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miércoles, 17 de julio de 2019

¿ME LO DICES, O ME LO CUENTAS?



Veo en los informativos de televisión, primero con incredulidad, después totalmente irritado, que por de pronto ya hay dos hoteles, uno de cuatro estrellas y el otro de cinco, en Canarias,  que ofrecen descuentos  para ciertas áreas de su establecimiento si se rechaza el servicio de limpieza de sus habitaciones, y todo ello bajo la excusa de no maltratar el medio ambiente con los productos que se utilizan durante el mantenimiento de las mismas.


Se veía venir, en realidad no se veía venir pero es la evolución lógica.
Este vecino del mundo siempre lo ha tenido claro, desde el momento que alguien se decidió a cobrar por aquel perejil que en todas las tiendas, al menos en el pueblo, se nos ofrecia gratis, se abrió la veda a todo.

Hace ya muchos años, cuando Don Xabier Cugat, ya anciano, se vino a vivir a España desde los Estados Unidos de América, recuerdo como si fuera hoy, que en una entrevista además en un programa de televisión que hoy sería considerado de máxima audiencia, prime time, él se comprometía a vender cajas vacías, eso sí, con  una premisa primordial, una gran camapaña publicitaria. ¡No era nadie el Señor Cugat!

El sindicato CCOO del archipiélago canario, naturalmente, rechaza las ofertas (uno de los establecimientos ofrece un descuento del 15% en su restaurante cada día que no uses el servicio de limpieza; y el otro 20 euros de crédito para gastar en el hotel) porque está más que claro que de esa manera "reducen la calidad del servicio".

Cualquier día, y si no al tiempo, iremos a un restaurante de esos que tienen más alto el precio que el nivel de su cocina, y al pedir unas buenas alubias, nos sacarán los productos en crudo, eso sí en unas bonitas cajas de diseño, y nos dirán que qué crueles somos con el medio ambiente. Que se nos tendría que caer la cara de la vergüenza. ¡Hay que joderse!

El problema de tener la cara no tan dura, sino de conglomerado, no es que los que tienen ideas de bombero para ahorrarse dinero en cualquier cosa, y cada vez más bajo la bandera de “salvar la naturaleza”, se crean listos, muy listos, sino que a todos los demás nos toman por tontos.

Que te venga un establecimiento hotelero, infestado de turismo veraniego, que ya por definición es veneno para la naturaleza, no por sí mismo, sino por la cantidad de insensatos borrachos que se alojarán  en él, poniéndose la capa, a estas alturas de la película, de cuidar la naturaleza es simplemente vergonzoso

La mayoría de las veces la realidad supera a cualquier guion cinematográfico por original y osado que pretenda ser.

*FOTO: DE LA RED

lunes, 7 de julio de 2014

CARTA AL MÁS JATORRA ENTRE MIL


Estimado Señor empleado de La Albarca Bar Restaurante, Calle Balleneros de Donosti:

Eran exactamente las dos y media de la tarde del domingo, 6 de Julio, de 2014, aporto estos datos para que los propietarios del citado negocio sepan del comportamiento del que creo que era el encargado en ese momento, al menos los demás camareros le consultaban a él.
A esas horas un aguacero bastante acentuado con rachas de viento que hacían desde cualquier punto desagradable estar a la intemperie, pero nosotros, tres miembros de una familia cualquiera, andábamos buscando un buen restaurante, y al parecer lo habíamos encontrado, y con mesas libres, porque las había en uno de los dos comedores, pero al ir a preguntar al camarero del local contiguo, ya que en el que habíamos elegido no había en ese momento nadie, nos dijo que tenía que preguntar, y la persona consultada tras inspeccionar el “otro local” nos dijo que no había sitio
Al hacerle notar, y de muy buenas maneras que en ese local no había más que unas nueve personas y que delante nuestro había dos o tres mesas grandes vacías, dijo que tenía que ser en la otra sala, que por otra parte estaba abarrotado y, literalmente, sin ninguna explicación más, cerró la puerta a tan solo dos centímetros de nuestras narices.
La verdad es que analizando posteriormente sigo sin ver el por qué de ese trato. Íbamos bien vestidos, que no teníamos por qué, era evidente que no teníamos intención de pedir limosna y creo que dábamos imagen de ser solventes.
Un establecimiento que ya desde su decoración, una especie de mesón, incluyendo el nombre elegido, está dedicado al pueblo llano, debería de saber que ese mismo pueblo sabe entender cualquier tipo de explicación, si se la da, de la índole que sea ésta, pero dar con la puerta en las narices, no es de recibo.
Seguro que luego la persona que se comportó así con nosotros, será con sus amigos es el más jatorra (simpático, majo) entre mil, pero en ese momento no dio la talla.
Es evidente, por su comportamiento al menos, que aunque hay crisis, el negocio, ese negocio al menos, va viento en popa, porque de lo contrario, sinceramente, no lo entiendo.
Porque, incluso, aunque no esté acostumbrado a  dar explicaciones, ayer, con el tiempo que hacía, lluvia cerrada con vientos que empeoraban todavía más el panorama, y que incluso, desde un punto de vista egoísta, era evidente que ya muchos clientes despistados no aparecerían.
Como desde el momento en que ocurrieron los acontecimientos no he dejado de darle vueltas, incluso me ha dado tiempo a pensar que si a un cliente trata así, de un empleado ni hablamos.
No está en mi ánimo hacer una arenga en contra del citado establecimiento porque seguro que los demás serán unas bellísimas personas, y además cada uno sabe lo que tiene o no tiene que hacer. Le escribo para demostrarle  que sé expresar mis ideas porque a lo mejor no me dio ninguna explicación, pensando que no lo iba a entender, y así pruebo que tengo capacidad cognitiva
Se puede entender todo tipo de explicaciones pero cerrar la puerta en tu cara sin mediar ningún tipo de explicaciones, no se hace ni al peor de sus enemigos. Y usted y yo no nos conocemos. Por cierto, gracias a que nos vimos en la necesidad de seguir buscando, encontramos otro restaurante, muy cerca del suyo donde se come excelentemente, y que lo recomendaremos a nuestros conocidos.


Por lo demás, se despide el que fue durante unos minutos un cliente en potencia, y que ahora es solo, gracias a usted, un ser humano confundido y decepcionado.

*FOTO: DE LA RED

jueves, 30 de mayo de 2013

LA CHISPA Y UNA ILUSIÓN

"Cada vez que se cierra un bar, se pierden para siempre cien canciones. Se desvanecen mil te quieros y los goles por la escuadra salen lamiendo el palo... Porque en un bar nos declaramos... escribimos guiones de cine... y hasta redactamos la Constitución.... El lugar donde siempre somos felices... ¡Benditos bares!".

No es la letra de una balada romántica, sino el último anuncio de “Cola-Loca”, que mediante una especie de chantaje emocional intenta promocionar los bares.
En primer lugar diremos que como cada uno cuida lo suyo, parece normal que la chispa americana salga en defensa, en realidad, de sus “sucursales”, pues parte de sus productos se venden en esos establecimientos.
Hubo una época, hacia los setenta, que tener un bar aparte de una vida muy sacrificada era sinónimo de tener la vida resuelta.
El problema vino hacia los ochenta que con el cierre de muchas fábricas, y como consecuencia del dinero conseguido con el despido, comenzaron a proliferar bares, aquí y cinco metros más allá, y, claro, no había hígados sedientos para todos.
De todos modos tampoco era lo mismo abrir un bar en esas circunstancias, que en la mayoría de los bares anteriores, cuando la persona que abría uno de estos establecimientos lo hacía más por devoción.
“Un barero” era tu confesor, tu psicólogo de cabecera, tu paño de lágrimas cuando el equipo de tus entrañas perdía. No se le veía al menos, que le preocupaba más el dinero que tú. Luego, ya era otra cosa, valías lo que gastabas, y “sino-consumes-no-me-cuentes-tus-penas”.
La gran diferencia era que los propietarios de los bares antiguos, se habían labrado un futuro trabajando duro durante muchos años, y los nuevos empresarios querían forrarse en poco tiempo, y sin ser nada profesionales, porque no habían mamado ese negocio.
Con el tiempo también han ido variando los “usos y costumbres”, ya apenas existe la cuadrilla de chiquiteros con menos de cincuenta años. Se bebe menos, y ya más en pareja. La gente ha comenzado a vivir, en gran parte por la escasez de recursos, más hacia dentro. Sin embargo, el propietario del bar, cafetería, restaurante, en ningún momento se ha planteado bajar precios. Hacen el amago simbólico de algún día ofrecer algo más, como el famoso “pintxo-pote”, de gran acogida en poco tiempo.
Algunos establecimientos se han creído que ellos eran los listos, y han tenido, por tomarlo con humor, ideas desternillantes, y si un menú, por ejemplo, costaba once euros, ellos se descolgaban con “el plato del día” por siete euros. Con eso, aunque te gastes menos, no has comido. Ningún gesto para la galería de que “ya que el panorama está chungo, vamos a poner nuestro granito de arena, bajando precios”.
Si la firma americana se ha descolgado con este anuncio es que tiene que ver mal el panorama.
De todas maneras, la chispa de la vida se tenía que haber aliado con el consumidor, que es el último del eslabón, y no con el anterior.
Antes, se quedaba en un bar, ahora quedaremos al lado del bar. Eso, si quedamos, porque tal como está el panorama, nos comunicaremos la cuadrilla de amigos por internet, y cada uno pagándose su chispa, o su sucedáneo de chispa, que esa es otra, en su casa.

“Cada vez que alguien queda en el paro, se pierden para siempre mil ilusiones. Se desvanecen muchos planes y aquella familia que íbamos a formar queda varada en la playa de lo imposible...Porque al tener un trabajo...tomamos la determinación de vivir juntos, y comprar un lugar donde siempre ser felices...¡Benditos pares!

*FOTO: DE LA RED, Y PATXIPE