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martes, 18 de agosto de 2015

LOS NUEVOS BUFONES, O DAME PAN ... Y PARTICIPO EN LO QUE QUIERAS




Se suele decir, y además así, con acento, como se le atribuye al torero Rafael El Gallo: “Hay gente pa tó”. Especialmente si se ven ciertos programas de televisión, como ¡Ahora caigo! y ¡Boom!, ambos en Antena 3, se puede llegar a la conclusión de que España está llena de “frikis”, porque la mayoría de los concursantes tienen, por decirlo de alguna manera, un punto extraño sino extravagante. Este vecino del mundo tiene, y los que siguen este blog lo saben con creces, unos "convecinos" sui géneris, pero las personas que aparecen en ambos programas son, y ésto es muy importante en todos los sentidos,  de darles de comer aparte.

Parece ser, y la experiencia de los últimos años lo avala, que lo de los programas va por rachas. Hace unos años, unos cuatro o cinco, las cadenas de televisión se llenaron,  de programas que mostraban a gente en la playa, de cualquier parte de España, y al menos, en las playas que visita este vecino del mundo, no se ve lo que se veía allí, personas al límite de convertirse en “personajes” intentando hacer en un segundo todas sus gracias.

En su momento, este vecino del mundo lo achacó a “los cinco minutos de gloria” que al parecer necesita todo español para, por decirlo de alguna manera, sentirse realizado.

Sin embargo, lo de ahora, además de un “casting” buscando gente de ese perfil, que por cierto ambos concursos son de la misma productora, Gestmusic,  ya le parece más a este vecino del mundo a “hacer lo que sea para ganar un poco de dinero”, o lo que venía siendo el antiguo dicho “dame pan y llámame tonto”.

Espero, sinceramente, equivocarme, pero como siga la crisis, que, desgraciadamente, seguirá durante mucho tiempo, veremos todo tipo de programas con concursantes capaces de cualquier cosa, y ya no por la gloria de esos cinco minutos, sino por la posibilidad de ganar algo de dinero.


Antes, concursos del tipo “Un, dos tres…”, giraban entorno a sorpresas y gracias pergeñadas por los guionistas. Ahora las gracias las ponen el presentador, que en parte se supone que estará “asesorado”, vía pinganillo, por un guionista de plató, y el resto, por unos frikis o seudo-frikis en busca de dinero rápido.

Si antiguamente en toda corte que se preciaba existía la figura del bufón, que hacía sus gracias para ganarse la vida, ahora la corte es la televisión y hay mucho bufón, dicho sin ningún ánimo de ofender, en busca de su parcela en la corte de nuestros días.  

Lo que ocurre, y es que este vecino del mundo siempre se ha preguntado, en el caso del bufón, en realidad, quién es el último que se ríe realmente. Y  siempre lo ha tenido claro: el bufón, porque se ríe del hambre. Bien pensado..., pocas cosas han cambiado.

*FOTO: DE LA RED

domingo, 31 de agosto de 2014

LOS MISERABLES, ALGO MÁS QUE UNA SORPRESA

Algunas veces uno piensa que tiene su vida controlada, y ésta, la vida, y sus mensajeros, de vez en cuando te dan bonitas sorpresas. El mensajero de ayer, La Nuri, mi sufrida, que como normalmente se suele decir, me engañó como a un bellaco, y …¡sorpresa!¡sorpresa! Solo faltaba Isabel Gemio, y sinceramente no la eché de menos. Lo que pensaba que iba a ser un paseo por Bilbao, se convirtió en una preciosa velada viendo, y saboreando, el musical “Los Miserables”, en el Palacio Euskalduna.
Si ya se comienza con un regalo sorpresa de la persona que más quieres, digamos, que todo es más fácil para que ese día especial acabe bien, pero el citado musical lo merece.
Este vecino no se quiere referir a este musical, como un espectáculo, porque es, mucho más. Es una obra maestra de principio a fin, porque hay que tener en cuenta que el argumento no es la alegría de la huerta, precisamente. Es un drama, sin anestesia. Se va a sufrir, y lo que se obtienen son lloros diferentes, comprobando la belleza que puede haber en una historia triste.
Más de una escena se convierte en auténtico aguafuerte, con movimiento, pero aguafuerte impresionista (basados en ilustraciones originales del mismísimo Victor Hugo), especialmente porque "impresiona". Como sorprende el comprobar el cariño que se ha puesto por todos aquellos  de los que de una u otra manera depende este montaje.
Los actores, no son conocidos por el gran público, pero son perfectos en su perfección.
Nicolás Martinelli encarnando a Jean Valjean, eficaz en su vertiente de hombre rudo, e inmenso en su lado espiritual, con una voz llena de matices y unos agudos que a este vecino le llegaron a recordar al Luis Mariano de su mejor época.
Ignasi Vidal, “el malo” de la historia, un Javert que no puede comprender que un hombre siempre está a tiempo de escoger el lado bueno. Su presencia en escena, y especialmente su voz de bajo, le hacen el contrapunto perfecto al lado bueno de la historia. Su última escena, por no desvelar más, es impresionante, una mezcla entre una superproducción, y la magia.
Elena Madina, como una delicada Fantine que está para comérsela, y que tiene la suerte de poder cantar el tema estrella de la obra “Soñé una vida”.
Mención a parte merecen las dos jóvenes, ambas excelentes también, pero son el contrapunto la una de la otra: Cosette, interpretado por Talia del Val, con claros registros líricos, y que nos deja en algunos momentos sin respiración por su perfecta ejecución de la obra.
Sin embargo, para este vecino, desde el primer momento “su ojito derecho” es Eponine, encarnado por Lydia Fairén, con una voz melódica en contrapunto a Cosette. 
Eponine no pide amor, solo da, hasta la inmensidad, y a cambio recibe el amor desde la cuarta pared, desde el público, ese mismo que sabe que su amor no lleva a ninguna parte, o sí, tristemente a una…
Cosette es el germen de la mujer moderna, y Lydia Fairén pide a voces un productor que le saque del anonimato, aunque a nosotros nos guste así, solo descubierta para nosotros.
Para terminar con el reparto, no hay que olvidar al dúo cómico, por denominarlo así, que son: Thénarider, con un divertidísimo Armando Pita, y Madame Thénardier, con una Eva Diego, que, en el mejor sentido, se come a todos. Son los personajes más reconocibles de la trama, y los puedes encontrar en cualquier momento en nuestra sociedad actual. Personajes dispuestos a salir a flote aunque siempre naden entre la basura.
Con una producción que no escatima en los últimos adelantos técnicos, incluyendo proyecciones digitales, pero puestos al servicio de la trama, y no al revés.
La obra se puede resumir como una concatenación de actos de amor: Jean Valjean con Fantine, con Cosette, y con el mismísimo malo de la historia; Fantine con Cosette, y ésta con su padre y con Marius. Y, por supuesto, de la parte de producción con el espectador, al que, y visto lo visto, quiere por encima del mero negocio.
Que no os la cuenten, id a verla, no os arrepentiréis.

*FOTO: F.E.PEREZ RUIZ-POVEDA