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sábado, 27 de junio de 2020

UN ABRAZO EN TIEMPOS DE PANDEMIA



Estamos viviendo en un mundo de continuas poses sacralizadas y llevadas a los altares del “políticamente correcto” con el que ya se bautiza al buen ciudadano de libro oficial pasado por la notaría.

Todo lo programado conlleva un mucho de frialdad y de ser procesado pasando por el cerebro y no directamente besado por el corazón.
Ahora se nos dice, se nos ruega, que de saludar lo hagamos chocando codos. 

No encontraría nada más forzado y antiestético formalmente, salvo el consabido “No eres tú, soy yo” que acompaña muchas veces al previo “Tenemos que hablar” que servirá de prólogo a una ruptura preparada y cocinada por tu ya “virtual” expareja.

No hay nada mejor, ni más intimo en público, que un abrazo. Eso sí que ahorra mil palabras, y no una fotografía que el tiempo, como mínimo, amarillará.
Los abrazos siempre cuelgan del corazón y del con-sentimiento. Sin olvidar que nunca se dice tanto sin hablar, aunque sea detrás de un frío plástico.

Al final, después de todo, y como epílogo a esta pandemia, en el mejor de los casos, que nunca se nos olviden los abrazos que vimos e incluso vestimos con nuestra piel.

*FOTO: DE LA RED


sábado, 8 de septiembre de 2018

LA LEY DEL CUBATA


Para que hoy no se me pueda tachar de tomar decisiones precipitadas, voy a desvelar que mientras escribo este post me estoy metiendo entre pecho y espalda un buen cubata que ha sido hecho con más mimo que unas cocochas por un chef de la guía Michelín.

Para este vecino uno de los asuntos  que han marcado este verano es esa patente de corso, vía ley o lo que sea, que se les ha dado a los comercios para cobrar  por las bolsas de plástico, con el supuesto objetivo de luchar por un planeta más limpio. Ahora, en el mismo mercadillo que he visitado todos los veranos desde hace dieciocho años, con la misma ley, cada uno hace de su capa un sayo, y cobra desde un céntimo a cinco, pasando por los que directamente no lo cobran.

Antes me cortaba un poco, pero desde hace unos meses a la pregunta de si quiero bolsa, respondo que si no me la van a cobrar, sí. Desde hace unas semanas, en algunos comercios los empleados ya ponen cara seria y te dicen que les obligan por ley a cobrar la  bolsa, de la misma manera que te dirían que hay una ley que obliga a capar de cinco clientes al quinto. ¡Es la ley!

Mi cubata de ron no ha sido para decidirme sino para celebrar mi decisión. Ya que desde hace unos días siempre salgo con varias bolsas, blancas. Este vecino del mundo no va a hacer, bajo ningún concepto publicidad de marca alguna.  Y bien estaría que muchos se animaran a ello. Se iba a acabar la publicidad más efectiva y persistente. El ir y venir por nuestras calles de bolsas con propaganda de nuestros, por ejemplo, grandes almacenes, que ya solo con los colores del empaquetado se sabe de dónde vienes y además que te han cobrado por hacerles publicidad.

De todas maneras, ni en su momento, hace unos cuarenta años, me creí que cambiando el horario  dos veces al año, ahorrábamos algo, ni ahora me creo , que cobrar por las bolsas de plástico sea bueno para el “planeta”, con la salvedad de que pueda ser la editorial del mismo nombre, que entonces sí es bueno para ellos porque ahorran en gastos.

Harto ya de que empresas como Eroski hayan estado cobrando las bolsas de plástico por aquello de que por mi culpa me estoy cargando el planeta con esas dos bolsas que utilizaba cada tres o cuatro días, mientras ellos gentilmente con la cuenta me regalan tres o cuatro tickets, de papel,  con ofertas promocionales de todo tipo de artículos que personalmente, y por casualidades de la vida, nunca utilizo. Yo no les puedo acusar de cargarse bosques y bosques amazónicos, mientras ellos me miran con cara de ser el principal instigador de esas auténticas islas de plásticos que han ido apareciendo por el Pacífico.

Junto con la última gota del cubata que fue, celebro la cantidad de publicidad en bolsas que ya no se van a ver, al menos por mi parte, y espero que por la de muchos que adopten la misma postura. Por supuesto que como en el suplicio de la gota malaya, compra a compra, les iré recordando que yo no pagaré por las bolsas y mucho menos por hacerles publicidad no gratuita sino pagada por mi parte. 

La ley del cubata me lo prohíbe, muy a mi pesar…

*FOTO: DE LA RED