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viernes, 10 de octubre de 2014

UN TRUCO PARA SABER SI ESTÁS VIVO, O LA FILOSOFÍA DE SALLY BOWLES


No hace falta decir que en esta sociedad actual en la que precisamente ahora se puede hablar con gente de todas partes del mundo en décimas de segundo, lo que falta precisamente es comunicación.
Todo el mundo mueve el culo por lo suyo, y nada más que por lo suyo. Vas caminando por la acera de una gran ciudad y si en ese momento hay doscientas personas delante y al lado tuyo, en realidad hay doscientas islas. Nadie tiende puentes. Por eso es necesario que cada uno actúe muchas veces como su propio psicólogo de cabecera. De hecho, una de las razones para crear este blog, y siempre que viene al caso, no me duelen prendas en reconocerlo, es que me sirviera de terapia para hablar conmigo mismo, soy poco accesible, lo reconozco, y si de paso podía servir de ayuda, o solo de triste y melancólico “pasatiempo”, pues eso…que menos da una piedra.
Recuerdo que con unos dieciséis años, y con los problemas de comunicación correspondientes, ya que, con esa edad, no eres ni niño ni adulto, me refugiaba en el cine, una de mis grandes pasiones. Un día vi la película “Cabaret”, un musical espléndido por cierto, y en ella Sally Bowles, encarnado por una dura y frágil Liza Minelli, en un momento dado cuenta su, digamos, “truco de cabecera” para soltar todas sus tensiones, y es el aprovechar el paso de los ruidosos trenes por la noche para ponerse al lado y gritar con todas sus fuerzas.
Siempre he pensado que los buenos “trucos”, “consejos”…son para copiarlos, y nunca he gritado al paso de un tren, pero ¿quién no lo ha hecho en grandes aglomeraciones, como un partido de fútbol, por ejemplo, para soltar todo lo que llevas dentro, aunque lo pague, y es una pena, la madre del árbitro?
Desde que vi la película “El sexto sentido”, y en este punto quizás me voy a convertir en cierta manera en un “spoiler”, o estropear el final de la citada película, tengo la sensación de que, llegado el caso, puede ser difícil distinguir entre si simplemente estás muerto o  la gente de alrededor no te hace ni puñetero caso.
Por eso, aprovechando la filosofía de Sally Bowles, y utilizando las posibilidades que tengo a mi alcance, esos días, especialmente lluviosos, o desagradables, en los que no te saludas ni a ti mismo, salgo a la calle y muy cerca hay una entidad bancaria. Intento entrar en ella, y... automáticamente la puerta se abre. ¡Ya está! Aunque nadie me lo quiera reconocer…¡Sigo vivo! Que no es poca cosa, en estos días inciertos. Y ya me puedo ir para casa, o para donde estime conveniente.
Espero que todo esto, lo hayáis leído bajito, porque para una cosa, y tan importante, que la banca te ofrece gratis, como que se abran las puertas de sus establecimientos, es mejor que no se enteren que pueden tener también una utilidad, digamos que existencial.  No sea que nos quieran cobrar también por eso, y seguro que bien caro.

*FOTO: DE LA RED

lunes, 14 de octubre de 2013

ME LO HA DICHO UN PAJARITO

El que sigue habitualmente a este vecino del mundo ya sabe que es un loco, entre otras cosas, del denominado séptimo arte, y una escena que se le quedó en la mente hace muchísimos años es esa en la que una sufrida Liza Minelli, en Cabaret, utilizaba el paso de los trenes para chillar y así “espantar” todas sus penas aprovechando el ruido.
Como ahora, en teoría, los trenes son tan rápidos, ya no da tiempo a hacer eso, porque sería un grito muy corto, una especie de grito “interruptus”, que como todo lo interruptus no puede ser bueno para el cuerpo.
Quizás por eso, en su momento, se inventó lo que los sofisticados llaman red social, concretamente esa que tiene a un pajarito como logo, y que con sus ciento cuarenta caracteres, provoca, curiosamente,  que la gente no se ande por las ramas, y vaya directamente a lo que en el pueblo de este vecino se denominaría como la madre del cordero.
Alguna vez estaría bien hacer uno de esos estudios, que en realidad solo sirven para que nos enteremos de que existe un organismo que invierte su dinero en ese tipo de cosas, y que confirmara o no, si desde que existe la citada red social ha bajado el número de clientes en las consultas de los psicólogos.
Este vecino está convencido de que twitter ha evitado más de un derramamiento de mala leche, porque son muchos los que se emboscan detrás de un nombre de batalla, y gritan al viento de twitter lo que piensan sobre alguien.
En este caso, será uno de los pocos momentos, en que ser popular puede perjudicar, pues al ser conocido, es más que probable que se estudien todos sus mensajes con lupa. Sin embargo, el desconocido, o el que se oculta detrás de un nick, lanza sus opiniones como un naufrago en una botella, con la esperanza de que alguien lo lea, pero la mayoría de la veces convencido de que no será leído, y así evitar algún daño colateral. Además, siempre te queda la excusa, si te pillan, de decir que en realidad alguien ha pirateado tu cuenta, y eso además te reviste de cierta importancia, porque nadie se va a tomar la molestia de suplantar la cuenta de un mindundi.
Quizás ese mismo cementerio de mala leche, evite a la postre algún comienzo de revolución incipiente, pues más de uno en lugar de salir a la calle a mostrar su indignación, grita en ciento cuarenta caracteres, y poco a poco, mensaje a mensaje “del pajarito” se le baja la tensión del momento. Al final, toma cuerpo con la tecnología, el viejo dicho de “me lo ha dicho un pajarito”,  y ya se sabe que los pájaros no hacen otra cosa más que piar, o sacar ruido.

*DIBUJO: DE LA RED