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lunes, 14 de marzo de 2016

¿LOS ÁNGELES ROLLIZOS SON INDECENTES?




 Antes de nada he de decir que  algunas veces peso y sopeso lo que voy a decir durante un tiempo para controlar muy mucho lo que puedo, o no decir, para que no se me caliente tanto el pensamiento, como las manos en el teclado. Sin embargo, hoy es uno de esos días que en cuanto he visto el tema, he querido abordarlo en el mismo momento, y escribir prácticamente a vuela pluma, para decir lo que realmente pienso, sin cortarme un pelo, que por otra parte, sin faltar a la verdad, no me queda ninguno.


Cuando crees que tienes todo visto bajo el sol,  va el mundo, en este caso los U.S.A., o los E.E.U.U., y te siguen sorprendiendo.


Dos cadenas americanas de televisión, la ABC, y la NBC, suspenden un anuncio de lencería, de la marca Lane Bryant, para tallas grandes, nada menos, no se andan con chiquitas (y en este caso no he querido hacer una broma por las proporciones), por indecente. Pero no se lleven a equívoco, no es porque no publiciten lencería, porque están muy contentos, se supone, de tener entre sus clientes a esos famosos ángeles que por una vez no los vamos a anunciar, porque ya aparecen en todas partes.  


Este vecino del mundo, sintiendo una mezcla de perplejidad e indignación se pregunta:
¿Qué es indecente, el anuncio, las formas de las mujeres, ellas mismas, o simplemente el mundo real?


Alguien debería explicarles a esas mentes, que se supone, pensantes, a que el mundo no tiene Photoshop.


Por de pronto, convendría explicar también a los sesudos señores, porque seguro que tienen, y no me corto un pelo, no diré pene, no llegan a eso, sino lo que en mi generación denominábamos, como “pitilín”, y además seguro que piensan con él, solo con él, y poco además, quién era Rubens, y las mujeres que él pintaba. O por ejemplo, la obsesión que tenía el gran Federico Fellini por los bustos hermosos, y la mítica escena de “La dolce vita” entre Anita Ekberg y Marcello Mastroianni en la Fontana di Trevi, una escena tan sensual en la forma, como salvaje en el fondo.


De primeras, se me ocurre hacer una entrevista con cada una de las esposas de los cerebros que han llegado a esa conclusión, "indecencia", para ver qué opinan ellas, y de la visión que al parecer tienen sus maridos sobre el género femenino, y lo que opina cada una de ellas sobre sus respectivos.


Y me he acordado, además, de una película de esas para televisión basadas en hechos reales, en el que a una mujer  por sacar fotos artísticas a unos, prácticamente bebés, no recuerdo si era a sus sobrinos, o hijos, desnudos, la encarcelaron durante muchos años, porque otros parientes, que no se llevaban bien con ella, vieron las fotos con ojos diferentes.


Quizás, los representantes de ambas cadenas de televisión, personas decisivas y decisorias, deberían de pasar el Test de Rorschach, el de las manchas, en sus psicólogos de cabecera, que si no lo tienen, psicólogo, deberían. Tiene que ser alucinante las diferentes aberraciones sexuales, que sin duda, cada  uno de ellos debe de, más que ver, intuir, y por supuesto intentar prohibir para evitar que los millones de telespectadores que en potencia pueden tener sus cadenas, sufran semejante depravación.


Quién en su niñez no ha soñado con angelitos rollizos, retozando por unas nubes tan blancas como parte de la lencería que estos ángeles han intentado mostrar, antes de que algunos las hayan tachado de indecentes. Seguro que si indagáramos en sus vidas privadas más de uno se debería de sonrojar, pero, claro, eso va en contra del derecho a su intimidad.


Estoy muy, muy cansado de que decidan por mí.



*FOTO Y VIDEO: DE LA RED

lunes, 28 de julio de 2014

EL VERANEO COMO ENFERMEDAD

Nunca he comprendido ese ansia por cambiar, o cuando menos de hacer cosas diferentes cada vez que nos declaramos en vacaciones. Este vecino ha utilizado la expresión “declarar” como cuando se proclama una epidemia. Y es que, bien pensado, estar de vacaciones puede ser una enfermedad, que se cura con el tiempo.
Una cosa es que en la mayoría de los casos, vayamos a sitios donde hace bastante calor, y otra que eso nos de “licencia de corso”  para cambiar nuestra indumentaria hasta rayar con lo hortera, porque si te vieran en la oficina en la que trabajas (o en la que trabajabas antes de que te despidieran, con mucha pena por parte del empresario, eso sí, pero es que no quedaba más remedio) serías chantajeado de por vida. Además en vacaciones se nos olvida el concepto “talla” y nos da lo mismo que nos quede grande o pequeño, porque era una “ganga” que no se podía desperdiciar en el mercadillo de turno.
También es de mencionar esas ansias que nos entran de verlo todo a través de una pantalla, bien sea del móvil, cámara de fotos, o videocámara. Más de uno, con tal de que se vieran “sus aventuras” por la pantalla, ni se daría cuenta de que, en realidad, se ha quedado en casa. Fotos y fotos, que dentro de un mes no sabremos en qué archivo se encuentran, o nos daremos cuenta de que al intentar recuperar espacio en el disco duro del ordenador, nos hemos cargado el archivo, y procuraremos no confesar nuestro error a la sufrida (esposa) de turno, parapetándonos en “cariño, seguro que has movido tú el archivo sin darte cuenta”.
También es “de juzgado de guardia” esas ganas locas de hacer todo tipo de colas, Este vecino está convencido de que más de “un veraneante” se habrá colocado en una cola sin saber para qué era, partiendo de que si hay gente con pinta de “guiri”, seguro que es interesante.
Siguiendo con las colas, este vecino nunca ha entendido esas ganas de esperar haciendo cola para cenar en la terraza de un chiringuito determinado, entendiéndose por “terraza”,la pura y dura calle, mientras el interior de muchos de esos locales, está prácticamente vacío.
Y es que, como ya comentado, en verano nos volvemos muy raros, tanto como para ir a por churros  a esa caravana que está al lado del paseo marítimo, haciendo, por supuesto, otra cola, cuando el termómetro puede estar tranquilamente superando los treinta grados. Alguna vez este vecino ha llegado a pensar, que la explicación no es otra que la de utilizar la  propia grasa del churro para “engrasar” nuestro propio cuerpo, y así lograr un moreno más natural.

*FOTO: DE LA RED