camino a la piscina, y corres el riesgo de llevártelos puestos. Y luego, al volver a su país, dirán inexorablemente que los raros somos nosotros.
Con lo último relatado, se puede decir que literalmente este vecino ha repartido hoy a diestro y “siniestro”.

*FOTO: DE LA RED

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