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miércoles, 25 de diciembre de 2013

FOREVER AND EVER, O LO LARGAS QUE SE PUEDEN HACER LAS NAVIDADES

Vamos bien. Al menos hemos sobrevivido al primer envite navideño, la noche buena.
En el centro de mesa, dos velas, encendidas, naturalmente, en clara alusión a lo que puede ser el próximo año con la subida de la electricidad. Porque lo triste  es que al final diremos eso de que “Sólo han subido el ocho por ciento”, o lo que se tercie.
Al entrar en casa, y en claro signo de armisticio, cada uno dejó en el perchero sus armas, y no las recogió hasta la hora que se fue. La suegra se pasó toda la noche callada, porque como solo sabe meterse con los yernos o las nueras, no sabía qué decir, y solo hablaba de la comida, de lo bueno que estaba, aunque ella le hubiera echado un par de especias más… Resumiendo: una conversación de ascensor de lo más trivial posible.
Por cierto, hablando de temas triviales, este vecino siempre se ha preguntado cómo tiene que ser una conversación con dos vecinos que vivieran en el último piso del Empire State, y coinciden cogiendo el ascensor en la planta baja. Porque si empiezan a hablar sobre el tiempo atmosférico, les da para pormenorizar de cada uno de los pueblos de cada estado norteamericano. Y ante eso, o la expectativa de subir andando, una de dos, o preparas un tema a fondo cada vez que subes o bajas en el ascensor, o finges que tienes una afección en la garganta, que es posible que te dure “forever and ever”. Eso, acompañándolo todo de unas gafas de sol, para que no se pueda leer en tus ojos lo azaroso del momento.
Ayer, noche de fritangas en la mesa, y de refritos si viste la televisión.
Gran pregunta: ¿Qué puede pasar en este país con alguien que no le guste el tipo de música de Pablo Alborán, aunque no tenga nada en contra de ese chico? Porque se está haciendo de todo para que se le odie.
Si el otro día este vecino decía que Dios, por aquello de que está en todas partes, era Martín Berasategui, no le va a la zaga Pablo Alborán. En poco más de un año, desayunamos, comemos y cenamos con él.
Quizás, y lo de la cena de ayer pudo ser un fiel reflejo, la crisis ha servido para unir a las familias.
Y de Raphael, ni hablamos, porque si ha resistido el anuncio de la Lotería de Navidad, lo tendremos también, forever and ever. Con todo lo diferentes que éramos los que ayer nos sentamos, o nos sentaron, en torno a la mesa, conseguimos estar todos de acuerdo, y sin parpadear, en un asunto: la programación de cualquier cadena de televisión es mala a rabiar, y si encima pretenden hacer refritos de lo mejor de ellos: noche para olvidar.
Vamos a tener que querernos mucho nosotros, porque el entorno, no ayuda.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

LOS CINCO LATINOS POR NAVIDAD

Siempre en estas fechas comienzan a aparecer las primeras pistas de que la Navidad se está acercando.
Ayer comenzaron a recordarnos, en forma de anuncio, el sorteo del 22 de Diciembre, una especie de comienzo no oficial, pero sí oficioso, de la Navidad.
Este año, Loterías y Apuestas del Estado, intentando que nos olvidemos del añorado calvo, al parecer ha echado la casa por la ventana con el anuncio, en un alarde, primero,  de estrellas, nada menos que cinco del cielo artístico español, y segundo de velas.
Tal vez el alarde de  las velas, miles de ellas, es una especie de metáfora con la que el director bilbaino, Pablo Berger, el autor del éxito cinematográfico de la anterior temporada, “Blancanieves”, ha querido describir el estado actual de nuestra sociedad. Aunque verdaderamente, como se diría en el argot “motero”, se ha pasado de frenada, porque con solo “dos velas” hubiera bastado, para describir cómo muchos nos hemos quedado, o nos han dejado. Incluso, a más de uno a oscuras y en la calle.
Claro que, con la presentación a los medios, viene una nota para recordarnos, y es que ese Gran Hermano que es el Estado, nunca da puntada sin hilo, de que la citada entidad lotera, no ha bajado la cantidad dedicada a premios. Pero, como siempre en este país, aun no faltando a la verdad, el caso es que el españolito, o turista que pasaba por aquí, que resulte premiado, tendrá que descontar un veinte por ciento, para Hacienda, que dicen que somos todos,  siempre que el premio sea mayor de 2.500 euros. Con lo cual, el beneficio es menor para aquel que sea premiado.
Con respecto a los artistas nacionales que han sido elegidos para esta “postal anunciante”, cada uno tendrá sus filias y sus fobias, pero sea lo que sea, este vecino piensa que quizás la aparición de Raphael pueda ser un verdadero despropósito, y no se refiere a su nivel artístico. Sino que en cierta manera, un cantante que durante toda su vida ha sido conocido como “El niño”, debería, en todo caso, anunciar el denominado Sorteo de Reyes. Aunque bien pensado, incluso el mismo anuncio valdría para los dos sorteos. Está claro que gastando en tantas velas, tenían que recortar por algún lado…
Y ya para terminar, conviene destacar los juegos de parejas que entre plano y plano nos van proponiendo como representantes del pueblo, que son en definitiva a quienes va dedicado este producto. 

*VíDEO: ANUNCIO DE LA LOTERíA DE NAVIDAD 

martes, 6 de agosto de 2013

FIEBRE VERANIEGA (I)

Como si en una opinión de fin de siglo, pero no del XX, sino del XIX, diríamos que el verano, y concretamente vacaciones, es una época en la que se relajan las costumbres, y hacemos cosas, tenemos conductas, que no son de recibo el resto del año.
Mientras estamos todo el año intentando vestirnos, al menos para pasar desapercibidos, y en el mejor de los casos para marcar tendencias, el único objetivo que buscamos en vacaciones es, como se diría en mi pueblo, no dar ni clavo, y en nuestra vestimenta eso se reduce a ponernos la menor cantidad de ropa posible, y en la que el gusto, en la poca ropa que queda, hace mucho que se fue, si es que alguna vez estuvo.
A los hombres nos da por ponernos viseras y sombreros que nunca entendieron de reglas de moda, y que el único requisito para ponernoslo es que es barato, o que nos lo compramos en un baratillo, y por eso pensamos también que es barato.
Mención aparte merece aquel listo, porque ellas normalmente no caen en ésto, para el que ir cómodo, significa ponerse ropa varias tallas más grande, para que no roce al andar, en la cantidad de paseos previstos, y que al final se van anulando por escusas varias, aunque realmente sabemos que lo único que ocurre, es que no le apetece moverse. Y además, aprovecha para recopilar sobre su cuerpo, todo tipo de prendas que le han regalado como promoción en los lugares en que acostumbra a entrar el resto del año, y que normalmente, no son museos, como no sea el de la vid, y se traducen en camisetas, chandal, calentadores, cintas para la frente, con los nombres de su bebida favorita. Es una pena que esos bares de lucecitas, que normalmente están a las afueras de los pueblos, no se decidan todavía a promocionarse con camisetas, o similares, con el logotipo de su empresa, porque entonces ya tendríamos sobre el cuerpo del atolondrado, y en el fondo inocente hasta decir basta, la radiografía de sus vicios y pecados, que serán paseados durante todo el verano para escarnio propio, sin además darse cuenta de ello. Cuanta razón tiene ese dicho de que en el pecado está la penitencia.
Pero la fiebre veraniega también se extiende a nuestro nido de esos días.
Si se alquila un piso durante una o dos semanas, enseguida se vuelve un lugar donde todo gira en bañarse y en ponerse moreno, aprovechando los rayos del sol las veinticuatro horas del día.
Hay comunidades de vecinos, en lugares de veraneo, que se transforman, con respecto al resto del año, como el día y la noche, y los balcones y terrazas se convierten en verdaderos museos al mal gusto, y en el que “estar cómodos” se traduce en todo tipo de artilugios, presuntamente veraniegos, reunidos en unos cinco metros cuadrados, y que si tienes un niño pequeño, y está llorando, tardas unos diez minutos en encontrarlo detrás de un salvavidas varias tallas más grande que el niño en cuestión, para que le sirva, cuando menos, los próximos tres años.
También es de comentar la fiebre romántico-trascendental que nos entra en las noches de verano, y que queremos organizar cenas a la luz de la vela en los cinco metros cuadrados de terraza que tenemos, para poder observar las estrellas, y lo único que conseguimos es ver al vecino de enfrente, durante una ceremonia similar. Y para que no se diga que este vecino solo critica a los demás, confesaré que este deseo de cena con velas en terraza solitaria, se creó en mi mente, como consecuencia de mi amor por el cine, y tras ver aquella espléndida película que fue “La chica del adiós”
Como se me han quedado muchas cosas en el tintero, amenazo con volver, ya que el verano recalca, quizás más que las otras estaciones, nuestros defectos y virtudes, aunque más de una vez, estas últimas solo queden en una leyenda urbana.

*FOTO: F.E. PEREZ RUIZ-POVEDA