Con esto de las redes sociales, todos en cualquier momento nos liamos la
sotana a la cabeza y nos subimos a nuestro púlpito particular para demostrar lo
listos que somos y, que lo sentimos por los demás, pero, por lo que sea, nosotros
somos los más juiciosos y siempre tenemos la razón, amén de la necesidad de
guiar a la manada aunque ellos no quieran.
El eco que produce ese púlpito mediático, al parecer de este vecino del mundo, tiene mucho de "colocón" y de droga que hace que percibas ese minuto de gloria como lo mejor que te pueda pasar, a parte de ser el puto amo y que no te puedas besar tu propio trasero por cuestión de milímetros...
No sé vosotros, pero este vecino del mundo, es ponerse
delante de cualquier programa informativo de cualquier cadena, y tiene la
sensación de que se encoge al menos hasta entrar en ese pupitre de nuestra
infancia. Más de una vez La Nuri, mi Nuri, me tiene
que recordar cerrar la boca, Seguro que piensa que estoy al borde de la
chochez más crepuscular…
Lo que ocurre es que no dejo de alucinar con la capacidad que tiene el personal de darle la vuelta a la tortilla (aunque no estemos en un programa culinario) hasta que caiga de la forma que ellos quieren que caiga. Y si no que se lo pregunten a esos dos chefs a nivel mundial que son Putin y Trump, expertos en conquistar cualquier plato, y mediante sus salsas hacer que no los reconozca ni la madre que los parió.
Sigo preguntándome quién es el que quiere ser
inmortal si esto ya es insoportable. Está claro que tiene que tener mucho
dinero y que es plenamente consciente de que no se lo puede llevar allí donde
la luz vuelve a brillar al otro lado del túnel.
Aunque tampoco le extrañaría a este vecino del
mundo que esa luz provenga de alguna nueva Riviera que ya ha construido
allí el Señor Trump, o algún otro desaguisado
cometido por Vladimir.
Por lo demás, todo bien, gracias…
*FOTO: DE LA RED