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jueves, 25 de diciembre de 2014

REFLEXIONES A UNA NOCHEBUENA

Quizás hoy también, en el día de Navidad, habiendo sobrevivido a la Nochebuena, me van a tachar de no ser políticamente correcto, o incluso de ser algo así como un asesino moral, si eso existe, pero qué queréis que os diga, la Navidad es simplemente un estado de ánimo, en el que por mimetismo todos nos “decoramos” igual. Días de valores humanos, de ver a todos, de vernos a nosotros mismos, más buenos.
¡Señores! Que somos los mismos que nos negamos a ver el resto del año, los problemas que hay un poco más abajo, en África, con el ébola y otro tipo de enfermedades que llevan más años radicadas en esas tierras, y muy poca gente pestañea.
¡Señores! Que somos los mismos que mientras en Navidad ayudamos a la vecina anciana a llevar la compra, el resto del año despotricamos de ella por ser una cotilla, por mirar siempre desde la mirilla de su puerta. Cuando lo que ocurre, en realidad, es que está más sola que la una, y tiene que torear al tiempo como verdaderamente puede. Y por eso se pasa hablando con la cajera de la tienda más tiempo del deseable, porque en realidad para ella no es una tienda sino un club social.
Este vecino del mundo, y si todavía muchos no se han enterado, está de acuerdo con esos valores navideños, pero que no tengan fecha de caducidad como un paquete de tabaco.
Muchas veces nos basamos en que no queremos comportarnos así, ayudando al prójimo, teniendo una sonrisa para todos, incluso para ese desconocido que se acerca, por aquello de que “al bueno le pueden confundir con tonto”.
Y, quizás, los verdaderos actos valientes hay que hacerlos en la intimidad, y frente al espejo, hablando seriamente con uno mismo, y mirándose a los ojos decirse no que uno va a ser más bueno, porque eso se es o no se es, pero sí más sincero y calmado con el de enfrente, y pensar que no solo tienes tú problemas.
Algún día, quizás, conviene empezar plantearse que las verdaderas llamadas no son las del día de Nochebuena por la tarde, deseando paz y amor a todo el mundo, sino las que recibes un día cualquiera, sin ser nada especial, interesándose por ti, y en la otra dirección, naturalmente, de ti hacia la gente que te importa. Más de uno descubrirá que está más olvidado que lo que pensaba, y que no hay nada más triste que morirse en vida, porque en ese caso no te mueres físicamente, sino que te has muerto para la atención y el sentimiento de los demás.
A mí personalmente esta cena de Nochebuena me ha servido para colocarme en el mapa vital, como si de la pantalla de un “smartphone” fuera, viendo moverme hacia dónde voy, y si merece la pena seguir hacia delante o conviene recular, por aquello de que una retirada a tiempo puede ser una victoria. Aunque en este caso no se trate de victorias y derrotas, sino de vivir la única vida que tenemos de la mejor manera posible y acorde con tus sentimientos, que en el fondo son los que verdaderamente deben de hablar.

*FOTO: DE LA RED

sábado, 2 de noviembre de 2013

HABLANDO A WASSAP QUITADO

Estos días estaba recordando programas de radio, de hace muchos años, cuando la radio formaba parte importante de un hogar que se preciara, y me acordé de “La saga de los Porretas”, y de la peculiar voz del abuelo Porreta contando sus "batallitas", y me di cuenta de que al menos en mi entorno no conozco a alguien, ahora, que aproveche cualquier momento para contarte su vida.
En realidad, he hecho trampa, porque conozco una persona, y además tiene cincuenta y pocos años, y es amiga de La Nuri. Estoy convencido de que ella, Trini, fue la razón de que se inventara la tarifa plana de teléfono. Lo que ocurre es que La Trini no cuenta, porque ella no habla, no dialoga, solo tiene la mala costumbre de pensar en alto, y como no cuelgues el teléfono, se pasará todo el día “pensando”. Estoy convencido de que cuando comprueba que en la línea está ella sola, ni se acuerda de quién estaba al otro lado.
Por lo demás, ya no existe la figura del abuelo/a batallas ” que te calienta la oreja con lo que le ocurrió hace muchos años. Desgraciadamente, y ahora me pongo bastante serio, a las pocas personas que conozco personalmente con más de ochenta años, no tienen la capacidad de mantener conversaciones largas, sin que les falten las palabras, o los recuerdos, quizás, y se paran intentando articular nuevas palabras.
Y los jóvenes, sin el “wassap” no son nada. Es como si al quitarles esa aplicación, se quedaran desnudos, y no supieran qué decir, mientras se van poniendo rojos por momentos.
Es más, he ido a viajes allende los mares, me encanta poder decir esta expresión, “allende-los-mares”, y hay gente que son incapaces de estar más de medio minuto, cara a cara con paisajes de una tremenda belleza, sin desenfundar la cámara de fotos, o el móvil. Incluso, he llegado a la conclusión más de una vez, de que en momentos de máxima intimidad, y como dirían antiguamente, mientras se comparte lecho y “paisajes hasta entonces desconocidos”, más de uno echará de menos, su otra extensión, el teléfono móvil, para inmortalizar el momento.
Y quizás es eso, a medida que vamos ampliando la memoria de nuestros “smartphones”, “tablets”, o similares, nuestra capacidad de evocar mediante el lenguaje,  es cada vez menor, al tiempo que se van haciendo más raras las ocasiones en que dos personas hablan de tú a tú, por el mero hecho de hablar, sin ningún tipo de beneficio posterior, que no sea más que compartir unos momentos agradables mientras dejamos entrever nuestro espíritu hecho palabra. Esto último ha sonado a “religioso”, y quizás, en realidad, ya sea más raro compartir momentos de tertulia, sin micrófonos de radio, ni cámaras de televisión, por medio, que entender el misterio de La Trini-dad.

*CUADRO: "LA TERTULIA DEL CAFÉ DE POMBO", DE GUITIÉRREZ                       SOLANA.

viernes, 6 de septiembre de 2013

LA VERDAD COMO ATREZO

Hoy en día todo aquel que quiera estar en el candelabro, como dijo la miss aspirante a actriz aspirante a ser aspirada y volverse polvo de estrellas, necesita unas buenas gafas de sol de primerísima marca, y un smartphone o similar. En realidad es todo atrezo y pura pantomima, como la vida misma, pues las gafas no se utilizan para evitar el sol, sino el juego de miradas, y el teléfono para escapar de las preguntas. Será casualidad, y las casualidades en la mayoría de los casos son excusas, pero muchas veces se observa que el famoso va hablando por el móvil, y cuando termina el recorrido durante el que prevé que puede ser preguntado por el periodista de turno, y se mete en el coche que le estaba esperando, cuelga el teléfono.
Más de una vez, este vecino del mundo ha pensado que esos teléfonos no son reales, que son como los expuestos en las tiendas de telefonía, que advierten previamente que son maquetas. Tampoco sería de extrañar, ya que la vida es puro teatro, y en el teatro nada es lo que parece, y los móviles no son tales sino solo recursos interpretativos.
Y es que en nuestros días lo importante es aparentar, por eso más de uno caído en desgracia por la crisis, se lo está pasando todavía peor, pues no quiere que los vecinos se den cuenta de su situación real, y digan aquello de que con los aires que se daba...
Hoy tiene más actualidad que nunca aquel cuento del rey desnudo, por el cual unos sastres iban a ganar una cantidad inmensa de dinero, al hacer un supuesto traje con telas preciosas de excelente calidad e hilos de oro, pero que tenía la extraña característica de que solo podía ser visto por aquellos que realmente eran hijos de quienes todos pensaban que era su padre, con lo cual conseguían que todos mintieran y dijeran que el traje era excelente, para que no se pensara que en realidad ellos mismos eran bastardos. Todo aquel que conoce el cuento sabe que al final, durante el desfile del rey con su supuesto nuevo traje, pero que en realidad iba desnudo, es un niño, el que con su inocencia y crudeza habitual, dice que él lo único que vé es a su rey desnudo.
Lo importante en nuestros días no es encontrar la verdad, sino la utilización que podamos hacer de nuestra verdad para uso propio. Y ahora todo se compra y se vende, y las noticias blancas no cotizan en bolsa. El amor no da dinero, pero si la pelea, la trifulca y los cuernos. Y hay cuernos de todo tipo, porque engañar se puede hacer en todos los ámbitos de la vida.
Hoy es moneda de cambio frecuente, el estirarse de los pelos, aunque luego se vayan a cenar juntos y cobren en tres partes, porque no hay que olvidar que la persona que cuenta o relata el tema, también cobra, y es que al final, los únicos “paganini”, como siempre, somos nosotros, que al final tocamos, pero siempre de oído.

*FOTO: DE LA RED