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lunes, 14 de octubre de 2013

ME LO HA DICHO UN PAJARITO

El que sigue habitualmente a este vecino del mundo ya sabe que es un loco, entre otras cosas, del denominado séptimo arte, y una escena que se le quedó en la mente hace muchísimos años es esa en la que una sufrida Liza Minelli, en Cabaret, utilizaba el paso de los trenes para chillar y así “espantar” todas sus penas aprovechando el ruido.
Como ahora, en teoría, los trenes son tan rápidos, ya no da tiempo a hacer eso, porque sería un grito muy corto, una especie de grito “interruptus”, que como todo lo interruptus no puede ser bueno para el cuerpo.
Quizás por eso, en su momento, se inventó lo que los sofisticados llaman red social, concretamente esa que tiene a un pajarito como logo, y que con sus ciento cuarenta caracteres, provoca, curiosamente,  que la gente no se ande por las ramas, y vaya directamente a lo que en el pueblo de este vecino se denominaría como la madre del cordero.
Alguna vez estaría bien hacer uno de esos estudios, que en realidad solo sirven para que nos enteremos de que existe un organismo que invierte su dinero en ese tipo de cosas, y que confirmara o no, si desde que existe la citada red social ha bajado el número de clientes en las consultas de los psicólogos.
Este vecino está convencido de que twitter ha evitado más de un derramamiento de mala leche, porque son muchos los que se emboscan detrás de un nombre de batalla, y gritan al viento de twitter lo que piensan sobre alguien.
En este caso, será uno de los pocos momentos, en que ser popular puede perjudicar, pues al ser conocido, es más que probable que se estudien todos sus mensajes con lupa. Sin embargo, el desconocido, o el que se oculta detrás de un nick, lanza sus opiniones como un naufrago en una botella, con la esperanza de que alguien lo lea, pero la mayoría de la veces convencido de que no será leído, y así evitar algún daño colateral. Además, siempre te queda la excusa, si te pillan, de decir que en realidad alguien ha pirateado tu cuenta, y eso además te reviste de cierta importancia, porque nadie se va a tomar la molestia de suplantar la cuenta de un mindundi.
Quizás ese mismo cementerio de mala leche, evite a la postre algún comienzo de revolución incipiente, pues más de uno en lugar de salir a la calle a mostrar su indignación, grita en ciento cuarenta caracteres, y poco a poco, mensaje a mensaje “del pajarito” se le baja la tensión del momento. Al final, toma cuerpo con la tecnología, el viejo dicho de “me lo ha dicho un pajarito”,  y ya se sabe que los pájaros no hacen otra cosa más que piar, o sacar ruido.

*DIBUJO: DE LA RED