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sábado, 8 de septiembre de 2018

LA LEY DEL CUBATA


Para que hoy no se me pueda tachar de tomar decisiones precipitadas, voy a desvelar que mientras escribo este post me estoy metiendo entre pecho y espalda un buen cubata que ha sido hecho con más mimo que unas cocochas por un chef de la guía Michelín.

Para este vecino uno de los asuntos  que han marcado este verano es esa patente de corso, vía ley o lo que sea, que se les ha dado a los comercios para cobrar  por las bolsas de plástico, con el supuesto objetivo de luchar por un planeta más limpio. Ahora, en el mismo mercadillo que he visitado todos los veranos desde hace dieciocho años, con la misma ley, cada uno hace de su capa un sayo, y cobra desde un céntimo a cinco, pasando por los que directamente no lo cobran.

Antes me cortaba un poco, pero desde hace unos meses a la pregunta de si quiero bolsa, respondo que si no me la van a cobrar, sí. Desde hace unas semanas, en algunos comercios los empleados ya ponen cara seria y te dicen que les obligan por ley a cobrar la  bolsa, de la misma manera que te dirían que hay una ley que obliga a capar de cinco clientes al quinto. ¡Es la ley!

Mi cubata de ron no ha sido para decidirme sino para celebrar mi decisión. Ya que desde hace unos días siempre salgo con varias bolsas, blancas. Este vecino del mundo no va a hacer, bajo ningún concepto publicidad de marca alguna.  Y bien estaría que muchos se animaran a ello. Se iba a acabar la publicidad más efectiva y persistente. El ir y venir por nuestras calles de bolsas con propaganda de nuestros, por ejemplo, grandes almacenes, que ya solo con los colores del empaquetado se sabe de dónde vienes y además que te han cobrado por hacerles publicidad.

De todas maneras, ni en su momento, hace unos cuarenta años, me creí que cambiando el horario  dos veces al año, ahorrábamos algo, ni ahora me creo , que cobrar por las bolsas de plástico sea bueno para el “planeta”, con la salvedad de que pueda ser la editorial del mismo nombre, que entonces sí es bueno para ellos porque ahorran en gastos.

Harto ya de que empresas como Eroski hayan estado cobrando las bolsas de plástico por aquello de que por mi culpa me estoy cargando el planeta con esas dos bolsas que utilizaba cada tres o cuatro días, mientras ellos gentilmente con la cuenta me regalan tres o cuatro tickets, de papel,  con ofertas promocionales de todo tipo de artículos que personalmente, y por casualidades de la vida, nunca utilizo. Yo no les puedo acusar de cargarse bosques y bosques amazónicos, mientras ellos me miran con cara de ser el principal instigador de esas auténticas islas de plásticos que han ido apareciendo por el Pacífico.

Junto con la última gota del cubata que fue, celebro la cantidad de publicidad en bolsas que ya no se van a ver, al menos por mi parte, y espero que por la de muchos que adopten la misma postura. Por supuesto que como en el suplicio de la gota malaya, compra a compra, les iré recordando que yo no pagaré por las bolsas y mucho menos por hacerles publicidad no gratuita sino pagada por mi parte. 

La ley del cubata me lo prohíbe, muy a mi pesar…

*FOTO: DE LA RED

viernes, 29 de noviembre de 2013

SACANDO LA PATITA

Como hoy se estaba promocionando por todas partes el famoso Black Friday americano, un día en el que teoría se rompen los precios en muchos productos, y que siempre es posterior al día de acción de gracias, este vecino se ha pasado por la tienda francesa de las cuatro letras, especializada en libros, cámaras fotográficas y telefonía, y que tiene la por siempre gentileza de cobrarte la bolsa de plástico aunque te hayas gastado, por ejemplo, más de trescientos euros por una impresora.
Por la descripción hecha de esta gran superficie está claro que mi intención lejos estaba de comprar algo, sino solo de ver si se habían maquillado un poco los precios, y a este vecino le ha parecido que los gerifaltes no se habían herniado especialmente a la hora de bajarlos.
Pero la mañana, no por eso, ha dejado de ser clarificadora en algún aspecto. Me explico.
Este vecino se encontraba en la sección de teléfonos libres como el mar, cuando dos personas estaban hablando al lado suyo, y uno de ellos dice:
-Tengo que mirar un teléfono.-Y la otra persona le contesta – ¿Para ti o para tu mujer?
Puede parecer quizás una tontería, pero a este vecino la distinción del “amigo” entre un teléfono depende de para quién sea, le ha parecido bastante extraña, y como hace mucho tiempo se prometió así mismo que antes morirse que quedarse con una duda, aunque siempre con mucha educación, dirigiéndose al “amigo” le ha preguntado aun arriesgo de recibir una mala contestación:
-Perdone, joven, no entiendo mucho de teléfonos móviles. ¿Cuál es la diferencia entre un teléfono para un hombre o una mujer? -. El interpelado, que en ningún momento ha aparentado sentirse molesto, comenta: -Más que nada por los colores del chasis, y que yo no le compraría un teléfono muy potente.-
Como ha debido de ver la cara que este vecino le debía de estar poniendo, termina con esta joya: -Porque para hablar con sus amigas con uno normalito seguro que ya le vale.
Creo que sobran las palabras, y que las cosas nunca ocurren porque sí. Todos más o menos vamos avisando de nuestro comportamiento futuro al sacar la patita cuando menos lo esperamos.

-FOTO: DE LA RED

viernes, 6 de septiembre de 2013

LA VERDAD COMO ATREZO

Hoy en día todo aquel que quiera estar en el candelabro, como dijo la miss aspirante a actriz aspirante a ser aspirada y volverse polvo de estrellas, necesita unas buenas gafas de sol de primerísima marca, y un smartphone o similar. En realidad es todo atrezo y pura pantomima, como la vida misma, pues las gafas no se utilizan para evitar el sol, sino el juego de miradas, y el teléfono para escapar de las preguntas. Será casualidad, y las casualidades en la mayoría de los casos son excusas, pero muchas veces se observa que el famoso va hablando por el móvil, y cuando termina el recorrido durante el que prevé que puede ser preguntado por el periodista de turno, y se mete en el coche que le estaba esperando, cuelga el teléfono.
Más de una vez, este vecino del mundo ha pensado que esos teléfonos no son reales, que son como los expuestos en las tiendas de telefonía, que advierten previamente que son maquetas. Tampoco sería de extrañar, ya que la vida es puro teatro, y en el teatro nada es lo que parece, y los móviles no son tales sino solo recursos interpretativos.
Y es que en nuestros días lo importante es aparentar, por eso más de uno caído en desgracia por la crisis, se lo está pasando todavía peor, pues no quiere que los vecinos se den cuenta de su situación real, y digan aquello de que con los aires que se daba...
Hoy tiene más actualidad que nunca aquel cuento del rey desnudo, por el cual unos sastres iban a ganar una cantidad inmensa de dinero, al hacer un supuesto traje con telas preciosas de excelente calidad e hilos de oro, pero que tenía la extraña característica de que solo podía ser visto por aquellos que realmente eran hijos de quienes todos pensaban que era su padre, con lo cual conseguían que todos mintieran y dijeran que el traje era excelente, para que no se pensara que en realidad ellos mismos eran bastardos. Todo aquel que conoce el cuento sabe que al final, durante el desfile del rey con su supuesto nuevo traje, pero que en realidad iba desnudo, es un niño, el que con su inocencia y crudeza habitual, dice que él lo único que vé es a su rey desnudo.
Lo importante en nuestros días no es encontrar la verdad, sino la utilización que podamos hacer de nuestra verdad para uso propio. Y ahora todo se compra y se vende, y las noticias blancas no cotizan en bolsa. El amor no da dinero, pero si la pelea, la trifulca y los cuernos. Y hay cuernos de todo tipo, porque engañar se puede hacer en todos los ámbitos de la vida.
Hoy es moneda de cambio frecuente, el estirarse de los pelos, aunque luego se vayan a cenar juntos y cobren en tres partes, porque no hay que olvidar que la persona que cuenta o relata el tema, también cobra, y es que al final, los únicos “paganini”, como siempre, somos nosotros, que al final tocamos, pero siempre de oído.

*FOTO: DE LA RED