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sábado, 28 de noviembre de 2015

NO, CLARA LAGO NO ES UNA GEISHA


No por ser muchedumbre, y opinar lo mismo, se tiene razón.

En las redes sociales hay de todo. Y en especial prevalece el anonimato, el tirar la piedra y ocultar la mano.

Lo de esta semana, victimizar a una persona que aparentemente cae tan bien, como Clara Lago, por su aparición en “El hormiguero”, de Antena 3,  no me ha parecido nada bien.

Este vecino del mundo vio sus declaraciones y le parecieron de lo más coherentes. Ni por un momento me imaginé que “la cosa” iba a tomar estas dimensiones, ni que tuvieran que salir colegas a la palestra, cosa que me parece loable, para ayudarla moralmente.

Otra cosa es que muchos de los que luego le mandaron mensajes hirientes vía twitter, u otros, se dieran por aludidos ante una manera de actuar para sacarse una foto, la suya, la de ellos, que les parece tan “normal”.

Normalmente, nosotros somos nuestros mejores amigos, otra cosa es que siempre tengamos razón en nuestro comportamiento, pero “ahora me saco una foto con “ese” porque me apetece, porque yo le doy, de vez en cuando, dinero a él, y le entro si quiero como un elefante en una cacharrería”, no está bien, y nunca lo estará

Imaginaros que por casualidad os parecéis a alguien, y de un día a otro, al margen de lo que supondría de novedad para vosotros, se sacan contigo cien fotos. ¿Estarías hasta el gorro?

El oficio de la Señorita Lago es actuar y recrear el personaje para el que se le paga, no el de convertirse en geisha sumisa de nuestros deseos, aunque solo sean obtener de ella una foto, o dos, por si acaso.

Ella podía incluso ser hasta cruel, y solo pidió a instancias del presentador, Pablo Motos, que la gente antes de sacarse la foto, con ella o con el Sursum Corda, bien  conocido, por cierto, en todos lares, se lo pensase. Y eso, parece, que ha escocido. Claro está que parece que lo que molesta es lo de “pensar”, recapacitar.

He visto la manera de actuar de muchos “capturadores de momentos”, y la mayoría lo hacen sin el menor rubor, se ponen delante, muchos sin dirigirse al famoso, y se sacan una foto. Por cierto, olvídate del "gracias".

Da la impresión de que lo que hacen es parar, en una moviola gigantesca, la vida del conocido, y “ahora me brindas medio minuto, o lo que haga falta, de tu vida, porque yo me lo merezco, porque soy el rey de mi casa, porque alguna vez he pagado por ver alguno de tus trabajos”.

Este vecino del mundo es hijo de esa época en la que solo existían cámaras de fotos analógicas. Tardabas días en terminar un rollo, y otros tantos en tener las fotos en papel.

Nunca, nunca, he sacado fotos a actores que yo he admirado, ni a los otros tampoco, y que por cosas de la vida, al pasar tres años en Londres, he tenido posibilidad de cruzarme con gente como: David Hemmings, Terence Stamp, Bob Hoskins, Edward Fox, Sissy Spacek, Alan Bates, Ian Ogilvy…, y nunca, nunca, he querido inmortalizar el instante. Porque no quería robarles segundos, y a la vez quería disfrutar del momento, respirar el mismo aire y aprenderme detalles, de ellos, del momento. ¿Que la gente no te cree? Sí me creen, y de lo contrario peor para ellos.

Ha hecho mucho daño ese pensamiento/cultura de que “el cliente siempre tiene razón”. El cliente tiene razón…, cuando la tiene. Por esa regla de tres, “si tú pagas”, quiere decir que desde tu óptica la otra parte es una especie de “prostituta” que ni puede opinar, ni siente, ni padece.
Aparte de que en este caso, y en cierta manera, hay un componente de machismo: chica joven que no sabe, y no debe de opinar, ¿o no?

Pues qué queréis que os diga, uno tiene su corazoncito y durante ese programa, estuve más atento a las muestras de cariño, si las hubiere, entre Clara y Dani, para comprobar si su romance continúa. Y su romance continúa. Y me alegra por ello, y porque este año me brindaron la mejor gala de unos Goya que fueron más de sentimientos que otras veces. Él, Dani, estuvo como profesional, de 10 sobre 5, y ella con una humanidad y candidez que alumbró a todos. Pero todo eso ya lo comentó este vecino del mundo en su momento (http://patxipe.blogspot.com.es/2015/02/gala-de-los-goya-2015-lluvia-de.html)

¿Lo demás? Puro egoísmo nuestro y pintarlo de mil excusas.

Por cierto, Clara, no debías haberte disculpado, porque no has hecho nada más que dar una opinión, la tuya. Las salidas de pata de banco han venido con un aparente atolondramiento detrás de la cámara de un móvil por aquellos, que en realidad, sólo se miran así mismo. Eso lo han hecho otros, que además creen que la mejor defensa, la suya, es un ataque en toda regla.

Lo dicho, puro egoísmo, e incluso envidia, y pintarlo de mil excusas.

*FOTO: DE LA RED

martes, 13 de agosto de 2013

TRILOGÍA INACABADA

Algunas veces no soy yo quien elige el tema para escribir, sino que éste me elige a mi. Eso ha ocurrido esta mañana, cuando recién levantado mis retinas en modo “autofocus” estaban intentando amoldarse al entorno. Con un acto reflejo he conectado la radio, y en ese mismo momento comenzaba la canción “Andante, andante”, en su versión en inglés, de Abba.
Ha sido como recibir una inyección de adrenalina. Miles de imágenes han inundado esas retinas del alma, incluso escenas que creía olvidadas de un Londres de finales de 1978, hasta el comienzo de las Navidades de 1981.
Mis primeros días, comienzos de Diciembre, había nevado en Londres, y para las cuatro de la tarde, prácticamente, ya se hacía de noche. Pensaba que sabía inglés, y sin embargo no entendía ni “papa” de ese inglés sin profesor que hablaba lentamente y con gestos, mirándote, para que observaras el movimiento de sus labios.
El único español que importaba al “inglesito medio” era Severiano Ballesteros, y para ellos era prácticamente su hijo. Si llega ser un peñón, por ejemplo, ya se lo hubieran quedado también. Y como yo no era “Sevy”, y estaban hartos de gente sin sangre británica en sus venas, las pocas palabras que te cruzaban, sin pagar por recibir clase de su “clase”, eran pocas, y si las palabras tuvieran rostro, que lo tienen, serían mal encaradas.
No quiero, sin embargo, que con estos pensamientos se malinterprete una cierta hostilidad hacia La pérfida Albión. Muy al contrario, pero como dijo una vez Gonzalo Torrente Ballester, todos tenemos nuestros gozos y sombras, y gozar, también, gocé mucho en Londres, y eso que era, en mi caso, un Londres para cortos de bolsillo, e inmensos en ilusión.
Hacía mi vida, prácticamente, entre Holland Park y Notting Hill Gate, antes que se hiciera mundialmente famoso por una historia que realmente pudo pasar, pues era fácil poder encontrarse con caras conocidas del celuloide, como Terence Stamp, Edward Fox y Bob Hoskins.
Sin embargo, siempre recordaré la mirada triste de un David Hemmings, buscando el ser reconocido por aquel con quien se cruzaba a la salida de Holland Park, que en ese caso era este vecino del mundo, cuando todavía no había elegido ser vecino del mundo, aunque ya lo era.
Acostumbrado a verle joven y pletórico en la pantalla, me pareció, al cruzarme con él, muy mayor, y es que el original rubio de su pelo había sido ocultado por un blanco implacable. ¡Lo que hace la indolencia de la juventud! Calculando, muchos años después, solo tenía, si ya los había cumplido, cuarenta años. Y es que el Señor Hemmings, tuvo la suerte, o la desgracia, de triunfar muy joven, y así tuvo por delante mucho tiempo también, para ser olvidado.
Nunca más he vuelto a Londres, aquel Londres, en el que no importaba las pintas que llevabas, sino las que bebías de cerveza, rubia, roja o negra. Quizás, esos mismos colores, sirvan para resumir una vida. El rubio para los momentos inocentes y juveniles. El rojo para la de plenitud, y el negro, para lo que irremediablemente siempre viene, aunque no se le llame.
Nunca he querido volver a mi añorado Londres, por no cambiar mi película, pero más pronto que tarde habrá que añadir un nuevo capítulo. Ya que las buenas historias, se venden, por lo menos, en trilogía.

*FOTO: DE LA RED