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viernes, 20 de marzo de 2015

¿FELIZ POR DECRETO?


Ayer, día del padre, entre las cosas que me regalaron estaba el famoso libro “Yo fuí a EGB”, de Javier Ikaz y Jorge Díaz. Tras agradecerlo les comenté que ya había oído hablar del libro y de su éxito, pero que, en realidad, yo no había hecho la EGB.
Ante la cara de asombro de uno de mis hijos, con cierta sorna le dije: -Ha habido vida antes de la E.G.B.” -Como ya me conoce, le afloró una sonrisa en los labios. –Cuando yo estudié- proseguí con una seriedad fingida – no existían ni los pupitres.- Puso cara de “otra chaladura de mi padre” y desconectó yéndose.

La primera vez que sientes el paso del tiempo es cuando alguien más joven que tú te habla de usted al abordarte en la calle para preguntarte, por ejemplo, la hora, o pedirte un cigarro. Pero cuando verdaderamente te hace mella, ya que tú te sigues sintiendo igual que siempre, es cuando tienes que explicar algo que parece evidente para ti, porque lo has vivido durante mucho tiempo, y los demás no tienen ni repajolera idea de qué estás hablando. Por ejemplo, los famosos cassettes, esos que se podían restaurar si la cinta se saltaba unos metros, girando un bolígrafo Bic en su interior. Lo tenemos tan interiorizado, que la extrañeza va por ambos lados. Por nosotros, en los que el cassette fue en un momento dado símbolo de que los tiempos evolucionaban, que es una barbaridad, y por la gente joven, una generación criada mamando los bits, para los que el cassette tiene que ser como un hacha de piedra. 

Por cierto, hoy es el día internacional de la felicidad. Esperemos que no salga Doña Dolores de Cospedal en el mismo tono que sus declaraciones de no silbar al himno español durante la final de copa, que sino suspenden el partido, y lo juegan con el campo vacío, y nos diga que si no somos felices que nos marchemos de España. Porque en ese caso además les haríamos un favor, ya que acabarían con gran parte de los parados, siendo ya el problema de otros. 
Este vecino siempre que se celebra un día internacional se pregunta para cuándo el día internacional del rico, e inmediatamente siempre llega a la misma conclusión: ese día lo es siempre, pero claro, solo para unos pocos.


La verdad es que cuanto peor estamos, en cuestión de paro, y de choriceo en general, sale alguien y lo empeora contando ese chiste de que el PP, con relación a las donaciones que recibe, es igual que Cáritas, y hoy el Señor Montoro, santo y seña de nuestra Hacienda, en lugar de envainársela ante la prensa, tiene la desfachatez, porque no hay otra palabra que mejor defina ese hecho, y sigue  en esa defensa. No solo es la jeta que tiene este gobierno, sino la sensación, que es lo peor, de que a la gente no es que no nos tomen enserio, sino que nos toman por tontos; esos mismos tontos, dicho sea de paso, que quieren crear bajando las becas, y subiendo las tasas universitarias. Me parece que este vecino hoy no va a poder ejercer lo del día internacional de la felicidad… 

*FOTO: DE LA RED

martes, 26 de noviembre de 2013

CUADERNO DE TAREAS

Todavía con el desayuno en la mano, este vecino se ha topado con una de las noticias del día, que en cierta manera le ha transportado al pasado.
El expresidente Zapatero ha presentado un libro, “El dilema. 600 días de vértigo”, en el que habla sobre la crisis económica que le tocó vivir.
Y vosotros, los lectores fieles de este vecino del mundo os preguntaréis el por qué o el cómo esta noticia ha podido retrotraerme al pasado.
La verdad es que ha sido instantáneo, como el café mismo que me estaba intentando tomar y que casi se me cae por la visión.
Me he visto, y le he visto al Señor Zapatero, en mi viejo pupitre de madera, que por su estado debía de ser el primero que se hizo, escribiendo quinientas veces en el cuaderno de tareas “Escucharé, respetaré y haré lo que el señor profesor mande”.
Cuando fallábamos en clase, teníamos un severo correctivo, y la idea se nos tenía que grabar a fuego, al menos quinientas veces.
En cambio hoy en día, el político de turno, en este caso el Señor Zapatero, se va de rositas, y su manera de expiar las culpas es escribir un libro para que le intentemos comprender, y por supuesto, pasando por caja, y engrosando su curriculum para futuribles trabajos.
Llega un momento en que el cajón de “intentar comprender”, del españolito de a pie, está un poquito lleno, es decir que le llega hasta las narices y no se aguanta más.
Este vecino recuerda que hace años, y además ya lo comenté en esta atalaya, cada vez que en mi pueblo al menos, se cerraba una empresa, con la indemnización se abrían tres o cuatro bares. ¡Bien! Pues lo del libro debe de ser la versión jet-set  del bar, y además le servirá a su autor para presuntamente expiar sus penas ante algunas instancias que con el tiempo le ofrecerán un trabajo,  o dicho de otra manera, una excusa para embolsarse sus buenos dineros a fin de mes. Una especie de cementerio de elefantes, pero millonarios.
Es curioso. El cuaderno de tareas se hacía con el fin de leerlo en casa a modo de resumen, para fijar las ideas. Ahora en cambio, el de este señor y el de otros muchos, quieren que los leamos nosotros para limpiar su imagen. Además, pasando por caja, negocio completo.
Y pensar, que una de las bases de nuestra educación era el famoso "portarse bien". El problema es que nunca se nos ocurrió preguntar para quién, y en el caso de este señor está claro que, al menos, para su partido, y como siempre, para los bancos, que para más inri, tanto los unos como los otros, no comprarán su libro, porque además lo recibirán gratis.

*FOTO: DE LA RED