Hay una palabra que no he oído hace mucho tiempo, que podía definir el fin de semana que he tenido, y es la palabra “camp”. Sí, un fin de semana camp, donde han estado muy presentes recuerdos de hace muchos años.
En primer lugar TVE en su primer canal se nos salió de la rutina, este viernes pasado, con el que creo, porque no lo tengo muy claro, es un especial sobre Gila, llamado “Arriba ese ánimo”
En primer lugar he de confesarme como ferviente admirador de Miguel Gila, y siempre le he considerado como un excelente humorista, y buen actor. Recuerdo de pequeño en la radio, en los programas de discos dedicados, la gente solicitaba frecuentemente los monólogos telefónicos de Gila, y aunque muy oídos, siempre te reías como si fuera la primera vez.
Para hacer un homenaje creo que no solo vale con la intención, y eso es lo único que encontré en el citado programa presentado por Santiago Segura. Unas actuaciones chabacanas, en las que despuntó, desde mi punto de vista, el humor cantado de Millán Salcedo, que en un mano a mano con un pianista desgranó con mucha gracia, un sinfín de canciones.
Por lo demás, olía a naftalina, y el panorama era el de un calendario que se ha quedado amarillo con el paso de los años.
Ayer por la noche, y en la localidad vizcaína de Ortuella, como plato fuerte de las fiestas, actuó Karina.
La verdad es que de antemano me daba una sensación de pena por tiempos pasados y de un cierto arrastre por los escenarios. Sin embargo, el resultado fue muy otro.
Aunque las condiciones meteorológicas no ayudaron en absoluto, pues llovía como si fuera la primera vez, sobre las once y cuarto de la noche, subió al escenerio, Maria Isabel Llaudes Santiago, más conocida por Karina. Muy elegante y respetuosa, como si fuera la primera vez. De primeras ya se oían voces diciendo que “trae la música grabada”.
Me parece lo más normal, porque no nos olvidemos, y aunque es triste decirlo, seguro que fue contratada, porque entre otras cosas, su caché no sería muy alto, y o se llega a acompañar de un grupo de “sin papeles”, o de otra manera las cuentas no casan.
No se puede en una hora cantar tantos popurrís de canciones de los setenta, que ella en su momento no llevaba en su repertorio, como sus éxitos. Con mucho cariño se fue ganando a un público que de primeras ya se lo puso fácil.
Con respecto a su voz, paradójicamente diría que ha mejorado, y ahora canta utilizando el diafragma, lo cual es signo de saber hacerlo bien.
Tanto público y cantante se recargaron mutuamente sus baterías, y estoy convencido de que Karina se acordará de esta noche, porque al final estando muy cerca de ella, comprobé que llevaba lo que ahora se denomina “subidón”, y aunque de cuerpo menudo no entraba en el cochazo, que me imagino que por parte de su representante, le estaba esperando.
Una buena noche mojada de buenas intenciones y recuerdos de nuestra banda sonora vital.
*FOTOS: FRANCISCO E. PEREZ RUIZ-POVEDA
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