Hay un dicho español, el de “quién le pone el cascabel al gato”, que muchas veces nos retrata mejor que una cámara fotográfica de esas de última “degeneración”, como este vecino del mundo tiene a bien definirlas, y es que son tan completas tan completas que al final las pones en modo automático, y te dejas de más zarandajas porque te están degenerando los nervios.
Hay momentos en que hay que tomar una decisión, porque ves venir algo, porque hay una situación que no se puede mantener por más tiempo, y te tienes que enfrentar a ella.
Este vecino del mundo es de los de la opinión de que el trago amargo hay que tomarlo cuanto ante. Sin embargo hay otros, a los que en el argot futbolístico se les denominaría, de esos que duermen la bola, y duermen el juego, duermen al público y se duermen ellos.
Hace ya bastantes años que por problemas de salud tenían que operarme, y le comenté al galeno, como me gusta referirme al médico, porque le reviste, al menos en mi opinión, de más sabiduría, y eso conviene cuando eres tú quien está siendo atendido, que si tenía que pasar por el quirófano que fuera cuanto antes mejor. Entendiéndose por ello el tiempo necesario de hacer cola por la Seguridad Social.
Estábamos en plenas Navidades, y el galeno mirando el programa de operaciones del hospital me dijo que si quería, por ahora solo había sitio disponible para Semana Santa, que de lo contrario iba a tener que esperar una buena temporada. Le dije inmediatamente que sin problemas que cuanto antes mejor, y me dijo que había sitio y quirófano disponible esos días precisamente por ser época vacacional y que la gente prefiere cogerse esos días de asueto, que enfrentarse a ese mal momento que es pasar por un quirófano.
Siempre lo he tenido claro, que cuando ya tengo el gato y el cascabel, por poco que me apetezca, prefiero hacerlo cuanto antes, y no como otros que conozco, especialmente muchos que se dedican a la vida pública, que asustan al gato para que se vaya y al primero que pasa le pegan con el cascabel en el ojo, creando una ceremonia de la confusión, y al final no se sabe ni si había gato, ni cascabel, y siempre hay alguien que pasaba por allí quien recibe los arañazos, y el que ha causado el estropicio le anima para que investigue lo sucedido y tome cartas en el asunto.
*FOTO: DE LA RED
No hay comentarios:
Publicar un comentario