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sábado, 19 de noviembre de 2016

EL HOMBRE QUE NOS AVERGONZÓ A TODOS



Me acabo de enterar, y me he llevado una grata sorpresa, por aquello de que por fin se da un premio como consecuencia de lo que se palpa en la calle, aunque no sea políticamente correcto: Medalla de Oro de la Academia de Cine 2016  a Don Santiago Segura.


Lo de “políticamente correcto” seguro que mis seguidores lo habrán captado a la primera. Y es que más de uno de esos que les parece bien que se den Medallas a la Virgen, a cualquiera de ellas, y separan los capítulos de su Biblia con billetes salmón, mientras se miran en el espejo si la gomina continúa o.k., no comprenderá como se puede dar un premio de ese calibre a un ser que al menos aparenta ser la zafiedad en pantalones, por supuesto que de chandal, y no de marca extranjera.


Ese premio, en cierta manera, es también para aquellos que no ven tampoco, pero lo reconocen, los documentales de la 2, porque se aburren o a esa hora precisamente se echan un siestón, o lo dedican a las artes amatorias sólo si ella quiera, aunque luego finja ante sus amiguetes que no se le resiste una.


Y es que en España, aparte del cine americano, y dos o tres cosillas anuales interesantes y de calidad de nuestro cine, esta España viva, esta España muerta,  como hubiera dicho Cecilia, se decanta por el friquismo y el cutrerio. Somos como somos  y Don Santiago Seguro, inteligente y listo (que no siempre van juntos) entre los listos, lo supo ver hace ya bastantes años, y nos creó un personaje que nos saca los colores y la mala baba, un Torrente de incorrecciones, en el que siempre vemos a los demás, y nunca a nosotros mismos.


Si los que despotrican del Señor Segura lo hacen por su aparente incultura que se puede confundir con la incorrección presente en todos sus trabajos, con decir, aunque la mayoría ya lo sabrán, que es licenciado en Bellas Artes, se puede desmontar esa teoría. 


Si a otros que han tocado muchos palos se les ha llamado “Hombres del Renacimiento”, lo de Santiago Segura no queda lejos: actor, guionista, productor, ha hecho ya de todo, menos estarse quieto que eso sería imposible para él. Y por cierto, fue el primero que llevó  a la publicidad de una cinta, la suya, la primera de Torrente,  y las siguientes, en todo tipo de acciones, incluyendo camisetas y últimamente hasta trajes con el título de la película en cuestión, que mientras a algunos les parecería demasiado, a otros, a la mayoría, a los que amamos a Santiago Segura personaje, creemos que le hace cada vez más grande.


No olvidemos, no debemos hacerlo, que el Señor Segura se crió en la calle, en su barrio, Carabanchel, y lo primero que se aprende en la calle es que “el que no llora no mama”, y él ha sido tan inteligente que cambia los lloros por risas, risotadas e incluso caras de estupor, con tal de no dejar a nadie indiferente, no por él, sino por su trabajo, que a la postre es lo que le da de comer.


Personalmente, he de confesar que este vecino del mundo sufre, espero que se me entienda, cada vez que Torrente aparece en una nueva película, por la sociedad que retrata, que desgraciadamente no dista nada de esa realidad que no queremos ver, pero que existe.


Este vecino del mundo prefiere verle en otro tipos de papeles, aunque el personaje sea igual de cabroncete, un niño que no lo es por lo enrevesado y la mala baba que gasta, y los años que ya tiene. Personalmente, en la película en la que se desenvolvía como un guante en mi opinión, claro está, es en “El día de la bestia”, mano a mano con el recordado y llorado Álex Angulo. Pareciera que todos los días lleva un arma en la mano. Aunque el guión de la película, como ya ha ocurrido en otras de Álex de la Iglesia, se desinflara al final.


Santiago Segura, Don Santiago, te puede leer el B.O.E. y seguro que te partes de risa, eso sí, sólo si él quiere. Y con eso se nace, como con la tenacidad que está claro es su marca de viaje, ese realizado desde las catacumbas de la Farándula.


¡Enhorabuena, Santiago! Porque por una vez nos hemos quitado las caretas, y con tu premio hemos confesado lo que nos gusta, aunque no sea políticamente, ni mucho menos, correcto.


Por cierto, y ya para terminar, espero que se entienda el título del post, del que no voy a dar más explicaciones, porque son obvias. Seguro, que si tengo la suerte de que él me lea, será el primero en entenderlo, y estar orgulloso de ello.


*FOTO: DE LA RED


domingo, 29 de septiembre de 2013

LA COMUNIDAD SE LLENA DE BRUJAS (...A ESTAS ALTURAS DE LA PELÍCULA)

Vaya por delante que a este vecino del mundo le gusta el cine de Álex de la Iglesia, por lo que tiene de diferente y “rompedor”, aunque esto último muchas veces sea literal, sin embargo sigue pensando, y el director vizcaíno se empeña en darle una y otra vez la razón, de que en su filmografia hay pocas cintas redondas.
Acabo de ver “Las brujas de Zugarramurdi”, y digamos que con muchos años de diferencia, me ha pasado lo mismo que cuando vi “El día de la bestia”.  Desde el primer fotograma se va formando una especie de bola de nieve, que va creciendo con cada escena, y al final en lugar de eclosionar en mil y un recursos cinematográficos formando una copiosa nevada armónica, se diluye como un mal vino de cava, ya que no conviene olvidar de que estamos hablando de cine español, y no hay nada más español que el cava.
La película funciona como partes, y no como un todo.  Si estamos hablando de cine como negocio, no se debe reclamar al salir de la sala, ya que el Señor De la Iglesia en eso siempre es espléndido, y se recibe más de lo que en teoría pudiéramos pensar.  Sin embargo, ya no sería necesario explicar, a estas alturas de la película, y nunca mejor dicho, tanto a Alex de la Iglesia como a su coguionista, Jorge Guerricaechevarría, que algo que distingue a un buen guion es la labor de limpieza y deshecho  de aquellos momentos que quizá funcionen en solitario, pero que como acumulación pueden llegar a cansar.
Aunque no tiene nada que ver la historia, ha habido momentos en  que la película me ha podido recordar  “El baile de los vampiros” de un todavía joven Polanski, aunque mientras aquella cinta rezumaba frescura y momentos memorables de buen cine, éste se queda en el intento.
La primera parte de la película,  hasta la llegada precisamente a Zugarramurdi, funciona como un chute de adrenalina en vena, sin embargo, luego, hay momentos sueltos disfrazados de  anuncio turístico para visitar  tierras vasco-navarras, especialmente en carnavales, arropado por un Baga, Biga, Higa que para los que lo desconocían se  les presentará como una especie de Carmina Burana pero con RH+.
Por la  costumbre de utilizar en muchas ocasiones mismos actores, lo cual no es ni bueno ni malo, en este caso mismas actrices, en algún momento se pudiera pensar que “La Comunidad” que estaba ubicada en un edificio madrileño se ha ido a vivir a Navarra, con unos improbables Segura y Areces travestidos en amonas, donde lo triste no es que la gente se ría con lo que dicen sino cómo lo dicen.
Una de las lecturas positivas de la película es la de que en el cine español hay buenos actores jóvenes, ya que de los de más edad se sabía, que no necesariamente juegan a ser galanes, sino que no     les importa mancharse incluso con escenas que pueden lindar       con el mal gusto.
Quizás para aquellos hombres que vayan a ver esta película, puede que posteriormente ya no miren de la misma manera a la mujer con la que conviven, aunque no hay problema porque es seguro que a ellas les ocurra lo mismo con el “varón” que les tocó en suerte, o en mala suerte.

*FOTO: DE LA RED