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jueves, 15 de diciembre de 2016

CONFIESO: HE DEBIDO DE PECAR...


¡Nunca me había encontrado en esta posición! En los más de seis años que llevo con este blog, nunca me había ocurrido. Estoy escribiendo un post, y en realidad no sé si lograré publicarlo…


Hoy no se trata de que las musas se encuentran remisas, ni que la actualidad no ha dado con temas que nos dejen sin palabras, como presidentes reelegidos que hablen en exceso en cenas navideñas con simpatizantes…, o con ese fútbol, “opio del pueblo” para muchos, pero en el que la mayoría peca viéndolo aunque sea a escondidas, y que se está intentando modernizar  con videocámaras chivatas, pero cuyas primeras pruebas dejan, al menos, mucho que desear…
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Ocurre que este vecino del mundo está peor que con las manos encadenadas en un teclado confiscado: es víctima, su ordenador, de un virus que le cierra las páginas que él quiere utilizar, y le abre otras, las que el virus de marras tiene a bien cargar… 


¡No! Para los malpensados, decir que tampoco se trata de páginas pornográficas ni nada que se le parezca, sino páginas con instrucciones, por decirlo de alguna manera, para programadores o algo así, lleno de símbolos raros.


El caso es que este  vecino del mundo se encuentra, se imagina, como esa persona que al ver su miembro viril, observa en él, cosas que antes nunca había tenido, y llega a la conclusión de que sus relaciones sexuales no han debido de ser, últimamente, muy seguras y tiene “aquello” como un floripondio a punto de explotar.


Salvando las distancias, llegas a la conclusión, de que algunas de las páginas que has visitado últimamente, correo que te ha llegado, o programas que “tus amigotes” te han dejado, eran terreno minado. Y ahora no te queda otra que poner “ojos de violín”, los más tiernos que puedas, para que el informático de turno, se apiade a la hora de adelantarte ante otros encargos, aunque al final te la clave igual con esa factura que te va a dejar más seco que la mojama. 


Porque topando con el mundo informático, ellos, los informáticos, nunca han dependido de las leyes naturales. Se rigen por otras reglas, las suyas, por otro tiempo, el suyo, y no les puedes nunca preguntar: ¿Cuánto vas a tardar?  Porque como mínimo ofensivo te dirán eso de “Lo estrictamente necesario”. Y "eso" puede navegar entre “el ahora mismo” y el “pasaron varias glaciaciones”.


En este mismo momento me imagino dejando este mensaje dentro de una botella, y depositándola en el océano de internet, esperando a que recibáis mis noticias, y confesándoos que os quiero mucho y que siempre os he respetado, y lo seguiré haciendo. Con la esperanza, también, de que lo más pronto posible, que puede variar entre "el mañana mismo" y el "nunca más se supo", sigamos mutuamente sabiendo el uno del otro, o de la otra.


Todo queda en manos de la informática, y especialmente, de la suerte.

¡Os quiero!

*FOTO: DE LA RED