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miércoles, 4 de abril de 2018

MOVIDA EN PALMA



Hay personas que cuando las conoces, aunque sea a distancia, como ocurre con los famosos, te pueden caer bien o mal, y realmente no sabes por qué. Quizás veas en ellos gestos, miradas, que adivinas como más cercanos a ti, o no.

Esto me ha pasado desde el principio, incluyendo su etapa como presentadora del Telediario, con Doña Letizia, reina actual de este cortijo, o varios, conocidos como España. Y que desde ayer está en boca de todos con las imágenes que han trascendido grabadas  a la salida de misa en la Catedrald Palma de Mallorca, en las que se adivinan más que verse, discrepancias con su suegra por un posible "no te dejo lograr un momento fotográfico con tus nietas, que son mis hijas además de que una es princesa y la otra infanta de España".

En realidad, en este tipo de casos, los mismos argumentos que se pueden utilizar en contra, se pueden utilizar a favor, lo único que cambia es la mirada del que cuestiona.

La pregunta “¿Por qué se niega la Reina Letizia a que sus hijas se fotografíen con su abuela?”, también se podría hacer cambiando el contenido, “¿Por qué ese empeño de la Reina Sofía, lo intenta en dos o tres ocasiones, en sacarse una foto a solas con sus nietas?"

Quizás, la respuesta es tan simple o tan compleja como la queramos ver.

En realidad, y esto es de Perogrullo, las personas de las que estamos hablando son algo más que eso, son representantes en vida de una dinastía, las hojas, todavía vivas, de un árbol genealógico, que al parecer, por parte de alguien hay verdaderas ganas de que aparezcan juntas, pero sin ese injerto que sería, y lo digo con profundo respeto, Doña Letizia. Y es que de ella esperamos muchos una sabia regenerada y que cambie algunas costumbres que al parecer pudieran estar viciadas por siglos de conductas no controladas por el pueblo del que se dice que es “soberano”.

El famoso “Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir” en teoría debería de marcar un cierre, y consecuentemente un comienzo de nuevas conductas.

A Doña Sofía hay que agradecerle muchas cosas, especialmente en la sombra en una época cuando menos complicada, pero ya desde hace mucho tiempo ejerce a horario completo el papel de madre/abuela, y las madres comprenden a sus hij@s aunque est@s se hayan podido confundir, o no enterarse, gravemente del comportamiento de sus consortes, por muy Urdangarin que sean.  Y muchas fotos nos han ido narrando la proximidad y aquiescencia familiar.

Quizás todo eso es lo que ha intentado evitar Doña Letizia cuidando, y en este caso es literal, la imagen de su familia. También es normal que muchos, muchas, aprovechen la mínima para hablar mal de los que quizás acaben con la sopa boba  que desde hace décadas están acostumbrados a recibir, por aquello de al que a buen árbol se arrima…

Y ya para terminar, a destacar en las imágenes del video que ha trascendido, las caras de los dos reyes, que como buenos representantes masculinos no saben, como nos ocurre a la mayoría, por donde vienen, y con perdón, pero es mucho más clarificador, las hostias.

*FOTO Y VIDEO: DE LA RED






miércoles, 25 de diciembre de 2013

FOREVER AND EVER, O LO LARGAS QUE SE PUEDEN HACER LAS NAVIDADES

Vamos bien. Al menos hemos sobrevivido al primer envite navideño, la noche buena.
En el centro de mesa, dos velas, encendidas, naturalmente, en clara alusión a lo que puede ser el próximo año con la subida de la electricidad. Porque lo triste  es que al final diremos eso de que “Sólo han subido el ocho por ciento”, o lo que se tercie.
Al entrar en casa, y en claro signo de armisticio, cada uno dejó en el perchero sus armas, y no las recogió hasta la hora que se fue. La suegra se pasó toda la noche callada, porque como solo sabe meterse con los yernos o las nueras, no sabía qué decir, y solo hablaba de la comida, de lo bueno que estaba, aunque ella le hubiera echado un par de especias más… Resumiendo: una conversación de ascensor de lo más trivial posible.
Por cierto, hablando de temas triviales, este vecino siempre se ha preguntado cómo tiene que ser una conversación con dos vecinos que vivieran en el último piso del Empire State, y coinciden cogiendo el ascensor en la planta baja. Porque si empiezan a hablar sobre el tiempo atmosférico, les da para pormenorizar de cada uno de los pueblos de cada estado norteamericano. Y ante eso, o la expectativa de subir andando, una de dos, o preparas un tema a fondo cada vez que subes o bajas en el ascensor, o finges que tienes una afección en la garganta, que es posible que te dure “forever and ever”. Eso, acompañándolo todo de unas gafas de sol, para que no se pueda leer en tus ojos lo azaroso del momento.
Ayer, noche de fritangas en la mesa, y de refritos si viste la televisión.
Gran pregunta: ¿Qué puede pasar en este país con alguien que no le guste el tipo de música de Pablo Alborán, aunque no tenga nada en contra de ese chico? Porque se está haciendo de todo para que se le odie.
Si el otro día este vecino decía que Dios, por aquello de que está en todas partes, era Martín Berasategui, no le va a la zaga Pablo Alborán. En poco más de un año, desayunamos, comemos y cenamos con él.
Quizás, y lo de la cena de ayer pudo ser un fiel reflejo, la crisis ha servido para unir a las familias.
Y de Raphael, ni hablamos, porque si ha resistido el anuncio de la Lotería de Navidad, lo tendremos también, forever and ever. Con todo lo diferentes que éramos los que ayer nos sentamos, o nos sentaron, en torno a la mesa, conseguimos estar todos de acuerdo, y sin parpadear, en un asunto: la programación de cualquier cadena de televisión es mala a rabiar, y si encima pretenden hacer refritos de lo mejor de ellos: noche para olvidar.
Vamos a tener que querernos mucho nosotros, porque el entorno, no ayuda.