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sábado, 6 de junio de 2015

IT´S A LONG WAY TO TIPPERARY, O EL AUTOBÚS MULTIUSOS



Está claro que este vecino del mundo nunca podrá ser uno de esos millonarios, que con su avión propio, hoy está en Katmandú, mañana en Rawalpindi, y pasado, como dice la antigua canción británica, en Tipperary (ya os he dado una excusa, por cierto, para actualizar habilidades geográficas, como se dice ahora, “rarunas”). Porque este vecino cada vez que tiene que hacer un viaje de cierta entidad, está más nervioso que la Pantoja, ahora que está de actualidad otra vez, antes de volver a la cárcel.

Aunque casi faltan dos días para el viaje de vuelta a Donosti, esta noche apenas he podido dormir, y mi mente ha hecho la maleta (bolsa grandísima más bien) unas cien veces más o menos, por lo que esta mañana me he levantado como si no hubiera dormido.

Siempre he pensado que tengo un cierto parecido, sexual no, evidentemente, con Mary Poppins, porque como hace ella, de mi maleta sale de todo. El problema es que en la película no se ve el secreto para guardarlo todo otra vez. Y ese es mi problema. Que en los momentos previos al regreso, tengo la sensación de que la maleta mengua, y de “supersupersuperkingsize” pasa a minimaleta de Nancy exploradora.

Y la persona que piense que el viaje lo voy a realizar en avión desde Alicante, que vaya acortando el presupuesto de sus suposiciones sobre este vecino del mundo. Autobús, puro y duro, unas doce horas de viaje, aunque no hay mal que por bien no venga. Si no te duermes, que por la noche es lo normal, te da tiempo a poner en orden toda tu vida, aunque fueras un Matusalén moderno, lo cual en sí mismo ya es un contrasentido. Incluso, para los muy creyentes, te da tiempo a hacer ejercicios espirituales y obtener cum laude en teología por la Universidad del Cielo.

Siempre he pensado que en este tipo de viajes, en autobús, debería de ir siempre un notario para poder cambiar voluntades en testamentos. Y no me refiero por miedo al viaje, sino que te da tanto tiempo a pensar sobre tu vida y la de los tuyos, y que en cierto momento del viaje, te puede dar por pensar que toda tu vida ha sido un engaño, y que no merece la pena premiar a los timadores. O incluso al revés, tras diez horas de viaje, te puedes dar cuenta de, que en realidad, a la persona que realmente echas en falta, es a la que menos habías tenido en cuenta en tu testamento.

Es más, y no es una exageración, incluso el mismo chófer debería de tener un poder, al estilo del capitán de barco, para que pasajeros que se conocen durante el viaje, puedan casarse. Sería además una manera de amortizar el viaje, ya que por el mismo precio, es el viaje de novios. Y filosóficamente, un viaje cualquiera, se convertiría en el viaje de tu vida.


¡Bueno! Me pongo a ordenar las cosas en la maleta, mientras descubro, como siempre con mala leche, que no he utilizado ni la mitad de las cosas que he traído. Y no aprendo…

*FOTO: DE LA RED

martes, 25 de junio de 2013

LLAMADA CON TARJETA ROJA

No hay nada que moleste más a este vecino del mundo que recibir una llamada telefónica, que normalmente no esperas, y que te pone nervioso por poder esperar de todo, y que levantes el auricular y compruebes que te van a hacer una encuesta por parte de una empresa de telefonía móvil, pero que además está previamente grabado, y te pide esa voz tranquilamente robotica, naturalmente sudamericana, a que esperes un momento.
Además queda patente desde el primer momento de que mandan ellos, y que solo puedes decir que sí.
La última vez que me ha ocurrido ésto, osea, ayer, esperé hasta el primer momento en que podía decir algo, en este caso concreto, uno o dos, para acordándome de las sabias palabras de Don Fernando Fernán Gómez dije claramente y sin titubear: -Váyase a la mierda, a la mierda. Esperando que hubiera quedado claro mi estado de ánimo y mi educación, naturalmente colgué, dando por zanjado el asunto que muy en contra de mi opinión había pasado a ser el centro de mi atención.
En primer lugar, ya que emplean mano de obra más barata, podían tener la delicadeza de, además no ser tan ruines para los mismos trabajadores , hacer las preguntas en directo, que aunque tarden más para algo son los propietarios de la linea y se cobran a ellos mismos lo que les dé la gana.
Este vecino del mundo sí considera este acto una especie de “escrache” dentro de su propia casa, y lo hacen grabado para que además nadie tenga que dar la cara, corriendo el riesgo de partirsela,y de dar explicaciones.
La verdad es que en esa llamada sí hubo algo bueno, y es que después de responder dando mi opinión, a todo ésto, a voz en grito, uno se queda muy relajado; una especie de visita al psicólogo pero sin salir de casa, aunque te puedas salir de tus casillas.
La empresa de telefonía móvil en rojo, que fue la triste protagonista de mi tarde, sabe que ya ha conseguido alguien en su contra, por lo que su llamada fue muy productiva, y a mí personalmente me aclaró muchas dudas sobre el tipo de compañía de la que estamos hablando, y curiosamente lo que les importa la opinión de sus posibles clientes, haciendo llamadas a control remoto, o tirando la piedra y escondiendo la mano.